Llegamos al teatro de paisanos y escoltados por las «clinettes«. Ya saben, por si ganamos y hay que repartir emocionados besos y abrazos. Había unas chicas muy raras vestidas de negro con pancartas de «gothic girls». «¿Y quiénes son esas?» Tendríamos el disgusto de saberlo más tarde. Nos tomamos una cerveza madrileña para hacer tiempo hasta las ocho, hora a la que puntualmente empezaba el tinglado, entramos a las menos poco, y las cámaras de Antena 3 estaban entrevistando a Miguélez de Glitter Klinik. No pasa nada, las manos lejos de las cartucheras, tranquilidad ante todo. Por el fondo se veía a Joaquín Reyes repartiendo autógrafos. Harry el Sucio le atacó, le abrazó, le dijo que iba con él al cole, Joaquín dijo: «Pues no me acuerdo de ti», nos hicimos una foto con el muchacho, le dimos un disco muy Clint. A eso de las ocho nos sentamos en nuestros sitios. No había nervios, somos tipos duros, pero los pies se movían ligeramente por sí solos. Putos premios, ¿por qué nos habrán nominado? Por allí se paseaban Glitter Klinik con sus plumas, literales y figuradas; Remate, Paco Loco y compañía; Julio de la Rosa y, una panda de chavales acucarachados, pintados, como Tokio Hotel pero en español, si saben a lo que nos referimos. Una panda de lo más variopinto.
Una hora después de ver desfilar a artistas y pintones de la noche musical, empezó el asunto, con una charla (como la que te dan cuando vas a que te regalen una tele de esas) de los presidentes de la UFI, Mark Kitcatt y Mario Pacheco, sobre lo alternativo y sus peleas con la realidad. Llegó la primera actuación, de una chica que debe de ser Anni B. Sweet, porque no parecía Russian Red a pesar de su voz. Muy afinada, con un toque pseudo soul, todo muy correcto. Harry el Sucio estaba con la boca abierta, Harry el Ejecutor, casi con los ojos cerrados. Joaquín Reyes empezó acto seguido un monólogo sobre lo alternativo, bastante gracioso para los que estábamos allí, ya saben: tópicos generacionales y lugares comunes, pero con bastante chispa.
Diez premios de golpe y porrazo, los más reseñables (los que conocíamos nosotros) fueron Paco Loco al mejor productor, Kiko Amat (el pobre Joaquín, un poco perdido en el indie dijo «eimat», cosa que el escritor se apresuró a corregir) entre otros variados. Después de varias actuaciones de todo tipo (una obra al piano tipo Debussy), Shotta (pobre, el botón no debía funcionarle bien y su «flow» tampoco), y la de Maui y los Sirénidos, llegó el premio especial del público, que fue para Gothic Dolls. Está claro que Clint son unos abuelillos, porque eso no tenía ni pies ni cabeza. Bueno, cabeza sí, que iban de arriba abajo con cada golpe de guitarra… ¡grabada! O eso o tenían al solista detrás del telón porque iba de blanco. Por Sergio Leone, ¡qué infierno! Pero no todo acabó ahí. Glitter Klinik salieron a tocar, todo orgullo, todo morritos. ¿Pero éstos no llevan veinte años haciendo lo mismo?
Unos premios más, unos chistes alternativos de Mr. Reyes («Klaus & Kinski, que aunque son murcianos, son muy válidos», «yo siempre quise ser independiente, pero andaba demasiado recto» o «mi hermano siempre intentó tocar en grupos independientes, pero le decían que tocaba con la guitarra muy alta») y llegó el premio al mejor disco de vanguardia. Las manos sudadas, el corazón a cien, el ganador es… Glitter Klinik. Jarl, sobre todo no toques la magnum, Harry. Cuenta hasta diez, imagina que haces unas prácticas de tiro, y relájate un poco. Un aplauso.
Luego empezaron a llegar los demás premios, Vetusta Morla (Mejor Álbum del año, Mejor Álbum de Rock, Mejor Artista y Mejor Canción), Elastic Band, que tuvieron que soportar una broma de Joaquín que al salir dijo: «¿he sido yo el único que se ha acordado de Epi y Blas al verles?» (Mejor Disco de Pop), y Nudozurdo (grandes) le robaron el de Artista Revelación a los Vetustos. Paco Loco y Remate hicieron una jam session, Punsetes tocaron su nominado pero también perdido «Dos Policías» y la cosa se acabó con tono muy de fiesta, pero para los Clint la cosa había acabado mucho antes, justo cuando se tuvieron que volver a patrullar las calles en busca de delincuentes musicales, aunque en la gala, hubo unos cuantos.
Foto: Terra