Hay películas fallidas que esconden en su interior otras películas posibles (y mejores). Es el caso de ‘Chico & Rita’. La irregular propuesta de animación realizada por Fernando Trueba y Javier Mariscal contiene, agazapada en los márgenes, la huella de lo que podría haber sido y no fue: un musical animado lleno de ingenio y libertad expresiva. La secuencia en cuestión es aquella que marca el paso de una ciudad a otra, de La Habana a Nueva York. Una secuencia brillante y alucinada, llena de osadía formal, que deslumbra y desaparece como un fogonazo.
Porque ‘Chico & Rita’, en vez de seguir por ese estimulante camino, se frena y se agarra a la convención narrativa. La película pretende ser algo así como un bolero animado, dibujado. Un bolero que tiene la música, sí, pero al que falla la letra. La música la ponen grandes nombres como Dizzy Gillespie, Chano Pozo, Tito Puente, Freddy King Cole (el hermano menor de Nat King Cole), Estrella Morente (cantando y haciendo de sí misma) y, sobre todo, Bebo Valdés, autor de la banda sonora. El músico cubano al que Trueba dedica la película y cuya carrera ayudó a relanzar en los documentales ‘Calle 54’ (2000) y ‘El milagro de candeal’ (2004), le sirve también al director como inspiración para construir el personaje de Chico, el pianista enamorado de Rita.
Pero… ¿y la letra? Más que un bolero clásico de romanticismo desgarrador, ‘Chico & Rita’ tiene la letra de una balada de Bustamante (David). Lo que debería ser una historia de amor emocionante y arrebatadora, de ardientes encuentros y violentos desencuentros, resulta un “amores reñidos son los más queridos” lleno de clichés melodramáticos y convenciones de telenovela. Si por lo menos la historia hubiera sido una mera excusa para desplegar todo el talento visual de Mariscal, sería disculpable. Pero no, la historia importa, todo está en función de ella, y resulta un lastre demasiado pesado.
Otra posible lectura de ‘Chico & Rita’, a tenor de la calidad de la animación y lo deficiente del guión, sería la de una batalla entre un prudente y convencional Trueba y un revoltoso e iconoclasta Mariscal. Una batalla desigual que acaba con una prometedora propuesta, disfrutable cuanto menos narrativa se vuelve, echada a perder por kilos y kilos de mala literatura. 5,5.