Si de todas las películas que he visto en el Festival de San Sebastián (no muchas, que sólo he estado un fin de semana) me tengo que quedar con una candidata a la Concha de Oro, esa sería ‘Mataharis’, el nuevo largometraje de la madrileña Icíar Bollaín. Si bien es cierto que yo tengo debilidad por esta pelirroja, ya que me gusta todo lo que hace, sea delante o detrás de la cámara, debo decir que es la película que mejor sabor de boca me ha dejado en conjunto. Sin ser especialmente llamativa en ningún aspecto formal, lo cierto es que sales del cine con la sensación de que la película no tiene flecos y de que te has gastado bien el dinero (sí, pagué por verla, que luego decís que si no estamos acreditados no vamos a los sitios). Vamos, para que os hagáis una idea, es una de las tres películas en las que no me he dormido, y eso que era la última sesión del maratoniano sábado festivalero, con eso os digo todo. Y además me fui a la cama con una sonrisa de satisfacción.
Tres mujeres en distintas etapas vitales comparten su trabajo como detectives. Inés (María Vázquez) es una mujer joven que encuentra en el curso de una investigación a una multinacional lo que siempre ha buscado en su vida personal, con el consiguiente dilema ético y moral de tener que escoger entre esas dos facetas de su vida. Eva (Najwa Nimri) es una madre que trata de volver a trabajar pese a la carga familiar que soporta, a la que se suma una crisis con su pareja derivada de un secreto que sale a la luz. Carmen (Nuria González) se dedica a quitar la venda de los ojos a maridos que no quieren ver el fracaso de su matrimonio, mientras se resiste a ver que el suyo propio lleva años muerto y enterrado. Con estas premisas la directora nos presenta a tres personajes bien estructurados con tres historias independientes en un escenario común. Y la misma idea que se repite en todas ellas: ¿Qué se hace cuando descubres algo que no quieres descubrir? ¿Tiras palante y apechugas con la nueva realidad o escondes la cabeza como un avestruz? ¿Huyes? No es el fin del mundo, pero hay que tomar decisiones porque si no la vida decide por ti. Y ya me callo, que esta entrada no contiene spoilers.
El reparto, encabezado por ese trío de damas, se completa con Diego Martín (que me cae un poco gordo), el estupendo Fernando Cayo que lo hace fenomenal como jefe déspota, el goyificado Antonio de la Torre y un Tristán Ulloa anormalmente expresivo. Y es que si hay algo que la Bollaín sabe hacer bien es dirigir a sus actores, tanto a ellos como a ellas, para sacar de ellos registros distintos a los que nos tienen habituados. Cómo lo hará de bien esta mujer, que consigue que la monocorde y susurrante Náusea Nimri proyecte la voz como una persona normal. Así como lo oís. Tal cual. Ahí es nada. ¿Qué te ha parecido esa, uhmmm? Y además saca de todas ellas unas interpretaciones sinceras y cargadas de nostalgia, que te hacen querer a todos los personajes. Se agradece también mucho ver a Nuria González en un papel tan distinto a los que tenemos más en mente (‘Manolo y Benito’, ‘Los Serrano’, ‘El Rival Más Débil’…) mostrándonos otra parte de su arsenal interpretativo, que no es poco.
El ritmo si bien no es trepidante, tampoco es cansino, y se mantiene uniforme a lo largo de todo el film sin grandes subidas y bajadas, de modo que consigue mantener la atención sin que salgas con agujetas del cine de la tensión en las cervicales. Además el final queda suficientemente cerrado como para que no salgas con la sensación de haberte quedado a medias y a la vez suficientemente abierto como para que se puedan barajar un par de opciones en cada historia. Vamos, que te da para tomarte el café de después y comentar. E incluso un pintxo.
Cabe destacar como nota freak el cameo de Manuel Morón que interpreta a un vidente televisivo, con un aspecto soprendentemente parecido al desternillante Kenny look-into-my-eyes Craig de ‘Little Britain’, que hace que el padre de El Bola ya no parezca tan malo.
Además, después del dramón de ‘Te Doy Mis Ojos’, Icíar Bollaín cambia de tercio salpicando de toques de humor una peli tierna y cercana, consiguiendo mantenerse en la pomada. Bien por ella. Así que ya sabes, ve a verla o te arrepentirás. 7,5