Le conocimos porque le nominaron a un Oscar por su cortometraje ‘7.35 de la mañana’, que podrá gustar más o menos pero el mérito no se lo quita nadie. Algunos incluso le reconocimos montado con otros dos en un burro para un anuncio de una óptica. El tío se empeñó en ser una figura mediática y su blog cinematográfico en ‘El País’ ha sido de los más seguidos estos últimos años. Ahora, después de mucho oír hablar sobre su primera película, por fin la ha estrenado en España. Y puede que porque la expectación era mucha, o porque no lo vale, el caso es que a servidor ‘Los Cronocrímenes’ no le han emocionado. Incluso le han aburrido y no le daría más de un cinco. Pero es justo reconocer que el Vigalondo se lo curra y que dará mucho de que hablar en un futuro no muy lejano. De hecho, a pesar de la calidad su filme, ya lo está haciendo. A ver que pasa cuando nos de un pelotazo de verdad.
Y por fin encontraste distribución española. ¿Ha sido duro?
En realidad es un proceso del que yo no he formado parte, sino que ha sido la productora la que se ha peleado con el distribuidor. Pero sí, ha sido una aventura llena de momentos chocantes. Fijate que había gente que no quería distribuir aquí la película pero que sí querían ser jefes de ventas internacionales. Y no entiendo cómo se podía llegar a decir eso. No entiendo por qué se tiene ese miedo atroz al público español. Se le teme, yo creo que hasta se le odia. Hubo una productora que me llegó a decir que si lo normal no funciona, cómo iban a permitirse el lujo de hacer algo diferente como ‘Los Cronocrímenes’. Y yo creo que ahí está el problema de la industria española, que no quiere arriesgarse.
Pues cualquiera lo diría, sobre todo teniendo en cuenta el buen momento que está viviendo el género fantástico dentro del cine español.
Reconozco que el referente de ‘Rec’ y ‘El Orfanato’ está ahí. Pero la zozobra la sientes igual. Yo siempre digo que el público español es esa muralla que derribas y que, si en dos meses no ha vuelto a haber una película española que tenga impacto, se vuelve a levantar. Y ahí se vuelven a los tópicos de siempre, a la Guerra Civil, las tetas, el travesti, el cura… Y no es verdad. Estadísticamente, eso no es verdad. No hay tantas películas de Guerra Civil en el cine español, ni tantas tetas –bueno, en mi película sí las hay-, ni tampoco tanto cura ni tanto travesti. Eso son sólo clichés muy poderosos que permanecen en el inconsciente colectivo.
¿Y no crees que esta imagen de repudiado por la industria te ha favorecido a la hora del marketing?
No lo sé, a veces puede parecer que sí, que todo es una imagen de marca. Pero sinceramente ya no lo sé, he perdido la perspectiva con toda esta aventura. También es cierto que estoy viviendo un momento en el que he visto casos muy cercanos a mi experiencia. Cosas tan escalofriantes como que la película más vendida en el extranjero es ‘El Rey de la Montaña, con Leonardo Sbaraglia, y el único territorio que se le ha resistido ha sido España, aunque parece que finalmente este verano la estrenarán. También conozco a directores como Luis Berdejo que llevan años intentando levantar una película en España y de repente le ofrecen en América un proyecto con Kevin Costner de protagonista. Esto es lo más chocante. Para mi generación, estrenar en Nueva York o Los Ángeles era una utopía. Y de repente sucede que Hollywood y sus estrellas son accesibles y que lo complicado es que te estrenen en el cine de al lado de casa. Te digo que no soy el único. Es algo que ya está pasando y tiene que ver más que con una incapacidad para asimilar el relevo, con una actitud para aniquilarlo.
¿Te ves como referente y prueba de lo que puede pasar en el futuro de la industria?
Pues sí que pienso mucho en la siguiente generación, en los que a lo mejor te tienen como referencia, y en qué valores le exportas a ellos con tu experiencia. Y es que hace diez años teníamos a Álex de la Iglesia, a Juanma Bajo Ulloa, a Tarantino…. Gente que hacía cine demoliendo lo establecido. En cambio ahora se está premiando la competencia del producto y la heroicidad del autor no es un valor al alza. ¿Qué pasa, que tenemos que ser competentes, que tenemos que ganar dinero por encima de nuestra libertad?
Ya que me hablas de Bajo Ulloa… Veo mucho de él en tu película. Empezando por Karra Elejalde.
Es que para mí, coger a Karra Elejalde como protagonista era hacer un tributo al Karra que vi en ‘La Madre Muerta’, al actor que en sólo un plano pasaba de ser terrorífico a conseguir que te enamoraras completamente de él. Para mí, traerle de nuevo a una pantalla es como cerrar un círculo que se abrí cuando veía las primeras películas que pensaba que yo podía hacer como director de cine. Y todo encaja muy bien. Me siento como Tarantino recuperando a Travolta o a David Carradine. Yo he escogido como protagonista a un héroe de mi formación como cineasta.
¿Te consideras más actor, director o experto en marketing?
Ojalá fuera experto en marketing, sería como mejor viviría… Pero la verdad es que me he volcado en la promoción y no he querido decir que no a nada ni a nadie. Y sí, creo que a veces se crea como una especie de figura negativa respecto al hombre anuncio, al que vende un producto con insistencia, y todos sabemos que la gran asignatura pendiente del cine español es la promoción. Una contradicción nos obliga a señalar la falta de promoción y a la vez quejarnos que se promocione demasiado. Mira las críticas al maestro Santiago Segura. Para mí, la promoción forma parte de mi compromiso con la película, lo mismo que dirigirla o escribirla. Debo luchar por ella y agudizar el ingenio porque no tenemos una gran suma de dinero que apoye la campaña.
Igual es que te puedes permitir el lujo de ser más arriesgado con la promoción gracias a la tranquilidad de saber que la productora de Tom Cruise ha comprado los derechos para la adaptación americana de ‘Los Cronocrímenes’. Vamos, imagino que con ese colchón uno puede lanzarse al vacío sin miedo…
Sí, la verdad es que mola. Pero sobre todo es que tengo la convicción de que, en términos de campaña, cuando creas una película tienes que ser libre por encima de tener ansias de éxito o dinero. Lo que tiene que soñar un país es tener artistas con ansias de libertad. Y una vez que esté hecho tu producto, ya te planteas como venderlo.
¿Es esta la película que querías hacer?
Pues sí. Y por eso lo he pagado y he tardado tanto en sacarla adelante. No me pliego a las necesidades de este mercado porque no me las creo. Si fracaso quiero que sea con mi película
Cuatro actores, pocas localizaciones… ¿Querías una producción sencilla o es que eres un vago redomado?
Al contrario, una película tan pequeña tiene más trabajo de planificación. Una historia que transcurre en un kilómetro cuadrado y 40 minutos de tiempo real te obliga no a relajarte, a estar siempre alerta. Es el reto que me estimula.
¿Te molestaría que te compararan con Amenábar?
No me molesta en absoluto. Es más, me fascina la forma en que Amenábar diseña su carrera. A él todo le ha ido bien. ¿Cuántos directores pueden decir eso mismo, que todos sus movimientos han sido aciertos?
Una constante en tus cortos, y también en esta película, es la obsesión por el tiempo. ¿Por qué?
Jugar con el tiempo te permite jugar con cosas que tienden al infinito sin necesidad de tener un zepelin estrellándose o una gran pirámide ejerciendo del suelo. Una máquina del tiempo es tan sencilla de manejar… En realidad para lo que sirven los géneros, sobre todo la ciencia ficción, es para que a partir de elementos comunes que todo el mundo entiende y tienen presentes, contar algo nuevo.
¿La tuya es una película seria que hay que tomarse a broma o una broma muy seria?
Pues no sabría decirte, yo soy incapaz de tomarme en serio algo al cien por cien. Una película mía lo primero. Aunque en el guión no hay nada de humor, he filmado como si fuese una comedia. No me gusta el chiste fácil, no me gusta que alguien pise una cáscara de plátano y se caiga, pero si que con la interpretación o el encuadre se consiga una risa del espectador, que para mi es el mejor regalo. Creo firmemente que dejar reír al espectador es un acto de respeto hacia su inteligencia.
¿Cómo va la adaptación en USA? ¿Te dejan meter mano?
Qué va, no tengo ningún poder creativo. Ni quiero. Lo mejor que puedo hacer es filmar otra película cuanto antes y dejar que los americanos hagan la suya lo mejor que puedan.
¿Pero no te han propuesto dirigirla?
Es que paso de dirigirla y lo dejé bien claro antes de que se cerrara el acuerdo de venta de derechos. Te insisto en que estoy muy satisfecho con lo que se ha estrenado.
Osea que no vas a hacerte un Haneke.
Haneke ha vuelto a dirigir ‘Funny Games’ porque ha hecho un puñado de filmes por medio y le haría gracia repetir la misma película. Yo si algún día repito esta película será dentro de diez años y por que me hace gracia por algún motivo que hoy desconozco. Pero en realidad me ha costado tanto hacer ‘Los Cronocrímenes’ que sería indecente que mis dos primeras películas fueran la misma. De hecho, nunca la verás remontada, ni escenas eliminadas en un DVD ni nada por el estilo.
Entonces adiós también al síndrome George Lucas
Es que eso es algo que no lo entiendo, no lo comparto. ¿De dónde saca las ganas para rehacer una película? Además, es que nadie lo pide. ¿Quién quiere una nueva versión de los primeros Indiana Jones? Nadie. Este señor está respondiendo a una demanda inexistente. Es de locos.