Otra vez a vueltas con lo mismo. De un tiempo a esta parte, las noticias sobre piratería han alcanzado casi un estatus propio en los medios de comunicación, que se vuelven como locos cada vez que ven que lo pueden sacar en portada. No en vano, es un tema comprometido que da lugar a todo tipo de discusiones sobre qué se debería y qué no se debería hacer.
En primer lugar tenemos a los administradores de ‘The Pirate Bay’, que como muchos de vosotros sabéis, se trata del tracker de torrents más grande del mundo, aunque El País lo haya designado, a su manera, como «el mayor portal de descargas del mundo», sin ser ellos nada de eso. Resulta que en el juicio que se estaba llevando a cabo en Suecia, Peter Sunde, Fredrik Neij, Gottfrid Svartholm y Carl Lundström han sido condenados a un año de prisión.
La cosa es que no estaba nada claro que fuesen a resultar culpables, puesto que ellos solo ponen a disposición su buscador, pero no guardan ninguno de los archivos que los internautas se descargan. Sin embargo, han anunciado que van a recurrir, así que la cosa tiene visos de ir a alargarse en el tiempo. ¿Son los administradores de ‘The Pirate Bay’ responsables de los contenidos que intercambia la gente? Evidentemente, no.
Pese a todo, la noticia de la semana pasada es otra: con Ángeles González-Sinde en el Ministerio de Cultura, las descargas gratuitas en internet podrían tener los días contados. Son conocidos por todos sus constantes machaques a los internautas, y sus continuas referencias a lo mucho que la gente descarga cine (español, para más señas, y eso sí que no se lo cree ni ella).
Todos sabemos que la música y el cine se han resentido a base de descargas gratuitas, desde luego que eso no lo niega nadie. Y es evidente que si la industria no produce dinero, no va a haber manera de seguir sacando a la luz nuevos talentos y productos, porque nadie intentará descubrirlos. Claro, que todo esto queda un poco descolgado cuando vemos los números. Por un lado tenemos el irrefrenable éxito de programas como Spotify o Yes.fm con el beneplácito de las discográficas. Por otro están los números: 32.000.000 son los archivos que se descargaron pagando el año pasado en nuestro país. Y lo mejor es que eso significa que se duplicó frente al anterior.
Evidentemente, el debate de la piratería está repletito de preguntas capciosas. En El País se preguntan «¿Por qué comprar un disco si se puede bajar gratis por Internet? ¿Por qué ir al cine si hay copias gratuitas de ‘Gran Torino’ que se pueden cargar en el iPod y ver la película cuando y donde uno quiera?». Pues les vamos a responder con otra pregunta: ¿Por qué comprar un disco por 16€ que ni siquiera trae un libreto para leer las letras? ¿Por qué pagar barbaridades por novedades cuando en otros países se encuentran por menos de 10€? Ponemos un ejemplo reciente de un miembro de JNSP que lo certifica: Fnac de Madrid, último disco de Pet Shop Boys, precio recomendado 20,25€. Precio Fnac 18,95€. Precio por el que lo compró la pasada Semana Santa mientras estaba de vacaciones: 16$ canadienses, que vienen a ser 10€. ¿Es esto justo para el consumidor de a pie, y aun más sabiendo cómo están las cosas? Desde luego que no.