Karmento, que canta a la tradición de su ciudad (Albacete) y de su pueblo (Bogarra), se suma a una tradición más, esta más reciente al proceder de la historia del pop. Si has formado parte de alguna manera del Festival de Eurovisión, es costumbre aprovechar la celebración del certamen para lanzar nuevo tema o disco; y dicha costumbre es extensible a la final nacional, en este caso el Benidorm Fest. La manchega dio un gran paso al participar en su 2ª edición. No ganó, tan solo quedó 6ª, pero sí estuvo en el top 3 de público, televoto y demoscópico, es decir, estuvo un poco en el corazón de todo el mundo, acercando a la gente a los sonidos tradicionales de su comunidad y de nuestro país.
‘Quiero y duelo‘ no aparece en este tercer disco de Karmento, que tiene en el epicentro otras ideas. En concreto, el curso del agua de la sierra al mar, como metáfora del desarrollo de la vida. También, de nuevo, un acercamiento a los pueblos y a sus historias, en estos tiempos en que tanto se habla de la España vaciada.
‘El aguadero’, el primer tema, es una bienvenida a su hogar. Un hogar al que se accede por la «senda del Castañar», entre un «flujo de agua clara», cuando «los feriantes marchan ya». Karmento utiliza el sonido ambiente de naturaleza y animales para llevarnos a su terreno, a su tierra. En un disco que tanto habla de ríos, es propio que encontremos canciones «ídem» como la titular que en su último medio minuto enloquece; o la excelente ‘Me dio pelusa’, que debatiendo entre amor o envidia (¿amor o celos?), incorpora arreglos de pasodoble interpretados por la Banda Municipal de Bogarra.
Karmento se inspira en Castilla La Mancha, pero como la música no conoce fronteras, ‘La loca del pueblo’ son unos verdiales llegados de Málaga, en retrato de esa persona perdida que podemos ser en cualquier momento todos nosotros. A todos nos «entra más sed de ti, al beber de otra fuente».
La celebración del folclore en esta obra es tan hermosa que no habría necesitado más adorno. Sin embargo, por la obligatoriedad de reinventarse del artista, están acreditados a Joel Condal los toques vanguardistas del disco, que son, eso, solo un adorno, si bien pertinentes. Los primeros instantes de ‘Fuego encendido’ suenan maliciosos por puro miedo (“ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares, no me dejes sola, que me perdería”). La alegre ‘Remanso’ también cuenta con sus detalles electrónicos, y ‘Fangos‘ es ese single diferente, arriesgado (por momentos «spoken word») ya obligatorio en un tercer álbum. Karmento supera ese reto con nota.
Todo está en su sitio en esta cuidada producción de trompetas, violines, pianos y guitarros, y también aullidos, carcajadas, piropos y gritos de locura en retrato del nacimiento y la muerte de nuestra vida o el amor. El cruce entre tradición y vanguardia no es la noticia aquí, eso sí. Sino cuánto gustaría el bellísimo retrato de ‘Viejos padres’ a los seguidores de Amaral, y cuánto gustaría ‘Hay que soltar’ si fuera capaz de llegar a los seguidores de Ana Belén. Karmento ofrece un disco más completo que ‘Este devenir‘ con música apta para las personas con cierta sensibilidad de cualquier generación.