La liturgia de King Gizzard & The Lizard Wizard es un alboroto

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La liturgia de King Gizzard & The Lizard Wizard es un alboroto

La gira europea de King Gizzard & the Lizard Wizard tiene un formato bastante diferente: tres fechas en cada ciudad, pocas ciudades, recintos singulares. En Vilnus tocan en una prisión, en Atenas en un anfiteatro. Y en Barcelona, en el Poble Espanyol.

Ayer fue el primero de los conciertos. Hay una muy buena entrada para ver a los chalados australianos: gente que había venido de toda España para las tres fechas, multitud de guiris, algunos disfrazados. Un colega de Madrid que viene todos los días me chiva que hay personas que se recorren toda la gira. KG&TLW generan un culto enorme. Es curioso el éxito de un grupo que a priori no es nada fácil: son muy prolíficos (¡en junio sacan su disco número 27!), cambian de género con pasmosa facilidad, y están repletos de tics setenteros. Pero precisamente es su energía inagotable, su pericia instrumental y su desparpajo, junto con la complicidad del público, lo que hace que triunfe su propuesta.

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La temperatura en Barcelona es agradable. Hay nubes amenazadoras, pero afortunadamente solo caen dos gotas. Los teloneros son Etran de l’Air de Níger, que practican blues rock tuareg. Se enzarzan en mantras progresivos y bailables, largos desarrollos de furia ascendente, mientras los fans de los KG&TLW los siguen muy atentos y entregados. Solo media hora, pero intensa.

Hay intriga con lo que nos van a ofrecer los australianos. En la noche del viernes lo que vamos a tener es a todos los KG&TLW posibles en forma de bloques, jams e improvisaciones. Aparecen puntualísimos. Hay un griterío ensordecedor, pogos y crowd-surfing desde el minuto 0. Pero es que han abierto con el inicio de ‘Nonagon Infinity’, uno de sus discos más famosos. Van a piñón fijo y es divertidísimo ver al público. En mi zona el sonido es muy bueno pero, me cuentan luego, que en el meollo no sonó bien.

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KG&TLW tocan una jam larguísima, van encadenando las canciones sin pausa. Rematan con una flauta a lo Jethro Tull ¡y la gente hace lololo hasta con la flauta! De momento, les está dando por la psicodelia esta noche. Psicodelia que se va convirtiendo en tropicalismo más calmo. Siguen encadenando temas sin pausa, en fase más “Santánica” (que no satánica). Una larguísima ‘Muddy Water’ sube la tensión. Lo mejor sigue siendo ver al público: lo mismo te hacen un pogo en espiral que se sientan como si estuvieran en galeras. Los lagartos se hacen cada vez más blueseros, más tóxicos. Y casi una hora después de empezar, llega la primera pausa para aplausos.

Y hay un cambio de tercio radical. Se sacan los aparatos de la portada de ‘The Silver Cord’ y empieza la electrónica. Porque excepto el batería, todos han dejado sus instrumentos y andan con los cachivaches. Ahora son una mezcla entre Prodigy y Beastie Boys. Hemos pasado de Woodstock al Sónar en un plis. Los pogos continuan igual. Así otros 20 minutos hasta que vuelven al hard rock psicodélico, en el momento más aburridillo del concierto.

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Poco dura, por suerte. Enseguida ponen todo patas arriba con trash metal. Para acabar dicen que «una más», que en verdad son como 4 ó 5, en que cambian de tercio con asombrosa facilidad: psicodelia, glam, hardcore… Tras 20 minutos de “última canción”, acaban sin la patochada de los bises. Han sido más de dos horas de liturgia lagarta. Cuando nos encontramos con los colegas que se han aventurado en el pogo, los encontramos sin camisetas, con las gafas rotas… y completamente felices.

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