Cuando los medios internacionales publiquen su lista de discos de esta década, muchos incluirán el primer álbum de los Streets, ‘Original Pirate Material’, incluso en sus primeros puestos. Hablarán de cómo Mike Skinner revolucionó la escena hip-hop y en concreto el UK Garage acercando su sonido al indie, al pop y a la música electrónica, alejándose del R&B, pero gustando tanto a los fans de la música negra como a los que no lo son. También hablarán de la grandeza de sus letras y de su reflejo de la (miserable) vida cotidiana británica: paro, peleas callejeras, sexo, drogas y clubbing.
‘Original Pirate Material’ probablemente es el mejor disco de los Streets, pero hay otra revolución en su carrera que la crítica nunca alabará. La del día en que Mike Skinner acabó para siempre con la concepción del hip-hop como un género pedante, machista y violento para demostrar que también podía ser tierno, emocionante y llorica hasta lo patético. ‘A Grand Don’t Come For Free’, un disco conceptual que trata sobre todo la historia de una ruptura sentimental, estuvo en la lista de los peores discos del año para Rock De Lux, pero desde que se editó en 2004 es uno de esos álbumes terapia para mucha gente, que nunca se olvidan.
En entrevista con Dance de Lux en 2003, entre el primer y el segundo disco, Mike Skinner explica muy claramente cómo llega a hacer canciones diferentes sobre temas diferentes:
Para mí, el hip-hop siempre ha sido como una película de acción o un documental que consigue entretenerte; y aunque haya sido un estilo muy importante para mí, nunca he considerado que explicase nada sobre mi vida. Lo que yo quería crear era un equivalente al hip hop, pero desde una perspectiva británica.
‘A Grand Don’t Come For Free’ añade a esa «perspectiva británica» un mucho de humanidad. Y en todos los sentidos es un punto de inflexión para bien o para mal en la carrera de Mike Skinner. Por un lado, el álbum consiguió su mayor éxito comercial en Reino Unido, vendiendo más de un millón de copias. Por otro, su inclinación hacia lo sentimentaloide sobre todo en ‘Dry Your Eyes’, precisamente su mayor hit hasta la fecha, sería ridiculizada, como las letras de su excelente nuevo disco hace poco en Pitchforkmedia.
Claro que Mike Skinner a veces es cursi, pero su manera de contar las cosas, tan cercana, fue anteriormente la clave de tanto elogio. ¿No consistía su encanto en su sencillez al hablar de las vivencias de un chico desarraigado? El fallo de este disco para muchos es que habla básicamente del amor. Pero lo hace con los suficientes destellos de ironía como para que los momentos más obvios no chirríen demasiado.
El disco, en orden, presenta las durezas de la vida (‘It Was Supposed To Be So Easy’), habla sobre encontrar del amor (‘Could Well Be In’), la soledad y las primeras dudas (‘Blinded By The Lights’), la tristeza tras la decepción aun con la apuesta de futuro (emocionante ‘Wouldn’t Have It Any Other Way’), la ruptura (‘Get Out My House’), la nostalgia cuando has perdido definitivamente a alguien (‘Dry Your Eyes’) y al final la fuerza para salir adelante a pesar de las contrariedades (‘Empty Cans’).
Lo mejor de todo esto, más que el hecho de que en el orden de las canciones encaje casi todo a la perfección, es que en ese conocer y separarse de su chica, ‘A Grand Don’t Come For Free’ nos da canciones con las que podemos identificarnos en todo momento, cuando estamos discutiendo (el diálogo de ‘Get Out My House’ es divertidísimo), cuando nos apetece chinchar (‘Fit But You Know It’) y sobre todo cuando nos apetece llorar (‘Dry Your Eyes’), porque ese «podemos tener una relación abierta si es lo que tienes que hacer» es lo más arrastrado que jamás ha cantado un rapero.
Musicalmente el disco es tan brillante como el anterior. El single ‘Fit But You Know It’, con su guitarra tan ‘Parklife’ de Blur, es lo que el público indie definitivamente necesitaba para hacerse fan de Mike. ‘Blinded By The Lights’ quizá sea la mejor canción del álbum, aparte de por ese momento en que Mike se queda tirado y se pone a enviar sms desesperados, por los elementos trance que incorpora, entrecortados como si estuvieras borracho en una discoteca y no los distinguieses bien, y que fueron copiados por Justin Timberlake y Timbaland en ‘My Love’. ‘Dry Your Eyes’, a pesar de la sobredosis de cuerdas, tiene unos acordes preciosos.
La grandilocuencia hip-hop está presente en los arreglos, por otro lado fantásticos de ‘It Was Supposed To Be So Easy’ o en ‘Such A Twat’, que con su título lo dice todo. Pero al final con lo que te quedas es por ejemplo con ese precioso piano que cambia el rumbo de la final ‘Empty Cans’ en el minuto 3.32. ‘A Grand Don’t Come For Free’ es un disco en realidad para cuando te sientes pequeño. Y eso es por supuesto lo que lo hace grande.
Recordamos que este mes de noviembre The Streets actuará en Madrid el día 15 y en Barcelona el día 16.