Siempre que nos quejamos del exceso de tramas familiares y de desnudos en las series españolas de misterio aparece un comentarista para decir que en nuestro país se hacen las series que a los guionistas les dejan los mandamases de las televisiones. Independientemente de la causa última, que desconocemos, lo claro es que ‘El barco’ es uno de los ejemplos más flagrantes sobre cómo se puede estropear una trama interesante, influida por ‘Lost’, sí, pero también bastante exportable, con bien de duchas y culos.
La idea de que sólo unas pocas decenas de personas sobrevivan a lo que parece el fin del mundo en un barco sin rumbo es de lo más atractiva para los que nos enganchamos a cualquier subproducto con un mínimo de suspense. Sin embargo, en estos 13 capítulos hemos asistido atónitos a un cúmulo de tramas intragables de corte amoroso en primer plano, más propias de ‘Al salir de clase’ y ‘Física o química’, que han dejado lo del fin de la especie humana en quinto. A estos jovenzuelos encabezados por Mario Casas y la bellísima Blanca Suárez les da mucho igual que todos sus seres queridos hayan muerto, que se haya acabado la fruta o que un volcán se abra a sus pies. Ni un episodio de psicosis, ni un suicidio. Ellos se contentan con mezclarse en las duchas mixtas, pegarse en pelotas en las mismas, apostarse los calzoncillos en una apuesta o cambiar de cama a diario.
La serie ha mostrado, además de un rarísimo montaje que a menudo intercala escenas sin ton ni son o deja elípticas cosas necesarias, una estructura similar episodio tras episodio carente de emoción. En varios capítulos algo amenaza la seguridad del barco, pero al final Burbuja, el adulto que tras un accidente tiene una edad mental de 8 años, lo resuelve, dejando las cosas donde estaban al principio. Así hemos llegado tontamente al final de esta exitosa primera temporada (por alguna razón ‘El barco’ lidera con holgura los lunes), que se podría haber resuelto como parte de una miniserie de 90 minutos. Después de todo, duele decir, por mucho que sea imposible imaginar todo el despelote en una serie internacional que no sea ‘Spartacus‘, donde por cierto al menos se ven tetas y colas, que si no fuera por el disfraz kitsch, no habría quien se tragara ‘El barco’. 2.