The Drums llegaron a Madrid como verdaderas estrellas tras agotar las entradas para su show con meses de antelación y verse obligados a cambiar de sala. Suponemos que además no pasaron a La Riviera porque estaba ocupada por Vampire Weekend y los infravalorados Jenny and Johnny, y no hay muchos más recintos de medio tamaño de donde tirar (así están las cosas en la capital del reino para una industria que mueve tanta panoja, qué bochorno). Bajaron las escaleras desde la parte alta de la Sala Heineken (nunca había visto salida similar), también como verdaderas estrellas o incluso vedettes, pero una vez sobre el escenario, fallaron.
Lo tenían todo para arrasar: un montón de singles excelentes extraídos de su EP ‘Summertime‘ y de su debut largo homónimo, un público deseando que llegaran los estribillos o los puntos claves de sus canciones (como ese coreadísimo «forever, forever, forever» de ‘Me and The Moon’) y una actitud sobre las tablas, sobre todo por parte de su rubísimo cantante Jonathan Pierce y de Jacob Graham, el guitarrista principal, que evoca a los Smiths o a las histriónicas estrellas de los años 50 cuyos pósters Morrissey colgaba en su cuarto de adolescente.
Una vez conseguido esto, a todas luces lo más difícil, fallaron en lo fácil: el sonido, que podría calificarse sin titubear como nefasto. No parece muy justo culpar siempre a la sala cuando esta acoge conciertos que suenan bien y conciertos que suenan mal (aunque sí de cobrar 12 escandalosos euros, casi más que la entrada, por un litro de cerveza. ¿Dónde vamos a llegar? No, en serio, ¿dónde vamos a llegar?). Más bien parecía que su técnico no estaba cualificado para adaptar el sonido del grupo a diferentes circunstancias, sin ir más lejos al gusto de Pierce por agitar el micrófono, lo que producía desagradables acoples cada dos por tres. En el segundo tema interpretado por el grupo, el micro ni siquiera funcionaba, aunque sí, irónicamente, cuando Jonathan lo tiraba al suelo.
A pesar de los contratiempos, aunque sólo sea porque el público conoce las canciones y puede imaginárselas mientras ve a un grupo que lo da todo sobre el escenario, mereció la pena atender a un repertorio que comienza con ‘Best Friend’, sitúa ‘I Felt Stupid’ en cuarto lugar, ‘Let’s Go Surfing’ en sexto, ‘Forever & Ever Amen’ en torno al décimo y deja como cierre, durante los bises, la balada ‘Down By The Water’, donde la voz sí pudo llegar al público al fin, después de una hora de espera. 6.