‘Los chicos están bien’ y las madres lesbianas también

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‘Los chicos están bien’ y las madres lesbianas también

Lisa Cholodenko fue una de las primeras directoras abiertamente bollo que irrumpió con fuerza durante la eclosión del indie queer de los 90. Su primera película, ‘High Art’ (1998), se convirtió en cinta de cabecera para muchas lesbianas de la época junto a otros hitos como ‘Go Fish’ (1994) o ‘Better Than Chocolate’ (1999). Era cine independiente, políticamente militante y socialmente combativo.


Pero ahora el contexto sociopolítico ha cambiado y el cine indie también. Y como ejemplo, ‘Los chicos están bien’. Hace diez años hubiera sido impensable ver a dos estrellas de Hollywood haciendo de pareja lésbica en una película indie. Por no hablar de protagonizar comprometidas “escenas de cama”. Pero ahí están, nominaciones a los Oscars (película, actriz, guion original, actor secundario) y premios incluidos (Annette Bening ganó el Globo de Oro).

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¿Quiere esto decir que el mainstream ha asimilado a cineastas y temas que hasta hace poco eran incómodos o directamente tabú? ¿O que éstos han rebajado su furia militante como forma de adecuarse a determinados estándares culturales? Más bien lo segundo, aunque con matices. De hecho, ‘Los chicos están bien’ se podría leer como una metáfora sobre este proceso de ajuste social y cultural. La pareja protagonista, interpretada por unas estupendas Annette Bening y Julianne Moore, apenas se diferencia de la de un aburrido matrimonio de clase media heterosexual y con hijos. De hecho, el discurso resulta sorprendente conservador (e incluso reaccionario). Hay una defensa explícita del concepto tradicional de familia. El “malo”, el elemento que viene a perturbar la rutina hogareña, es el soltero empedernido. Y, para ahondar más en esa postura de “foro de la familia”, éste acaba reconociendo que, en realidad, añora ese modo de vida tradicional. ¿Han hecho lo mismo los cineastas gays militantes? ¿Será cosa de la edad?

Lo bueno de ‘Los chicos están bien’ es que, estés más o menos de acuerdo con ese discurso, éste está muy bien explotado como forma de crear situaciones cómicas y dramáticas. Cholodenko pasa de la comedia de situación al drama sentimental con gran agilidad y eficacia, creando momentos de gran comicidad (todo lo relacionado con la afición de la pareja al porno gay) y otros de poderosa emotividad (el shock “auditivo” que sufre Annette Bening cuando se entera del secreto de su pareja). En resumen, cine indie gay domesticado pero muy eficaz y solvente. 7.

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