Es hora de admitirlo: Operación Triunfo ha salido para siempre de nuestras vidas y, desgraciadamente, nunca volveremos a pasar domingos tan divertidos como los de las últimas semanas. Es una pena que el talent show por antonomasia desaparezca de nuestras pantallas y que Telecinco no se haya planteado pasarlo a una cadena más modesta como Cuatro o incluso La 7, posiblemente por lo caro que resulta. Por si alguna otra cadena se decide a comprar el formato y revivirlo, aquí damos (y gratis, que así somos de simpáticos) unas sencillas pautas con las que OT hubiese funcionado mucho mejor.
1. Mejorar el repertorio. ¿De verdad es esa traducción hórrida de ‘The Blower’s Daughter’ mejor que la original? ¿Alguien de verdad cree que es más reconocible que la original? Este año hemos notado una cierta intención por avanzar en este sentido incluyendo algunas canciones algo diferentes a lo que nos tenían acostumbrados. Pero no hay que olvidar que OT es lo que es, y el público es el que es, y aunque el esfuerzo sea loable, estamos seguros de que se pueden encontrar canciones de la radiofórmula bien conocidas y buenas que puedan darle otro ritmillo al programa. Y eliminar las baladas que no sean archifamosas, porque son un cortarrollos.
2. Hacer algo con Pilar Rubio. Tiene su talento. Limitadito, pero lo tiene. Y a pesar de ello ha cargado con todas las culpas tras la cancelación del programa. Es verdad que puede no haber sido la mejor opción para cuatro horazas de gala en directo. A los responsables del programa, con tal de subir la audiencia, les ha faltado ponerla a presentar en bikini. Total, a Paula Vázquez le funcionaba…
3. Poner un jurado de zombies. Basta ya de medianías como el cantante de los Melocos: después de ver a Risto cargarse emocionalmente a varios concursantes, ya solo faltaba infligirles dolor físico, creando un jurado de zombies que se comiese a los expulsados. Éxito asegurado.
4. Convertirlo en Sálvame. ¿No es este el programa que mejor funciona en la cadena? Pues copiémosle. Perdieron la oportunidad de meter a Roxio en La Caja cuando dijo que quería abandonar la academia, o incluso de profundizar aun más en la relación entre Álex y Marco Da Silva a través de comentaristas de excepción como Lidia Lozano.
5. Recortar las galas. Vale que Spain is different y todo lo que tú quieras, pero nos sigue fascinando que los programas estadounidenses y anglosajones duren una hora y poco haciendo lo mismo que se hace aquí. En el ‘Esta casa era una ruina’ americano, por ejemplo, no se tiran cuarenta minutos decidiendo el color de una pared. ¿Quién puede quedarse un domingo despierto hasta la 1 o las 2 de la mañana?
6. La financiación. Si a alguna mente preclara se le ocurrió prescindir de los mensajes de favoritos y de la ventana semanal de salvación, debería haber pensado en algún sistema de financiación alternativo. Por ejemplo, cámaras en las duchas a las que acceder previo pago por Paypal. Y sobre todo, hacer públicos los horarios de ducha de cada uno, porque lo de Marco Da Silva en esta tesitura hubiese sido un éxito asegurado.
7. Incluir más actuaciones de grupos famosos. Aunque ya comentó Noemí Galera que Madonna, Lady Gaga, Britney Spears, Rihanna y Beyoncé iban a hacer un featuring, pero no pudieron asistir por los continuos cambios de día de emisión.
8. Los estilismos. Esto es un programa de música y no la Pasarela Cibeles, pero que el 98% de la audiencia sufra ataques epilépticos al ver salir a Jefferson en la pantalla no tiene pinta de ser nada bueno.
9. Hacer un OT de perdedores o un OT VIP. Geno(x) ha sido, por descontado, la que más ha dado que hablar, al menos en Twitter y en nuestros foros. ¿Por qué no recopilar a algunos expulsados de todas las ediciones y montarles un concurso? Seguro que tiene muchísimo éxito. Y después uno en el que se reencuentren todos los ganadores, y se les etiquete como «triunfador» o «perdedor» según sus éxitos en el mundo de la canción. Según nos informan, María Teresa Campos ya está cogiendo ideas para el próximo programa de ‘Qué tiempo tan feliz’.
10. Tomarse a sí mismos menos en serio. Al final, el gran problema de OT, como bien dejaron claro en la última gala, es que diez años después se sigue tomando a sí misma demasiado en serio, a pesar de las críticas y de las risas que nos hemos echado a su costa. Y eso ha provocado que el público se lo haya tomado todavía menos en serio. Además, la audiencia cada vez está más aburrida de los talent shows, un formato en decadencia y claramente saturado (no solo en el ámbito televisivo, sino también el discográfico). Ya es hora de que os inventéis otra cosa, muchachos.