‘Stories From The City, Stories From The Sea’ es una de las elecciones más obvias de este especial. Con este, su disco más accesible, PJ Harvey dejó de ser una incomprendida para el gran público y pasó a hacer unas canciones que derrumbaban a cualquiera. Corría el año 2000 cuando apareció agitando su bolsito en el vídeo de ‘Good Fortune’ en MTV y tú querías ser el hombre que reclamaba en la letra para ayudarla a lanzar la mala suerte desde el último piso de un rascacielos.

Que hablemos del disco más comercial de PJ Harvey no significa que Polly Jean descuidara su lado artístico. La producción del álbum, a cargo de ella misma, Rob Ellis y Mick Harvey, es excelente, otorgando a las canciones de gran crudeza, cuando las letras son post-grunge, y de delicadeza, cuando nos hablan de los sufrimientos más básicos posteriores a cualquier decepción.

Efectivamente, ‘Stories From The City, Stories From The Sea’ habla de la frustración en la vida y de la infelicidad en los mismos términos en los que lo hacía Kurt Cobain. Las ganas de resolver todo con una pistola en ‘Big Exit’, la canción que abre el álbum, no aparecían tan patentes desde el ‘Nevermind’ de Nirvana; la búsqueda del amor y del éxito ocupa las primeras líneas de ‘We Float’, el amargo tema que lo cierra. En temas como ‘Horses In My Dreams’, PJ busca cierta purificación espiritual y aunque no todos suenan tan terriblemente dramáticos como ‘This Mess We’re In’ (algunos parecen quedarse con lo bueno del pasado sin más, como ‘You Said Something’), la incomprensión ante lo que nos depara nuestro sino está presente en cada segundo del disco. «No me puedo creer que la vida sea tan compleja, cuando todo lo que quiero es sentarme y verte desnudarte», canta en ‘This Is Love’.

A pesar del alto grado de insatisfacción de PJ, ya la conocéis, ella no canta porque necesite que alguien la cuide. ‘Kamikaze’ o ‘The Whores Hustle And The Hustlers Whore’ mantienen la fuerza de ‘Rid Of Me’ o ‘To Bring You My Love’, así como ‘One Line’ o ‘Beautiful Feeling’ mantienen las texturas rugosas de estos álbumes anteriores. Pero en general, si algo caracteriza este disco es la presencia de grandes canciones, de grandes clásicos del rock, cada uno indisociable de las sensaciones que produjeron en nuestra vida cuando salieron a la luz.

‘A Place Called Home’, un tema sobre la esperanza que fue el segundo single, contiene un discreto piano al final totalmente deslumbrante; ‘This Is Love’ volvió a conquistar la rotación de MTV, algo impensable hoy en día para un tercer sencillo de PJ; ‘We Float’ es la típica pista con encanto perfecta para cerrar un álbum, precedente de ‘White Chalk‘, el disco sobre todo a piano que hizo PJ el año pasado. Y sobre todas manda ‘This Mess We’re In’, el dueto junto a Thom Yorke.

Thom Yorke, en esta época algo perdido en plena resaca post-‘OK Computer’, hace coros en un par de temas de ‘Stories From The City…’, y es la voz principal de ‘This Mess We’re In’, una canción en la que dos amantes se citan un miércoles por la noche para romper definitivamente. Nunca jamás se ha hecho y probablemente nunca se hará una canción tan bonita en estos términos. El disco, cargado de referencias explícitas a la ciudad de Nueva York, un año antes del 11-S (se citan Manhattan, Brooklyn, etcétera), encuentra en este tema su mejor metáfora, con esos amantes que han terminado para siempre, indefensos rodeados de rascacielos, sin saber qué hacer ante el devenir de la vida. La parte final en la que ambos se unen para concluir: «sólo quería decirte que no cambies nunca, y que gracias, no creo que volvamos a vernos, y ahora debes irte» conforma el mejor dueto de la historia.

‘Stories From The City, Stories From The Sea’ no es uno de esos discos que cambian la manera de entender la música o suponen un punto de inflexión en la forma de entender el rock como quizá sí supusieron los primeros discos de PJ Harvey. Pero por el contrario es un álbum lleno de canciones que han ayudado a salir adelante, por identificación, a miles de personas en momentos muy negros de su vida, y en este blog siempre daremos protagonismo también a ese incalculable valor que tiene la música.