No entraba en mis planes defender el viaje al espacio de Katy Perry, pero cada día tiene más razón Ethel Cain cuando denunciaba que el mundo vive una epidemia de la ironía y que ya nadie se toma nada en serio. Proliferan en internet los memes de Perry hablando de polvo de estrellas y besando el suelo después de llegar a la Tierra reduciendo su experiencia a «cuatro minutos» de viaje espacial, como si viajar al espacio no fuera una experiencia absolutamente brutal que requiere un inmenso coraje. Y dinero en el banco, también, eso no lo niega nadie. Pero no reduzcamos la experiencia de estas seis mujeres a la nada, porque viajar al espacio no es cualquier cosa.
Está claro que la idea de viajar al espacio es menos interesante que antes para el público general. ¿Alguien recuerda que Lady Gaga iba a actuar en el espacio en 2015? El día anterior al viaje de Perry y sus compañeras, la periodista y prometida de Jeff Bezos Lauren Sanchez, la presentadora Gayle King, la científica y activista Amanda Nguyen, la productora de cine Kerianne Flynn y la ingeniera espacial Aisha Bowe, comenté la noticia entre amigos y nadie la conocía. La mejor reacción retrataba a Katy Perry yéndose al espacio a buscar fans de ‘143‘ porque en la Tierra no los encontraba. Pero, en general, a nadie le había impresionado este hecho. Claro, Jesús Calleja ya había ido al espacio dos meses antes y tampoco su travesía importó a nadie, a pesar de que su vuelo, como el de Perry y compañía, también lo lanzó Blue Origin y duró 11 minutos.
Sin embargo, Katy Perry parece estar en el centro de la conversación sobre esta visita a la línea de Kármán. Claro, es una estrella del pop reconocida mundialmente y su papel era exactamente ese, atraer atención a un episodio de viaje espacial cortesía de Jeff Bezos. Su luz -la de su celebridad- ha iluminado al resto de pasajeras a las que probablemente tenías menos ubicadas, incluida Amanda Nguyen, que es una verdadera astronauta, y que tuvo que abandonar su sueño de viajar al espacio después de sufrir una violación. Nguyen ha invertido una década de su vida denunciando abusos y ha logrado cambiar leyes. Ella y Aisha Bowe merecían estar ahí más que nadie.
Sin embargo, el último lanzamiento de Jeff Bezos no es una cuestión de mérito. O no solo exclusivamente. Katy Perry ha merecido realizar este viaje lo mismo que Jesús Calleja. Depende de cómo se mire, probablemente ambos «merecieran» viajar al espacio más que tú y que yo. Perry, en concreto, ha escrito multitud de canciones que han brindado alegría al mundo y dedica su vida a entretener, inspirar, influenciar y aportar color en cada uno de sus conciertos. Su papel en este viaje ha sido demostrar al mundo que el turismo espacial ya es posible y que será una realidad para todos tarde o temprano. Que en unos años dejará de ser solo cosa de ricos, como también dejó de ser cosa de ricos conducir coches, volar en avión, poseer teléfonos móviles, inyectarse bótox o comprar por internet. ¿Se supone que nos tiene que dar igual que una persona de a pie -sea famosa o no- pueda volar al espacio? ¿En serio?
El objetivo de la misión de Blue Origin -una empresa que existe desde hace 25 años y que ha lanzado cientos de cohetes al espacio- es el de realizar una investigación científica. Como mínimo, algo a tener en cuenta. Tanto Gayle King como Asha Bowe han hablado de los beneficios y avances que la investigación espacial genera en la vida en la Tierra y que en la actualidad disfrutamos todos. Quizá -solo quizá- este trayecto a la frontera de la atmósfera tenga algún propósito científico -y lo tiene- por mucho que nos obsesione examinarlo desde el cinismo más absoluto. ¿Y alguien puede acusar a Amanda Nguyen, una persona que es astronauta y que no es rica, de intrusismo laboral y de intervenir en la «destrucción» del planeta?
Perry está siendo el blanco fácil desde todos los frentes. De la misma manera que ella se ha puesto el traje espacial azul, el resto del mundo ha decidido ponerse zapatillas para participar en las Olimpiadas del critiqueo. Perry está siendo objeto de mofas por hablar sin tener mucha idea durante una entrevista previa al viaje sobre teoría de cuerdas, Pitágoras y sobre «los cálculos y esas cosas». Pues bien por Katy Perry por hablar de manera honesta sobre un tema que le interesa pero que no entiende y al que habrá dedicado horas mientras se preparaba para abandonar la Tierra unos minutos. Yo lo habría explicado igual de mal o peor, pero yo no tengo los ovarios de meterme en una cápsula espacial.
Es verdad que el discurso mágico de Katy Perry -que arrastra desde hace años, no es de ahora- da pereza. Que cuando vuelves a la Tierra lo primero que se te ocurra decir es que te sientes «más conectada al amor que nunca», no es lo más inspirador. Pero también es cierto que no parecía la única que iba colocada después de haber -literalmente- viajado al espacio. Y solo Diosa sabe qué pasaría por su cabeza horas antes de despegar: ella se llevó consigo una margarita para tener a su hija Daisy presente por si no volvía. Por suerte, regresó junto a sus compañeras, aunque muchos estén deseando que se hubiera quedado ahí. Se me ocurren muchas personas a las que chutar al espacio antes que a Katy Perry, la verdad.
Es criticable para muchos la mera asociación de Katy Perry y sus compañeras con el multimillonario Jeff Bezos. Uno de los argumentos más utilizados -y más falaces- es que, mientras este viaje espacial ha costado millones de dólares, las personas de a pie siguen sin llegar a fin de mes. Otros acusan a Perry exageradamente de participar en la «destrucción del planeta». No voy a defender a Bezos ni su adulación a Trump ni Amazon. Pero sí voy a defender a Katy Perry porque la realidad es que por mucho que su vuelo al espacio haya costado millones de dólares -pagados por una empresa privada- la realidad es que ese dinero nunca iba a solucionar el hambre y las desigualdades en el mundo. El hambre, las desigualdades y el cambio climático seguirán existiendo aunque Jeff Bezos no mande un solo cohete más al espacio en toda su vida. Comentar los cientos de miles de aviones que salen fletados cada día contaminando el mundo, o la cifra de países que han reducido su pobreza en los últimos 10 o 15 años, lo dejamos para otro momento. Ojalá sigamos avanzando en ambas direcciones, en el del avance tecnológico y en el de eliminar el hambre en el mundo.
Ha habido un evidente problema de comunicación promocionando este viaje espacial como un asunto feminista, mientras muchas mujeres de la NASA están siendo despedidas por asuntos varios. Es gracioso que se diga que este ha sido el primer viaje al espacio realizado por un equipo exclusivamente femenino desde 1963, cuando en 1963 el viaje hecho exclusivamente por mujeres lo hizo una sola mujer, la rusa Valentina Tereshkova, hace 62 años. Por supuesto, ya habíamos entendido que el feminismo no pasa solo por que las mujeres igualen el éxito de los hombres en las carrera profesionales que ellos mayormente persiguen. Sin embargo, este viaje sí es un éxito de representación; quizá en el futuro veamos a muchas más mujeres profesionalizadas en la ciencia espacial en parte gracias a este pequeño pero gran momento mediático. Porque esto ha sido este viaje, una comidilla para los telediarios. Pues muy bien.
Me niego a pensar que ver a Katy Perry flotando en gravedad cero no ha sido un gran momento televisivo que recordaremos en el futuro. Si yo estuviera en su posición, me sentiría muy orgulloso. Y, la verdad, mientras en cuestión de semanas o meses se han encadenado en las noticias una tragedia humana tras otra absolutamente horribles -el incendio en una discoteca macedonia, el derrumbe del techo de una discoteca de Santo Domingo, la muerte de dos fotógrafos en un festival mexicano, la muerte de una familia catalana tras estrellarse su helicóptero en el río Hudson de Nueva York, la muerte de tres personas tras estrellarse su avioneta en Florida 24 horas después-, mientras los telediarios nos saturan cada día con imágenes de guerras y muerte, yo me voy a permitir el lujo de celebrar que al menos una cosa ha salido bien.