Amy Winehouse sigue en el Caribe, donde se fue a pasar el Año Nuevo y hace unos días la vimos en top-less. Las noticias desde allí son buenas o semi-buenas. Ha concedido una entrevista a News Of The World en la que asegura haber dejado las drogas, haber encontrado el amor y ser una mujer nueva. «Al fin he escapado del infierno. Estoy enamorada de nuevo y no necesito las drogas». Dice que tocó fondo cuando antes de coger estas vacaciones vio una foto suya demacrada en el periódico.
Hasta que Amy saque su tercer disco, vamos a vivir bastantes supuestas recuperaciones, aunque las fotos son alentadoras. Sin duda ha cogido algo de peso, ya que asegura que en este sitio encuentra toda la comida buenísima, y se la ve disfrutando de la playa y de los baños de sol, que es probablemente lo que más necesitaba. No quiere, de hecho, volver a casa: Londres para ella es posiblemente el equivalente a una nueva recaída. El tipo con el que sale se llama Josh Bowman y tiene 21 años. Le ha conocido durante estas vacaciones. «No puede ser más diferente de mi marido, lo que no tiene por qué ser malo. Blake es como yo, un desastre absoluto. Pero Josh es guapo y limpio y eso es lo que me gusta de él».
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Aunque parece que se ha desenganchado de las drogas, porque dice que no las necesita para ser feliz junto a Josh, el reconocimiento de que éste es mejor que Blake en la cama muestra que desde luego no ha superado la relación. O peor. Los clientes del hotel no paran de quejarse de su presencia porque aunque no se droga sigue bebiendo y por las noches echa al pianista del bar para ponerse ella. «Y ni siquiera sabe tocar. Simplemente se queda atascada en unas notas extrañas y está demasiado borracha como para mantener una nota. Si tengo que escuchar otra vez su versión de ‘Puppy Love’, la mataré», ha declarado una clienta.