Hoy no me dejan entrar

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Hoy no me dejan entrar

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Parece ser que los fans del musical ‘Hoy no me puedo levantar’ (porque los hay, que tiene delito la cosa) están enfadadísimos y preocupados porque los productores de la obra han vetado la entrada al teatro de su creador, Nacho Cano. Para ellos, esto es sinónimo del comienzo del fin. Al parecer, que Nacho no pueda entrar es la primera medida que seguirá a reducción de plantilla y equipo para obtener más beneficios y, en un futuro cercano, quitar la obra para poner, según dicen en algunos foros, un espectáculo de coplas. Desde aquí, sentimos que haya gente que se quede sin trabajo, pero estamos seguros de que pronto encontrarán algo mejor. No es difícil, y lo digo con conocimiento de causa. Cada uno tendrá su opinión, pero lo que sigue, que es un churrazo, es un análisis lleno de ‘spoilers’ de lo que pude ver hace justo hoy un par de años, cuando me invitaron a ver el musical.

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La llegada al Teatro Movistar a las 20.30 fue la primera sorpresa al comprobar que en la puerta había reunida mucha provincia, mucho adolescente y, por supuesto, mucha gente que luego se tiraría de los pelos por haber pagado 70 euros para ver semejante engendro. Tanto, que llego a ser yo el que doy dinero y a la salida quemo el teatro con las camisetas de Elsa Pataki que vendían en los puestos de merchandising incluidas. Anda que no.

La historia, como vais a ver, no era nada tópica. Se levanta el telón, y del suelo aparecen tres camas con gente durmiendo mientras suenas los primeros acordes de ‘Hoy No Me Puedo Levantar’. Yo pensaba que iba a salir Kylie cantando ‘Fever’, pero no, en su lugar aparecía el cuerpo de baile cantando, un poco enlatado todo, la canción que da título al musical con una coreografía muy Operación Triunfo. A la vez, aparece en el segundo nivel del escenario una cama con Colate (porque no había otro nombre mejor que el del marido de Paulina), que está con su novia Ana despidiéndose porque se va en breve con su amigo Mario a Madrid para triunfar en el mundo de la música. Ella le hace prometer que la llamará pero todos sabemos que se va a meter hasta las trancas y la va a olvidar nada más llegar. Pero no nos adelantemos.

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Se despiden y, frente a una pantalla con proyecciones de escaparates de El Corte Ingles, Mario y Colate cantan ‘Quiero Vivir En La Ciudad’ mientras hablan de lo maravilloso que será ir al Rockola y a Malasaña. Llegan a Madrid, y como no tienen sitio para ensayar, se meten a trabajar en un bar llamado el 33, donde conocen a un tipo que será luego su mánager. Es en ese local donde se enteran de que hay un concurso el 7 de septiembre para nuevos grupos, así que como sólo son dos, se buscan un batería y un guitarra.

Al primero lo encuentran en un grupo punk que canta ‘No Controles’ a lo jevi y que se queda sin grupo después de que sus compañeros exploten por una descarga eléctrica. Se llama Chacra, o algo así, y aparte de hablar como la duquesa de Alba, repite chistes dignos del peor humorista de Noche De Fiesta (valga como ejemplo lo de pasarse 10 minutos con el clásico diálogo de enredo del tipo -“¿cómo os llamáis?” -“Luna” -“¿Luna y qué más?” -“Luna y punto” -“¿Luna y punto, qué nombre más chungo?” -“No, Luna a secas” –“¿Luna a secas?”…). Para el guitarrista eligen a un chico marica tipo Arévalo que no para de hablar de Milán, en teoría, “la mejor ciudad del mundo”. Y claro, cuando el jevi dice que no, que es Nueva York, empiezan a cantar la canción de rima imposible mientras aparece gente vestida de raperos, de Estatua de la Libertad y demás tópicos americanos.

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Formado el grupo, que se llamará Rule, lo siguiente es cambiar de estilismo. Es justo entonces cuando entran en escena cuatro drag queens emocionadas porque han visto una película “de un tal Almodóvar”. Chistes de pedos y culos engordan el guión antes de cantar ‘Maquillaje’. Al terminar el número, Mario conoce a María, de la que se enamora, y mientras hacen cositas, el Colate se fuma un porro y canta ‘Hawai-Bombay’ con Chacras en una puesta en escena digna de obra de colegio.

Cuando ya están todos drogados se van de after a su casa, y al despertar resacosos cantan ‘Busco Algo Barato’ mientras se visten y recogen la ropa que tienen tirada por toda la habitación. Les interrumpe una llamada a la puerta. Es la novia pueblerina del Colate, que ha decidido hacer una visita sorpresa. Pero la pobre ve el percal y decide irse cantando ‘Quédate en Madrid’ así como afligida y llorando para dar pena y, sobre todo, para que veamos que Colate va por mal camino. Para olvidar el encuentro, la pandilla se larga otra vez al 33 no sin antes pasar por un concierto de de Blondie. Allí, Mario pide consejo al mánager sobre qué tiene que hacer para enamorar a María, que pasa un poco de él. Entonces el mánager le canta ‘Una Rosa Es Una Rosa’, canción que termina cuando de repente aparece de la nada una tía vestida de rusa y, sí, es verídico, el manager dice: -«Ah, no, una rosa no. Una rusa». Pie para que la tía disfrazada enseñe un tanga de piel que lleva bajo el abrigo de pieles a la vez que grita «Perestroika, Gorvachov». Y se va. Humor inteligente por todas partes.

Como el desconcierto no te deja pensar, no te extraña que desaparezca el bar y emerja del suelo una bañera con María y otra chica nueva dentro. Se están mojando los pantalones para que se les ajusten, pero hablan de lo divertido que sería hacerse lesbiana. Para probar, se dan el lote, cosa que Chacras, que estaba por allí, no entiende y por eso decide meterse en medio. Por supuesto, ellas pasan y cantan ‘Mujer contra Mujer’ mientras el otro mira, y se proyecta de fondo un vídeo de dos tías desnudas buceando como en el vídeo de Miguel Bosé y Nacho Vidal. María, confundida por el rollo bollo, canta ‘Lía’, una canción de Ana Belén que no sabemos qué cojones hace ahí pero que tampoco nos extraña, ya que el marica hasta ese momento ha cantado canciones de Rafaella Carrá, Massiel y cosas así. El número se hace con dos sábanas caídas del cielo y gente enrollándose a ellas como en el Circo del Sol. Muchos aplausos. Hay que ver lo que le gusta un efectismo a la gente.

Por fin llega el 7 de septiembre, día del concurso, y mientras el grupo espera su turno para participar en el concurso de cantantes, el marica les cuenta que se ha colado en una fiesta así, de la nada, simplemente para meter con calzador la canción ‘En Tu Fiesta Me Colé’. Por si fuera poco, la cortan por la mitad para una discusión entre el jevi y el marica del tipo “Desafinas” “No, tú más” “No, yo menos que por algo me han dado más canciones en el musical que a ti” “Ya, pero es que yo me guardo para los bises” “Pues vale”. Grandes diálogos de ayer y hoy.

Contada la fiesta, llega el momento del concurso en el que varios grupos cantan con distintos estilos ‘No Controles’. La jueza, que es una tía que cada vez que habla y se enfada le ponen la voz con efecto niña del exorcista y que, además, no para de tocarles los paquetes a todos, da como ganadores a RULE, nombre del grupo de Mario y Colate que, para celebrarlo, cantan una canción muy típica de Mecano: ‘El amargo del Pomelo’. Fin del primer acto y nosotros, sin dar crédito, deseando que no canten ‘Vivimos Siempre Juntos’, que es uno de los temas que más odio del mundo. Pequeño descanso de 15 minutos y llamada para que volvamos a las butacas. Ahí yo pensé “Pero por favor, si son las 22:30, ¿acaso hay que contar más?”. Pues parece que sí.

Sentados, se levanta el telón y vemos a Colate y al Chacras fumando un porro en una azotea. Miran las estrellas y tienen este diálogo: “Qué bonitas las estrellas” “Sí, muy bonitas” “Qué arte” “Para arte, el de Salvador Dalí” “¿Te imaginas lo sola que se sentiría Laika allí arriba??” “Es verdad, pobrecita, qué arte”. Y sin motivo, aparecen del techo tres tías colgadas en una silla, dos pavos vestidos de astronauta, otro medio desnudo con bigote de Dalí y una tipa medio en bolas volando en un arnés para cantar un ‘medley’ de ‘Eugenio Salvador Dalí’ y ‘Laika’, en lo que debe ser la peor remezcla nunca hecha de una canción. ¡Y yo pensando que ya lo había visto todo!.

El número termina diciendo lo guays que son los porros. Desaparece el pastiche de bailarines y ya otra vez estando el grupo junto en el bar, alguien les dice que van a ir a la ‘Edad De Oro’ a cantar y ser entrevistados por Paloma Chamorro. En el programa cantan ‘Aire’, y mientras celebran el éxito del grupo, Mario se enrolla con una tía inglesa que habla como un Moranco. María les pilla, porque en ese momentos son novios, y se enfada y le deja. Mientras, el marica fornica con otro en el almacén del bar y Colate, en solitario, se pasa al jaco y tal. Estamos ante el nudo principal de la historia. Un conflicto que se empieza a resolver cuando Colate se va a pasar el mono a su casa cantando ‘Perdido En Mi Habitación’ mientras se proyectan imágenes de cantantes destruidos por las drogas como Jim Morrison, los Rolling Stones y demás. Muy didáctico todo. Gracias Nacho (Cano, no Vegas).

Ajeno a lo que está pasando su amigo, Mario llama a María y le canta ‘Cruz De Navajas’ subido en un coche con proyecciones de la M-30 por detrás. Ella le da un golpe en los huevos y se larga. Mario se replantea las cosas y decide dejar el grupo, cosa que les da a todos mucha pena, la suficiente para ponerse a cantar ‘El Uno, El Dos y El Tres’. Evidentemente, Mario dice que a él no le da ningún remordimiento, que necesita cambiar de aires porque la fama se le ha subido a la cabeza, y le canta a su amigo Colate, en ese momento pasadísimo de todo, ‘Barco A Venus’ como último intento para que deje la droga. Pero no lo consigue, así que se enfadan.

Pasan unos años, y en Nochevieja se reúnen todos menos Mario en el 33 para celebrar el fin de año. ¿Y qué cantan? Efectivamente, ‘Un Año Más’, apareciendo en el escenario gente vestida de marineros, soldados, curas y travestis. Al público lo llenan de confeti y te dejan el pelo hecho un asco. Descubres aquí que el Chacra se ha casado, que Colate está muy drogadicto, que el mánager se folla a chicas jóvenes y que el marica ha abierto una tienda de ‘pantys’ con su novio. Vuelve a pasar el tiempo y llega otra vez el ‘7 de Septiembre’, momento en el que María va al bar para ver si aparece Mario por un casual. Ni os digo la canción que cantan porque es evidente. Tanto, que termina el número con unos camareros vestidos de barrenderos que, llenos de linternas, hacen sietes gigantes con un juego de luces y escobas. La danza tribal de estos funcionarios consigue su propósito, llamar la atención de Mario, que aparece en el bar para contar a María que se ha forrado con su gira por Soria. Ambos se besan y se van a dormir y follar. María, agradecida por aliviarle el picor, le canta ‘Hijo De La Luna’ para que se duerma. Otra canción que había que meter por huevos y no sabían cómo.

El polvo resulta ser el típico polvo recuerdo, y la pareja no vuelve a verse durante mucho tiempo. Mario, en su loft lleno de Warhols con su cara hechos en el WorkCenter, se dedica a componer canciones. Es entonces cuando le visita Colate totalmente demacrado para decirle algo, pero prefiere no escucharle y le larga de casa porque asegura que, mientras esté enganchado, no quiere saber nada de él. Colate le deja su cazadora favorita en el portal y dice al público que tiene SIDA. Momento en el que se apagan las luces y, mientras él va a casa a suicidarse, María canta vestida de rojo ‘El Fallo Positivo’ acompañada de unos bailarines en mayas. Colate se termina ahorcando. El mensaje, por si no lo hemos cogido, es que las drogas matan. En este momento se supone que el público tiene que llorar, pero estás tan cansado de estar sentado que te da lo mismo lo que le pase a Colate o a la madre de Colate o a la madre de la madre de Colate. A María le afecta bastante más que a nosotros la noticia de la muerte, y por eso llama a Mario para contárselo, que a su vez también está afectadísimo porque ha encontrado la cazadora de Colate en el rellano. Apenado, baja a la calle a llorar y a cantar sentado en una esquina ‘Me Cuesta Tanto Olvidarte’ a la vez que proyectan imágenes de él y su amigo muerto cuando eran niños. Unas imágenes que terminan con un montaje que consigue que parezca que Colate está sentado al lado de Mario escuchando la canción. Se van los dos de escena y sube del suelo una tumba en la que pone RIP y que es grande como un panteón gitano.

Es un cementerio. Yo no quería imaginar lo que iba a pasar, pero después de ver la ida de olla de Laika y Dalí sabía que todo era posible. Y efectivamente, nos están contando el entierro en el que todos se encuentran por primera vez en años. Han crecido y madurado, pero se alegran tanto de verse que se van a tomar un café para dejar a Mario sólo con la tumba de su amigo. Suena un organillo y alguien baja del cielo. ¡ES COLATE! Vestido con un traje blanco como Michael Jackson para cantar ‘No Es Serio Este Cementerio’. Pero ojo, que no viene solo, ya que muchos bailarines vestidos de zombies aparecen saliendo de las tumbas para bailar la canción. Moraleja a Mario de Colate: «No te preocupes, estoy bien, vuelve a hacer el grupo y a salir con María». Mario, que es muy listo, promete que así será, y por arte de magia aparece María para cantar ‘La Fuerza Del Destino’ junto a su amado.

Llegó el gran final y Mario hace balance de lo que han vivido en los ochenta. Afirma que hay mucha gente que piensa que no queda nada de ellos, pero que él sabe que no es así. ¿Y cómo lo demuestra? Pues subiéndose al escenario con su grupo a tocar, ‘Vivimos Siempre Juntos’, que como todos sabéis, es el tema más característico y conocido de aquella década. Telón y aplausos. ¿Nos podemos ir? No, porque vienen los bises en el que todos juntos salen para saludar y cantar a capella ‘Un Año Más’ de nuevo. Más aplausos. Proyección del vídeo auténtico de ‘Barco a Venus’ grabado en un concierto de Mecano y fin del éxtasis. Todos a comprar el disco a la salida. Sólo es la 1 de la mañana. Yo salgo atónito por estas cuatro horas y media de espectáculo. Desvariando, llego a la conclusión de que sólo les faltaba poner de bonus al terminar la ópera ‘LUNA’ de Jose María Cano. Más de la mitad se habría quedado. Por dar ideas que no sea.

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