Iron And Wine / The Shepherd’s Dog

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Iron And Wine / The Shepherd’s Dog

ironwineEl nuevo disco de Iron And Wine ofrece lo que muchos de los que nos hicimos fans de Sam Beam con el maravilloso ‘Our Endless Numbered Days’ (un álbum de inagotable belleza y emoción) ansiábamos. Porque si era capaz de lograr tal belleza siendo más bien tacaño en instrumentación, ¿qué no haría con unos buenos vientos, cuerdas, electricidad… ya sabéis, esas cosas? Así que tras el precalentamiento que supuso el EP ‘Woman King’ y, sobre todo, el miniLP junto a Calexico, este ‘The Shepherd’s Dog’ estaba llamado a ser la eclosión de ese concepto. Acompañado por una extensa banda que ha incluido (cómo no) a su hermana Sarah y a Joey Burns y Paul Niehaus de Calexico, Beam ha creado una obra situada en un prisma estético completamente distinto a su anterior disco. Si en aquel reinaba la sencillez (incluso el silencio era un instrumento), en ‘The Shepherd’s Dog’ lo que manda es el sonido saturado. Ya tenemos lo que queríamos, ¿no? Sí, pero… (voy a decirlo…) no.

Desde luego, no se puede negar que el de Carolina del Sur ha puesto verdadero empeño en que todo suene variado porque hay arreglos de todo tipo: violines, guitarras eléctricas y acústicas, banjos, steel guitars, contrabajos, bongos, darbukas, jujus, palmas, voces dobladas, dub, reggae, distorsión, americana, folk… vamos, que parece un muestrario. La cuestión es que, aunque todo parezca perfecto sobre el papel, en los auriculares se echa de menos un poquito de equilibrio y contención. No es un desastre, entendedme, pero en momentos puntuales se le ha ido la mano y es una pena. ¿Ejemplos? ‘Lovesong Of The Buzzard’ es un temón, pero la entrada con ESE bajo te hace pensar que en cualquier momento puede entrar la voz de (supongo que esto me hará ganarme algún enemigo de más) Rosana; el tratamiento de la voz á-la-Doctor Zoidberg en ‘Carousel’ acaba dando tanta grima que no ves el momento de que acabe; el reggae forzadito de ‘Wolves’ da un poquito de vergüenza ajena; y, para acabar, ¿de verdad era necesario un homenaje a Jerry Lee Lewis en ‘The Devil Never Sleeps’?

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Esto no impide que en esta aventura en hi-fi haya memorables aciertos que, no nos engañemos, pesan más en la impresión final del disco. La inicial ‘Pagan Angel And A Stolen Car’, ‘House By The Sea’ y el single ‘Boy With A Coin’ sí se acercan a la belleza e intensidad que uno esperaba. Pero, paradójicamente, donde de verdad emociona Sam Beam es en su lado más rural (o sea, el de su anterior disco) como en la final ‘Flightless Bird, American Mouth’ o en la maravillosa, acongojante, ‘Resurrection Fern’. Y es que, como decía mi admirado Ludwig Mies Van Der Rohe, menos es más… a veces…

Calificación: 6,8/10
Temas destacados: ‘Resurrection Fern’, ‘Boy With A Coin’, ‘Pagan Angel And A Stolen Car’, ‘Flightless Bird, American Mouth’
Te gustará si te gusta: Calexico, José González, la Americana, el folk
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