Como digo siempre, en las revistas salen tantos discos, tus amigos te recomiendan tantos grupos, que cuando llegas a la tienda o a los programas de descarga de Internet, no sabes muy bien por dónde empezar. Casi nunca son gran cosa, después. Y casi me fío más de recomendaciones de viejos grupos que de los actuales, que rara vez enganchan demasiado. Linda Draper, una cantante de folk americano a lo Beth Orton, Julie Doiron o Cat Power, no va a salvar el mundo pero tampoco está peor que otras cosas de las que se habla más. Sus canciones suelen consistir, como las de Lou Rhodes, en ella en solitario con su guitarra, con alguna distorsión aislada fruto de la producción de Kramer (Sonic Youth). ‘One, two, three, four’ es el primer disco que saca en España (el cuarto en total) y es muy agradable de escuchar. Me gustan mucho tres canciones que se llaman ‘Jezebel’, ‘Needlessly’ y ‘Lifeboat’. Imprescindible para los aficionados al género. 7

Mientras que el primer independizado de los extintos The Libertines, Pete Doherty, continuó su aventura musical con Babyshambles hace ya dos años (y con su aventura pictórica hace poquito también), el otro líder de la banda ha tardado un poco más en despertar de su letargo, pero ha merecido -y mucho- la pena. Carl Barât renace cargado de energía e inspiración con su nueva banda, Dirty Pretty Things, para la cual ha contado con un ex libertine, el batería Gary Powell, además de Anthony Rossomando y Didz Hammond.

Dirty Pretty Things se presentó en sociedad en un concierto secreto en octubre de 2005 en París, ciudad que, paradójicamente, acogió el último bolo de The Libertines al completo. Su primer largo se titula ‘From Waterloo To Anywhere’ y nos devuelve al Barât más inspirado y más en su salsa después de todos los disgustos que ha vivido el pobre en los últimos años. Una cosa está clara: si te gustaron The Libertines, te encantará DPT, ya que recupera la esencia originaria de aquel grupo, e incluso hay canciones en las que recuerdan excesivamente a antiguos temas. Pero bueno, es como pedirle a Paul McCartney que no suene a The Beatles. El disco arranca con mucha fuerza con ‘Deadwood’, que ya adelanta que casi todos los tracks van a moverse entre el rock garagero y algún arranque de post punk, todo muy bailable y siguiendo la estela del brit-rock. El single de presentación, ‘Bang Bang You’re Dead’ está predestinado a ser coreado en los clubes de moda durante toda la temporada. El tema más libertine es ‘Blood Dirty Bastards’, que provoca una cierta nostalgia.

Decididamente, Carl Barât sale muy airoso con esta banda y ha presentado un disco mucho más sólido y regular que el de su ex compañero Doherty, sin temas de relleno, con más habilidad vocal e instrumental y un estilo infinitamente más definido. Lo puedes ir escuchando en el su myspace para después comprártelo, porque realmente merece la pena. 8.

Lou Rhodes es conocida por ser la ex-cantante de Lamb, grupo al que en su momento se metió en ese gran saco que se llamó trip-hop, aunque con la perspectiva del tiempo no quede tan claro qué fue eso. Tras la separación de Lamb en 2004, Lou tomó un nuevo rumbo y grabó su primer trabajo en solitario, ‘Beloved One’. Dejó la electrónica y se pasó al folk. Ya no hay rastro de bases electrónicas y el principal instrumento es su voz que sobrecoge canción tras canción.

No hubiese sabido de la existencia de este disco de no ser por el concierto que dio en el FEMME. Y de no ser por ciertos programas, no lo hubiese podido escuchar. Ya se ha convertido en uno de mis favoritos de este año. Encontrarlo en Madrid es una tarea imposible, así que para haceros una idea podéis oír algún tema en la página de su sello, Infinite Bloom. Atención sobre todo a ‘Each Moment New’, ‘Beloved One’ y ‘Save Me’. 8.

Psapp, nuestro top 1 esta semana, es un dúo británico conocidillo porque un tema suyo, ‘Cosy in the rocket’, que por cierto no está en ninguno de sus dos discos, es sintonía de la serie ‘Anatomía de Grey’. Son una mezcla entre CocoRosie, Eels, Feist con y sin Gonzales y, en contadas ocasiones, Herbert y Stereolab. Carim y Galia son de esos colgados que se dedican a grabar el sonido de una goma del pelo contra una silla y a partir de eso hacen canciones. Porque sí, a diferencia de Matmos, hacen canciones pop. ‘The only thing I ever wanted’ es su segundo disco y estoy absolutamente enganchado porque me gustan los 11 temas. Desde las tiernas ‘Tricycle’, ‘Make up’, ‘Hill of your home’ y ‘Upstairs’ a las tribales e hipnóticas ‘Eating spiders’ y ‘Hi’ pasando por las cuerdas de ‘This Way’ o el caos de ‘The Words’. Y una curiosidad, como se desprende de su myspace, donde por supuesto puede escuchárseles, están obsesionados con los gatos. 9

En la primera escucha del nuevo disco de Final Fantasy, apenas distingues una canción de otra. En la segunda, el disco sigue arrancando bostezos; en la tercera, concluyes que Owen Pallett definitivamente no es «el-nuevo-Patrick-Wolf», en la cuarta; temas como ‘The Pooka sings’ o el single ‘Many lives -> 49 MP’ empiezan a destacar pero sólo levemente. No es hasta la quinta escucha que se empieza a entrever el valor de este segundo disco.

Final Fantasy es el proyecto de Owen Pallett, violinista colaborador de grupos como Hidden Cameras o Arcade Fire. Además de este grupo, Owen es miembro de Les Mouches, una banda de noise y blues; Fat Canada, una banda de synthpop cuyos conciertos van a ser una especie de batuka, y Tenderizer, un grupo a lo Iron & Wine. Nosotros le conocemos básicamente por el disco con el que como Final Fantasy debutó en 2005, ‘Has a good home’, de sonidos folkies, oníricos y casi infantiles. Con marcado carácter de banda sonora, hasta el punto de que él asegura que el disco está inspirado en ‘Dragones y mazmorras’, y unas letras que vuelven una y otra vez sobre el suicidio, este segundo ‘He poos clouds’ carece casi por completo de guitarras y baterías, más cerca a menudo del barroquismo de Vivaldi (‘He poos clouds’ tiene un momento muy ‘Invierno’) que de la música pop actual. A unos puede irritar, a otros aburrir, pero es indiscutible que Owen tiene su propia personalidad, una de las cualidades que personalmente más valoro en un artista… no cualquier pelagatos es capaz de hacer un disco tan lleno de tensiones y matices como éste. 8.

Ocurre que la mayoría de la prensa de tendencias de nuestro país se hace en Barcelona, de manera que las expectativas que crean en torno a proyectos como Antònia Font o Refree, cantados en mallorquín y catalán, son francamente desproporcionadas. Porque no es para tanto. Los discos de ambos contienen maravillas como ‘Robot’ o ‘Armando rampas’ en el caso de los primeros o ‘Inventario’ en el caso del segundo, pero el resultado global cuando escuchas sus discos resulta irregular y muy decepcionante.

Este ‘Batiscafo Katiuskas’ de Antònia Font me gusta moderadamente, más o menos lo mismo que los últimos discos de Javier Álvarez, al que por cierto no vi en ninguna lista de lo mejor del año pasado. Y mira que algunas eran largas. Más que nada porque son exactamente lo mismo: música de cantautor tan preocupado por la modernidad como por el ser humano, muy bien arreglada y ambiciosa en cuanto a sus devaneos con varios estilos musicales (en el caso de Antonia, una especie de mejunje musical no demasiado coherente de los grupos que van al Primavera Sound)… pero con una carencia considerable de buenas canciones. Y éste es el mayor defecto que se puede poner a ‘Batiscafo Katiuscas’, un disco que está bien, sin más. El single, ‘Wa Yeah!’, recuerda mucho de hecho a ‘Ochenta’ de Javier Álvarez, pero bueno; la épica ‘Batiscafo Katiuskas’, tan Flaming Lips, la preciosa ‘Mecanismes’ o el homenaje a Julio Cortázar, están mejor. En medio, una sucesión de canciones normalitas (‘Tokio m’és igual’), anodinas (‘Darrera una revista’, ‘Love song’) o directamente rallantes (‘Nata’). ¿Nos fallará el idioma? No sé, el mallorquín es una lengua que se caracteriza por entenderse bastante bien… y tampoco es que prestemos una atención obsesiva a todo lo que escuchamos en inglés, francés, alemán, japonés o castellano, ¿verdad? 6