«Quiero aprovechar la ocasión para pedir disculpas… a puto nadie». Estas fueron anoche las palabras de Justin Timberlake durante un concierto de presentación de su próximo trabajo. Unos días después de que Britney Spears pidiera «perdón por algunas cosas» escritas en su libro y también por «haber ofendido a personas a las que realmente quiere», al tiempo que se molestaba en promocionar el nuevo single de Timberlake -sin que nadie se lo pidiera, ni lo esperara-, la respuesta de él es esto.
Quizá esté resentido por el funcionamiento comercial de ‘Selfish’. Quizá esté resentido por reseñas que están titulando directamente que su canción y casi toda su carrera es un «ñordo». Quizá tenga razón en que no tiene que pedir disculpas a nadie porque no conozcamos del todo su versión de la historia. Pero todo su comentario público sobre lo que ha acontecido en los últimos días es esto:
‘Selfish’ llegaba el viernes pasado al mercado rodeada de una enorme expectación. Es el primer single del primer disco de Justin Timberlake en 6 años. Es el primer single de Justin Timberlake desde que Britney publicó sus memorias, en las que cuenta por ejemplo que él la obligó a abortar. Y es el primer single de Justin Timberlake desde que se ha asentado lo que se conoce como cultura de la cancelación. El público que vio caer la popularidad de Janet Jackson por el incidente de la teta -sin pezón siquiera- en la Super Bowl, pero a él no, le tiene más ganas que nunca. Y no para bien.
Sin embargo, a su vez hay gente que ha ido cancelando la cultura de la cancelación. Si Britney disfruta de ‘Selfish’, ¿por qué tú no? Olvidándonos por un momento de la vida personal de Justin Timberlake, ¿cuán buena es la canción? ¿Es justo afirmar, como dice el crítico de Consequence, que es una mierda como «sus últimos 10 años de música»?
Ciñéndonos a la producción, un regreso de Justin Timberlake de mano de Timbaland habría sido muy apetecible. No hay nadie exprimiendo las fronteras entre jazz, R&B, soul, hip hop y electrónica como ellos hicieron en temas como ‘Suit & Tie’ o ‘Mirrors’, clásicos de nuestro siglo. El último álbum de Justin hasta ahora, ‘Man of the Woods’, ya estuvo marcado por el recelo popular. Su recepción fue muy irregular. Y aun así había canciones que jugaban con diversos géneros de manera tan cuca como la canción titular, producida por The Neptunes. Da la sensación de que habría sido un hit en boca de, por ejemplo, Jon Batiste o Justin Bieber. Es tan transversal que lo mismo le gustó a Blur: es la única canción del mundo que tiene algo de ‘Tender’ y algo de ‘Coffee & TV’ al mismo tiempo.
De regreso, Timberlake no ha seguido el camino Timbaland/Neptunes, salvo en cuanto a minimalismo. ‘Selfish’ es una canción en pequeño, producida esta vez junto a Cirkut y Louis Bell, de la que lo mejor que se puede decir es que suena mona. La producción y el acercamiento al falsete del estribillo son preciosos. En la mayoría del tema apenas suena un teclado en modo órgano o similar, y una caja de ritmos tan rudimentaria que podría haber salido de un teclado de juguete que tuviera por casa uno de sus dos hijos. Es una idea excelente para un tema que nos hablara de inocencia o amor puro. Da la impresión de que si la hubiera sacado Harry Styles podría estar pegando, aunque cuesta creer que este la usara de primer single en lugar de como cuarto. Pero es buena. Además, está inspirada en el ‘Jealous Guy’ de John Lennon, pero en el que cantó Donny Hathaway.
Su principal problema es que su letra no se adapta a 2024. Parece ciertamente escrita en 1971. Timberlake, que tiene un disco llamado ‘Justified’, dedica este tema a justificar las decisiones o los malos pensamientos que tiene por amor. Y es este un amor posesivo: «no quiero que otros tíos ocupen mi lugar, nena, soy muy orgulloso». A continuación añade: «sé que puedo estar equivocado, pero no quiero estar en lo correcto». Y el estribillo redunda: «si me pongo celoso, no puedo evitarlo. Quiero hasta el último pedazo de ti, supongo que soy egoísta. Es malo para mi salud mental, pero no puedo luchar contra eso». Sin pelos en la lengua, Justin Timberlake está retratando todo lo que temías que pudiera ser. Como se diría hoy en día, se está retratando. O coronando (para mal).
En las listas de éxito, ‘Selfish’ está siendo recibida con enorme tibieza. Las playlists de novedades se rindieron ante ella, pero Today’s Top Hits, la más importante y poderosa del mundo, le dio la espalda. Como resultado, se espera un top 15 muy justito en Estados Unidos, y el top 40 en Reino Unido está cada día más complicado. En España un top 100 sería un milagro. ‘Selfish’ solo fue el top 92 del Global de Spotify el día de salida, después se hundió hasta desaparecer del top 200 y en los últimos días ha remontado algo (puesto 174 del Global), parece que asistida por las radios. Desde luego no por ese vídeo que según Sony pretende contraponer «actuación y realidad», a «artista y persona» y al final no va a ningún sitio.
La «performance» de ayer no parece el camino para que el público casual del mundo del pop le dé una oportunidad a un digno tema. Cuando Justin dice que no tiene por qué pedir perdón, ¿a quién se dirige? ¿Quién cree que es su público objetivo? ¿Los amigos de Pedro Sánchez que creen que el feminismo ha llegado demasiado lejos? ¿El tipo de hombre blanco que vota a Donald Trump? Para el tipo de público concienciado y preocupado por la igualdad real, estas no están siendo las formas de programar un comeback. Sobre todo cuando el tema es bueno, pero no histórico. Como comentó un colega en sus Stories: «dame algo que tenga que escuchar a escondidas. No esto».