Kacey Musgraves empieza su disco observando un mensaje en el cielo, como venido “del otro lado”, en ‘Cardinal’, después de haber perdido a “un buen amigo”, y lo termina, en ‘Nothing to Be Scared Of’, asumiendo que efectivamente “no hay nada que temer”, que el “tren” que viene a recogerla, nunca “se irá de la estación” sin ella. En ambas canciones, Musgraves plasma una visión determinista de la vida: su destino está sellado. El amor de su vida -si es que tal cosa existe- está ahí afuera. Solo tiene que llegar. Y llegará.
De un lado al otro del disco, en ‘Deeper Well’ transcurre un camino lleno de reflexiones, de certezas pero también dudas, que Musgraves expresa musicalmente con toda la serenidad y contenta felicidad que le caracteriza. Incluso su disco de divorcio, ‘star-crossed’ (2021), no renunciaba a ver el vaso medio lleno. Para Musgraves, la felicidad siempre está teñida de melancolía. Quizá es imposible que sea de otra manera. En ese equilibrio, la autora de ‘Happy & Sad’ encuentra su hueco.
Así, las canciones de ‘Deeper Well’ se suceden sujetas a diversas dicotomías, entre el “amanecer” y el “atardecer” en ‘Giver / Taker’, o entre la necesidad de que un amor dure para siempre (‘Jade Green’) y la realidad de que, a veces, hay que dejar ir y partir. En ‘Moving Out’, la metáfora de una “mudanza” sirve a Musgraves para componer una de sus canciones más serenas y bellas. La Dido de ‘Life for Rent’ parece definitivamente una inspiración. Y nunca se referencia a Dido suficiente.
Porque si algo sabe hacer Musgraves es escribir canciones que reconfortan como un abrazo o un té caliente. Pueden ser tan bonitas como ‘Too Good to Be True’, otra pieza teñida de incertidumbre. En ella, Kacey pide que “por favor, no hagas que tenga miedo de abrirme otra vez”. Aunque, en ocasiones, es verdad que ese té caliente, a Kacey le sienta más bien como una infusión. Suenan adormiladas composiciones como ‘Giver / Taker’ o ‘Sway’ que demandan algo más de ambición en las melodías. La profundidad de ‘Deeper Well’ canción se transforma en modestia en ‘Jade Green’.
Desde otro punto de vista, Musgraves entrega una agradable colección de canciones folk que melódicamente ofrecen un bálsamo, mientras, en el plano lírico, se abren a hacerse preguntas o afirmaciones que pueden resultar incómodas. La preciosa ‘The Architect’ cuestiona la existencia de un Dios, y también es agnóstica ‘Heaven Is’, que prefiere ver el cielo no en el más allá, sino en la tierra que pisamos. En ‘Dinner with Friends’, Musgraves celebra las pequeñas cosas de la vida y rinde homenaje a su estado, Texas, pero “no a sus leyes”.
Musgraves encuentra particular inspiración en la astrología, no solo en la pista titular, que habla del “retorno de Saturno”, sino también en sus constantes referencias al sol o a la luna, cuya luz y calidez tanto la reconfortan. El “cielo de Miyazaki” inspira la cuca ‘Anime Eyes’ y, efectivamente, la primera imagen del disco, es la de Kacey mirando al cielo, en la popera ‘Cardinal’, cuya melodía se parece a la de ‘Say it Right’ de Nelly Furtado. “No puedo decir que no ame la luz y la oscuridad”, decía esa canción. ¿No es esta canción un poco ‘All Good Things’, en el fondo?
En ‘Deeper Well’ canción, Kacey Musgraves se “deshace de viejos hábitos” y recurre a una de las metáforas más hermosas de su carrera, la de un “pozo” lleno de sabiduría al que ha llegado gracias a la madurez. Kacey se ve en el reflejo del agua y sabe que todo va a estar bien. Lo hace en un bonito disco que, sin reunir una colección histórica de clásicos como hizo ‘Golden Hour’ (2018), sabe emocionar en pequeño.