Pony Bravo se valen por sí mismos en Joy Eslava

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Pony Bravo se valen por sí mismos en Joy Eslava

Organizado por los Conciertos Sublimes de Vertical Pop, el retorno de Pony Bravo a la capital tras actuar en el Día De La Música Heineken tuvo lugar anoche en Joy Eslava. Síntoma inequívoco del buen estado de salud que goza la escena nacional fue el hecho de que ellos solos, sin siquiera telonero, y no gracias a un grupo extranjero, abarrotaran el recinto hasta tal punto que se hacía complicado moverse por el foso de la Joy.

Mientras llegan novedades discográficas, los sevillanos deleitaron al respetable con una selección de sus dos álbumes, ‘Si Bajo De Espaldas No Me Da Miedo (y otras historias)’ (2008) y ‘Un Gramo De Fe‘ (2010), con la balanza de temas a favor del segundo. Comenzaron con ‘La voz del hacha’ y no pudieron dejarse otras grandes canciones como ‘Super-Broker’ (dedicada a Teddy Bautista y a la Duquesa de Alba), ‘Noche de Setas’, ‘El Rayo’, ‘Ninja de Fuego’ o la que probablemente fue la más celebrada de la noche, ‘La Rave de Dios’.

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El tópico de que la técnica no es una de las bazas de un grupo indie quedó superado hace años y si hubiera que volver a constatar que indie y técnica no son términos excluyentes no habría más que fijarse en este cuarteto, multiinstrumentista como pocos en activo actualmente y con un dominio pasmoso de cada instrumento. Buena muestra hicieron de ello a lo largo de su set, que dio paso al bis tras despedirse momentáneamente una vez tocada ‘El Campo Fui Yo’.

Volvieron con ‘Trinchera’ y la despedida tuvo regalo extra, ya que estrenaban una canción, titulada ‘Mi DNI’, cantada por Pablo Peña a diferencia de las demás. Las letras de Pony Bravo quedan bastante fuera de la realidad circundante, pero en esta ocasión, a través de una ácida descripción (un «spoken word» más bien) del mundillo que rodea a la escena musical de este país, con mención a sellos discográficos y medios de comunicación y sobre todo a la cocaína; volvían a poner los pies en la tierra. Ellos se lo guisan (tienen su propio sello), ellos se lo comen (y un sonido de lo más personal-una suerte de kraut/reggae rock con tintes andaluces-) y cada vez generan más atención a su alrededor. Hipnotizados quedamos. 8.

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