A veces escuchas discos que terminan antes de que te des cuenta de que han empezado. La Oreja de Van Gogh pueden presumir de que eso no les pasa. Puedes estar haciendo mil cosas a la vez, pero siempre una de sus frases estrella conseguirá captar tu atención. Lejos de madurar y de renunciar al factor cursi en sus letras llenas de diminutivos y campanas en flor, el grupo ha elevado al cubo la pomposidad de sus recursos expresivos en este ‘Cometas por el cielo’.
El segundo disco de la banda con la nueva cantante (el sexto en total) se mantiene en su mundo de «gotas de rocío» y «cloroformo para dormir que ya no sabe a ti». Sonarán familiares a sus fans cosas como «llueve en la ventana de mi corazón» (‘Día cero’), «perdí las llaves del tiempo» (‘Las noches que no mueren’), «quítate los zapatos de escapar» (‘Esta vez no digas nada’) o «a nuestros balcones llegará un suspiro del sol» (‘Promesas de primavera’).
Sin embargo, esta vez La Oreja se han superado en el logro de nuevas imágenes inquietantes, como ese «vuela un columpio vacío sobre mi cabeza» (‘La niña que llora en tus fiestas’); simplemente imposibles, como «llevamos el paraguas que tanto me hizo temblar», o que dan crisis, como ese «siempre llevaré tu cara encima de mi cara» (el nombre del tema, ‘Paloma blanca’, ya prometía). A veces ni siquiera sabes qué quieren decir. En ‘Mientras quede por decir una palabra’, con «si me miras a los ojos ves lo más bonito que hay en mí: un reflejo de ti… cuando te conocí», uno se pregunta si se está llamando viejo al ser querido. ¿Y en ‘Las noches que no mueren’, «querías poner la primavera en mí» significa «querías dejarme embarazada»?
La canción más gore en ese sentido sería ‘Cometas por el cielo’, donde nos encontramos «quédate hasta que la luz del alba muestre mi corazón enredado en la alambrada de tu voz que me ha rozado el alma» o «quédate conmigo y mi suspiro será el único testigo que se vestirá de fiesta». Da miedo mirar la foto de portada y pensar de qué cabeza ha podido salir todo esto. Y también, por otro lado, mirando la foto hay una notable falta de credibilidad en frases como «me sonrojé, no suelo ser así» de ‘Las noches que no mueren’.
Musicalmente el single David Guetta meets Shania Twain no tiene continuación y predominan los grandes arreglos a lo Coldplay (‘Día cero’, ‘Las noches que no mueren’) con estribillos doblados o tan claros como «me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, me tuve que marchar, yo me tuve que marchar, me tuve que marchar»; sin dejar de lado la baladita para que todo el Palacio de los Deportes agite sus manos blancas cantando «adiós, mi sol; adiós, mi vida» (‘Un minuto más’).
Si notas, como ellos, que «te falta el aire claustrofóbico de venir de un fugaz desliz», espera que aún queda por mencionar el mejor momento del disco, con permiso de la campana que cierra ‘La niña que llora en tus fiestas’. También en este tema, han decidido añadir un efecto vocal a una frase muy especial: «tu carita es una rosa sin abrir». Talento en lo musical y en lo lírico, unidos.
Y ahora viene lo malo: puntuar el disco. La Oreja logran que cada canción parezca un single y sobre todo han hecho ver al mundo que Amaia Montero es una cantante la mar de prescindible e imitable. Asistidos por el productor sueco Simon Nordberg, han construido un gran número de temas que, en inglés, podrían ser hits internacionales. En general, entre unas cosas y otras, no me reía tanto escuchando un disco desde que Chico y Chica sacaron ‘Status‘ y realmente no veo la hora de que saquen otro (de verdad). Lo suyo sería ponerle un 6. Sin embargo, como la gente analiza más las notas que entiende la comedia como género musical, mejor un 4.
Calificación: 4/10
Canciones recomendadas: ‘La niña que llora en tus fiestas’, ‘Día cero’, ‘Cometas por el cielo’
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