Sébastien Tellier es una de las personalidades más excéntricas de la música francesa de la última década. La primera vez que le escuché fue en la banda sonora de ‘Lost In Translation’, donde aparecía el tema ‘Fantino’ (de su primer LP, ‘L’Incroyable Verité’, de 2001), y no llegaba a imaginar que detrás de esa delicadeza instrumental se escondía un barbudo extravagante que llevaba la afectación hedonista y retro de Air -sus mentores- hasta un extremo entre kitsch y esperpéntico que practican irónicos proyectos como Com Truise.
Tellier se presenta en su cuarto LP (editado por Record Makers, el sello discográfico de Air, en el que ha publicado todos sus discos) como un mesías del hedonismo, tal y como aparece en el vídeo de ‘Cochon Ville’, su primer single, en el que invita a la gente a unirse a la «ciudad de cerdos», que es como se traduce literalmente el título. Es difícil saber hasta dónde su música puede ser tomada en serio. El comienzo de ‘Pépito Bleu’, primer corte de ‘My God Is Blue’, es como escuchar al Leonard Cohen de ‘I’m Your Man’ cantando Vangelis en una vieja cinta de cassette. Salvando las distancias, recuerda a Joe Crepúsculo, con el que te entra cierto pudor al emocionarte sinceramente con una canción y un pensamiento sobrevuela tu cabeza: «¿No me estará tomando este tipo el pelo?». Los teclados de ‘Mayday’ tienen el mismo efecto que los sintes descacharrados de Joël Iriarte, aunque Tellier prefiere acabar con unos vientos lánguidos muy a lo Air.
Una vez superada esta sensación comienzas a ser consciente de la coherencia del álbum, su cuidada factura sonora que bebe de los 80 más hedonistas y a la vez más épicos (tómense estos dos calificativos con la misma cara entre irónica y alucinada que a Tellier le gusta poner en las portadas de sus álbumes), su gusto por los bajos redondos y las cuerdas sintéticas y quizá cierto abuso por los medios tiempos y los paisajes instrumentales. Porque lo que al principio del disco impresiona al final acaba convirtiéndose en una rémora en su desarrollo. El empuje de los temas iniciales, del disco hortera de ‘Cochon Ville’ a la épica sintética de ‘Russian Attractions’, pasando por el exotismo acuático de ‘Magical Hurricane’, se ve diluida en temas que, sin ser malos (‘Against The Law’, ‘My God Is Blue’), redundan en las características de los anteriores y no ofrecen muchas más novedades, por lo que el final del disco toma cierto aire intrascendente.
En resumen, ‘My God Is Blue’ es una muestra más del estilo de Sébastien Tellier, de su acierto como productor para encontrar un sonido propio anclado en una estética retro que en realidad no se toma muy en serio, pero que quizá adolece de una falta de necesidad expresiva que acaba por convertir un disco de doce cortes en algo redundante.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Pépito Bleu’, ‘Cochon Ville’, ‘Russian Attractions’
Te gustará si te gusta: Air, Com Truise, los teclados de Vangelis y Jean Michel Jarre
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