Raül Fernández, Refree, estuvo la semana pasada en Madrid para promocionar ‘Matilda‘, su nuevo disco, y para acompañar a Fernando Alfaro en el concierto que dio en la Sala Ramdall. Estuvimos con él para saber más sobre el disco, el sello de autoedición Marxophone que comparte con gente como Nacho Vegas, y sus distintos proyectos paralelos.
‘Matilda’ da la impresión de ser un disco en el que rompes con parte de lo que venías haciendo hasta ahora. En tus tres últimos discos hay temas como ‘Inventario’, ‘La invasión de los cuerpos’, ‘Batís’ o ‘La Mestressa’, donde asoma la cabeza una influencia jazz que parece haber desaparecido en tu nuevo álbum en favor de otro tipo de arreglos, de tipo orquestal, como en ‘En Pie’ o en ‘Ciempiés’ o los ritmos latinos de ‘Al Senyor Beltran’. ¿Qué ha sucedido?
Es guay que te hayas dado cuenta de toda la línea, porque realmente fue un poco así, ‘Inventario’, ‘Batís’, y tal. ¿Qué ha pasado? Varias cosas: ‘Els Invertebrats’ fue el momento donde llevé al extremo todo lo que quería de trabajar con música improvisada, pero es un paréntesis, es algo que por el momento no quiero repetir, no porque no fuera bien, me lo pase súper bien, aprendí un montón, pero me he dado cuenta de que el jazz en sí me interesa más bien poco. Me interesan las armonías y la comunicación entre músicos, que las cosas no sean estáticas, que no todo el mundo toque lo mismo, pero me interesa más el formato canción. También es cierto que en este disco he trabajado muy solo, no he tenido una banda, y lo que me sale a mí de forma natural es esto.
¿Por qué cantas a veces en catalán y a veces en castellano? ¿Depende de lo que te pide cada canción o tal vez aún no te lanzas a la piscina, como hicieron Mishima en su momento?
No, no tiene nada que ver con lo que han hecho Mishima. Cuando empecé Refree, en parte fue porque musicalmente necesitaba un vehículo para expresar lo que me importaba en cada momento, y sigue siendo así, pero a nivel artístico también era muy importante para mí abandonar el inglés, y entrar en mis lenguas, que sobre todo en ‘Quitamiedos’ fue el castellano, pero no me sentí en equilibrio. Refree ha sido un proyecto que ha ido encontrando el equilibrio de manera paulatina, cada vez es más un proyecto que hago como y cuando me da la gana, cuando realmente creo que tengo algo que decir, y cada vez quiero que tenga menos presión externa. Respecto a las lenguas, poco a poco fui encontrando el equilibrio y mi equilibrio son las dos, porque yo hablo las dos, con mis amigos, con mi familia… Es mi vida y si Refree al final es un proyecto donde soy yo, sería absurdo elegir uno u otro, lo cual es muy poco comercial. Podría hacer un disco en castellano y después otro en catalán si me diera la gana, pero yo soy así y no creo que lo tenga que hacer de otra manera.
Sobre la letra de ‘Torpe’: esa persona que «cuenta chistes cochinos fuera de lugar», ¿es inventada o es alguien que conoces?
‘Torpe’ fue una canción que empecé a grabar sin tener la letra terminada, y grabé con un armonio que tengo en casa de principios del siglo XX, que estaba un poco hecho polvo. Costaba tocarlo y me dije: «joder, qué torpe estoy con este instrumento». Y entonces se me ocurrió que la canción tenía que ser un poco torpe, me gustaba la idea y desarrollé la letra también al respecto de esto. No hablo de nadie en concreto, a mí me ha pasado lo de contar cosas fuera de lugar y luego quedarte pensando: «¿por qué no te callas?». Creo que son cosas que nos pueden pasar a todos. Ahora, todas seguidas el mismo día es más jodido, tienes que ser muy torpe (risas).
¿Ha ejercido Brad Jones una influencia en ‘Matilda’ más allá de las labores de producción?
Brad Jones ha tenido una importancia básica en este disco, pero no solo por temas musicales, sino también por temas extramusicales. Nos conocimos hace años y él le dijo a Josh (nota del editor: Rouse) que me llamara para tocar con él aquí en España. Me dijo: «quiero hacer algo contigo», pero cuando nos conocimos yo había acabado ‘Els Invertebrats’ y tenía la sensación de que tardaría mucho en hacer un disco. Cuando me empecé a enfrentar a éste no quería nadie a mi alrededor, quería hacerlo solo y tuve un momento de pájara cuando ya tenía casi todo bastante encarrilado, supongo que por la intensidad emocional y de trabajo de todos estos años. Creo que no he descansado en estos últimos tres años y tuve un momento en el que me vi incapaz. Le llamé y le dije: «Brad, yo me encuentro así, no sé si lo que tengo está bien o está mal». Él fue súper importante, porque cuando le mandé las canciones respondió súper eufórico, se plantó en Barcelona y estuvimos dos días hablando sobre las canciones y después de esos días tuve mogollón de energía con el disco, me abrió la mente y seguí grabando. Después tuvo un papel muy de productor cuando fui a Nashville a mezclar el disco. No fue una producción desde el principio, sino más bien algo que iba haciendo en casa y luego tenía a alguien a mi lado que me ayudaba un montón, que ha sido Brad. Me parece una historia emocionante, que alguien a quien casi no conoces, de golpe te rescate.
¿Qué frutos está dando tu colaboración con Fernando Alfaro? ¿Cómo va la grabación del disco?
Se ha retrasado la grabación por distintas razones, por mi culpa y por la suya, y ahora hemos hecho un intensivo de trabajar juntos. Empezamos a grabar este sábado (13 de noviembre), y tiene muy buena pinta. No quiero levantar expectativas, pero creo que tiene muy buenas canciones y quiero pensar que le puedo aportar algo chulo. Funciono mucho por sensaciones con la gente, a veces me equivoco, pero de esta manera me va bien y como productor no quiero hacer mucho. Al final hago más de lo que querría y acabo muy cansado, es un trabajo muy desgastante. Con Fernando cuando me lo propuso pensé que iba a molar y cuando me tocó algunos temas lo vi claro y ahí es realmente cuando me tiro a la piscina. Creo que no haría algo que viera que no puedo hacer. Con Fernando va a ser muy chulo, sí.
Aunque formaste parte de Corn Flakes en su última etapa, ¿se ha contado contigo para la reunión?
No, yo sigo teniendo muy buena relación con todos, pero la reunión está focalizada en los dos primeros discos, donde yo no tocaba. Si alguna vez dicen de tocar ‘Double Bed’ o ‘Menage’, me encantaría. Estuve viéndolos en una fiesta del sello BCore y disfruté más así que tocando.
En el tema ‘El Sótano’, de tu disco ‘La Matrona’, se pueden escuchar palmas flamencas, pero de ahí a producir y arreglar un disco como el de Las Migas hay un trecho. ¿Cuándo empezaste a interesarte por el género?
No puedo decir que sea un género del que yo sea conocedor. Tengo discos de flamenco, me gusta, pero lo de Las Migas fue algo curioso, porque ellas tenían varios productores en mente. Yo con Silvia, la cantante, he trabajado mucho, somos muy amigos y es uno de los talentos más increíbles con los que he trabajado. Un día me llamaron para hacer una reunión conmigo. A mí el grupo me gustaba, pero les dije: «yo no soy un productor de flamenco y no sé mucho de flamenco, os lo digo por delante. Ahora, si queréis un disco que flirtee con el flamenco y también con otros espacios, creo que os lo puedo dar», y optaron por esto. Ellas dominaban los palos, las partes instrumentales y yo intentaba dar la visión externa de alguien que se guía en la música por emociones e intensidades. A pesar de que pueda entender mucho menos de flamenco, creo que era capaz de guiar lo que era más prescindible o menos. Fue un disco muy difícil, de todas formas.
Y al hilo de este eclecticismo, ¿cómo surgió tu colaboración con La Mala Rodríguez?
Hay una escuela en Barcelona que se llama Taller de Músics que tiene una big band y hacía tiempo que me sondeaban para hacer algo con ellos. Me propusieron hacer algo con la big band y acepté, pero tenía que ser con alguien que me gustase. Dije que con La Mala y fue algo acertado. Fue un proyecto con muchos problemas, no con ella, con ella fue perfecto, pero yo soy poco ortodoxo, no me interesa mucho que si me dejan una big band suene a una big band de toda la vida. Entonces hubo un poco de fricción, porque yo la hacía sonar de una manera y ellos querían que sonara de otra, pero al final todo salió bien y fue una gira muy chula.
¿Hay algún proyecto más con el que estés colaborando en estos momentos que no conozcamos?
Hemos hecho una cosa muy chula con Christina Rosenvinge, que es poner música a una película de Bresson. Bueno, no es eso exactamente, nos hemos inspirado en ‘Mouchette’ e hicimos un concierto en el Abycine del que estoy muy contento y creo que lo repetiremos. También me hicieron un encargo de dos festivales de música tradicional que hay en Cataluña. Querían que hiciera algo basado en música tradicional, pero me eligieron a mí para que no fuera la típica formación de música tradicional y les propuse hacer un repertorio de canciones de bandoleros, de ladrones, de pendencieros, de gente que mataba, un poco lo que son las «murder ballads» en EE UU, pero con lo que tenemos nosotros, un territorio fronterizo con Francia, donde siempre ha habido mucha tradición de estraperlo a lo largo de los siglos y hay muchas canciones sobre esto. Hice una búsqueda y he montado una formación muy chula con Maria Rodés, ella canta la mayoría de las cosas, y estoy bastante contento. No sé cuándo grabaremos o qué vamos a hacer, lo he hecho muy despacio y a mi manera.»
¿Es Marxophone un sello de autoedición o más bien es como si I’m an artist fuera una discográfica?
La gente está un poco empecinada en decir esto, pero yo no lo creo. Si yo me hubiera autoeditado el disco, que es algo que quería hacer, también hubiera cogido a alguien para hacer la promo y alguien para hacer el management. Son cosas que yo no quiero hacer. Autoedición no quiere decir que tú cargues con todo, simplemente lo que ha habido es un trabajo logístico de compenetración de una serie de artistas con una gente que trabaja en esto y tiene una empresa, pero el máster es mío, me lo he pagado yo y nadie ha entrado en el proceso hasta que ya estaba fabricado el disco, con lo cual yo creo que es autoedición. Cada artista lo plantea de manera distinta, hace los números a su manera con ellos, y la forma en la que pasará todo. No es un sello donde está todo estipulado, lo que pasa es que si quieres entender la autoedición como que el artista lo hace todo, me parece que encontrarás muy pocos casos.
¿Han de estar las nuevas discográficas vinculadas con una promotora?
Lo que creo es que las discográficas, tal y como han existido desde hace cuarenta años, ya no existirán más, es muy difícil que existan. Hay una mutación del término, que se podrá llamar discográfica o como tú quieras, pero los ingresos ya no entran por las mismas vías. Antes se ganaba mucho dinero sólo por los discos, pero ya se han ido adaptando y al final acabará siendo un núcleo que gestionará todo lo que hace el artista; porque el artista al final, yo como mínimo y creo que la mayoría de los que conozco, no sabemos hacer todo lo que no sea música. Yo lo que sé hacer es lo que sé hacer, no quiero meterme en camisas de once varas.
El último tema de Matilda, ‘Mil i un possibles finals’, más pop/rock y menos folk u otros estilos que tratas en el disco, se distancia bastante del resto de los temas. ¿Es tal vez un avance de lo que podríamos escuchar en un próximo álbum de Refree?
No tengo ni idea de qué podréis escuchar en un próximo álbum de Refree, pero lo que sí que pienso es que voy a tardar un poco menos que lo que he tardado ahora. Tengo ganas de hacer otro, me siento con fuerzas. Cuando acabé ‘Els invertebrats’ estaba contento, pero tenía la sensación de que quería tomarme un tiempo para saber cuál era el camino que debía tomar. Lo que sí te puedo decir sobre ‘Mil i un possibles finals’ es que es un tema que me gusta mucho y que, a pesar de que no es un tema representativo del disco, como tú dices y es cierto; al mismo tiempo es un tema de pop/rock, tiene un punto psicodélico, y en él pasa algo muy representativo de cómo me siento ahora mismo a nivel arreglístico e instrumental. Y es que en cada estrofa pasan cosas distintas. Hay una estrofa que son sólo voces, luego en otra entra un banjo, hay muchos instrumentos, pero nunca muchos al mismo tiempo, que se vayan mutando entre sí, que cada estrofa tenga algo nuevo… Me gusta la cadencia de la canción, me gusta como está resuelta, estoy muy contento.
¿Cuándo va a tener lugar la gira de presentación?
Hubo un concierto en septiembre en un festival pequeño, para poner todo en marcha. Empezamos a finales de enero y espero que febrero y marzo puedan ser meses de traer este disco a gente. He sido un poco vago con los directos, he tocado cuando realmente me apetecía y quiero que siga siendo así, y cada cierto tiempo voy recibiendo mails de gente que me pregunta que cuándo voy a tocar. Creo que algún momento tenía que hacerlo y creo que ahora es una buena época para hacerlo. Estoy dispuesto a tocar más esta vez.