
Todos sabemos que la animación permite muchas cosas que el cine normal jamás podría aguantar, porque la película quedaría recargadísima de efectos especiales. Por eso está bien ir de vez en cuando a ver una película de animación, como podría ser Monster House.
Monster House cuenta la historia de una casa en mitad de un barrio plagado de niños. En la casa vive un viejo muy cascarrabias que les roba todos los juguetes que caen en su jardín y les echa unas broncas de no te menees cada vez que pisan su césped. Hasta que, mientras zarandea a uno de los niños, le da un ataque al corazón y se lo llevan al hospital. Entonces la casa empieza a comerse a la gente y a intentar tragarse al primero que se acerque por todos los medios.
Así, a grandes rasgos y sin spoilear mucho, este es el argumento de una película bastante entretenida, con puntos graciosísimos y que se deja ver. A su favor hay que decir que el final, la explicación de la historia y de porqué la casa está encantada son realmente originales y no te los esperas en absoluto. Nada es lo que parece, que es algo que -en una película para niños- se agradece. Por otro lado, la calidad gráfica de la película es sencillamente espectacular. En su contra hay que comentar que a pesar de lo original del final, el guión algunas veces flojea un poco. Id a verla y llevaos a vuestros primos, hermanos pequeños y/o sobrinos porque la van a disfrutar casi tanto como vosotros. 7.








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Ya era hora de irle viendo la cara a lo que Isabel Coixet ha denominado como “la niña Jesús de la Cienciología”. Al final resulta que la hija de Tom Cruise y Katie Holmes, llamada Suri, ni es invisible ni nada por el estilo. Y es que, de hoy en adelante, la vamos a ver hasta en la sopa. 
Sin muchas ganas y por hacer algo, fui a ver ‘Alatriste’ al cine completamente predispuesta a que no me gustara nada. Como rectificar es de sabios (o de gente como yo, con demasiados prejuicios) salí de la sala sorprendentemente contenta a pesar de haber salido de ver una película -glups- española; después de la rachita que llevamos de fiasco tras fiasco. Unos días después, con la película bien rumiada, concluyo que está bastante bien aunque, como todo, tiene sus cositas.
Después del interesante aunque pelín aburrido ‘Alphabetical’, la banda gala Phoenix entregó hace unos meses su nuevo álbum de estudio. Autoproducido por ellos mismos, el grupo ha buscado un sonido mucho más directo, huyendo de la pátina de electrónica-a-lo-Air de su anterior entrega y que les valió el sambenito de grupo «soft-rock».

Después de haber editado cinco álbumes en menos de tres años (incluyendo ‘EP’, un recopilatorio de caras b’s y rarezas que para mí es, curiosamente, su mejor obra), los hermanos Friedberger han demostrado ser una de las bandas más prolíficas del momento, con desiguales resultados, y han cosechado tantos fans como detractores. De hecho, creo que incluso sus fans se tornan detractores en determinados momentos y al revés, y que su ecléctica forma de concebir el pop como un remedo experimental de rock-blues-disco-pop-electro-ópera (art-pop, dicen los listos) busca abiertamente ese amor-odio por parte del oyente.

Sólo uno de cada 100 artistas descubiertos en Myspace merece la pena y una de las afortunadas es 






¿A qué se dedicarán los Franz Ferdinand en sus ratos libres cuando una noche duermen en Gotemburgo y la siguiente en Bolonia, para dos días después volar a Melbourne? Yo suponía que a descansar, pero hay uno de sus miembros que ha encontrado una vía de escape a esas giras por todo el mundo, a esas promos interminables y a esa vorágine que les acompaña desde 2004. Me refiero a Nick McCarthy, el guitarrista (y algunas veces voz), ese chico tan bailongo y sonriente a la derecha de Kapranos que desde 2005 tiene un proyecto alternativo a FF junto al alemán Alexander Ragnew llamado 




Jarvis Cocker, ex líder de Pulp, una de las mejores bandas británicas de todos los tiempos; se ha subido al carro de lo que ya hicieran otras famosas como Madonna o Ana Botella: los cuentos infantiles.


Elton John, noticia todos los días por sus opiniones de los demás, ha afirmado recientemente que quiere introducir hip-hop en sus canciones. A sus 59 añitos de edad, declaró semejante bomba a la Rolling Stone: «Puede ser un desastre o ser fantástico. No lo sabré hasta que no lo intente». Su próximo disco, ‘The captain and the Kid’, sale a la venta el mes que viene. ¿Se lanzará con el ragatón para el siguiente? ¿Ha perdido la cabeza ya definitivamente? ¿Se arruinará ante tal experimento y tendrá que vender su colección de sombreros y gafas? ¿Echará de menos su polémico dueto con Eminem?