Ayer, JNSP consiguió colarse en el preestreno de la quinta entrega de Harry Potter. Que quede claro ya que Piscu y Farala, que fuimos los que nos colamos, somos grandes fans y lo vemos todo con buenos ojos. Ya nos gustaría haber ido disfrazados como si en lugar de al cine fuésemos a Hogwarts, pero al final no nos dio tiempo a hacernos con varitas ni capas ni nada, así que fuimos tal cual. Al llegar al Kinépolis, lugar donde se celebraba el evento, como Piscu tenía que trabajar un poco en el photocall, nos dimos cuenta de que o el caché de los famosos se ha puesto por las nubes o deberían despedir inmediatamente a los que organizaron el evento. Exactamente cuatro famosos vimos: Miriam Díaz Aroca y sus retoños, Maxim Huerta, Cari Lapique (!) y Ana la de ‘El programa de Ana’. Con este panorama, poco falta para que nos llamen a los de JNSP para ir a posar, porque vaya tela. A la salida sí que vimos a Quim Gutiérrez haciendo arrumacos con una chica, cosa que nos dio mucha pena porque os voy a decir una cosa: Quim Gutiérrez es monísimo.
Bueno, vamos a lo que interesa: la peli. Ya no es Alfonso Cuarón (que dirigió ‘Harry Potter y el prisionero de Azkabán’, personalmente la visión que más me ha gustado del libro) ni tampoco Mike Newell (también muy buena su ‘Harry Potter y el cáliz de fuego’) los que dirigen la saga, es un tal David Yates. El tipo no lo hace mal, porque los efectos especiales están fantásticos y la saga sigue teniendo ese puntito oscuro que inició Cuarón, que es de lo que más me gusta, la verdad. Por cierto, que era un estreno y por lo tanto no era en V.O., así que tuvimos que aguantar lo mal doblada que está esta película siempre. No lo entiendo, con el buen trabajo que se hace a veces en España en este campo y en este filme es prácticamente insoportable.
Pese a que casi cada película tiene un director diferente, parece que Harry Potter mantiene una unidad. Los actores siguen tal cual, muy bien caracterizados la mayoría, y los efectos especiales siguen siendo acojonantes en la mayoría de las escenas. Uno de los momentos más divertidos, para Piscu y para mí claro, es el despacho de Dolores Ambridge, repleto de platos de decoración con motivos gatunos. Como son magos, los gatos se mueven y no paran de maullar. Piscu y yo nos revolvíamos de la risa en nuestros asientos, ante tamaño despliegue de medios. De todos modos, todo lo que se esmeraron con los gatos no lo hicieron con el ogro, que está bastante mal hecho. Claro que con tanto efecto especial, el presupuesto de vestuario se ha debido de ver muy reducido, porque Harry Potter no para de salir con chaqueta de pana estilo Felipe González y el 90% de las vestimentas proceden del mismísimo Hambre & Miseria. Tampoco había presupuesto para darle a Harry unos rayos UVA, que parece una muñeca de porcelana, leches.
Lo que es una pena es que Snape, que poco a poco se ha ido convirtiendo en mi personaje favorito, salga tan poco en todo el filme (aproximadamente tres o cuatro escenas). Sin embargo, a cambio, el personaje de Loona -que es también fascinante- tiene un protagonismo casi inusual para ser un secundario. Por su parte, Ron nos ha empezado a caer cada vez mejor porque al igual que el hijo autista de ‘Pequeña Miss Sunshine’ se parece horrores a un miembro de JNSP. Lástima que no toque el acordeón.
No queremos destripar mucho la película (aunque somos mucho de recomendar leer primero los libros, que son muchísimo mejores y lo describen todo con mucho más detalle) pero evidentemente hay escenas que no salen. Por un lado, no cuentan la historia del hospital, que está muy mal porque se descubre una parte importante para los futuros capítulos. Tampoco aparece una de mis historias favoritas: la de la entrada al Ministerio de Magia, lugar donde están prohibidas las varitas de los magos y se las quitan de un modo bastante curioso antes de entrar. Sin embargo, la película en general está muy bien construida y narrada, veremos qué tal lo hace Yates en la próxima, con tanto flashback para arriba y para abajo. Totalmente recomendable, incluso si tenéis más de 18 años. Piscu y Farala. 8,5