Pussy Riot: prisioneras de conciencia

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Pussy Riot: prisioneras de conciencia

Los mundos de la música y el arte han ido indisolublemente unidos con la polémica, y en muchos de estos casos, la polémica ha tenido una estrecha relación con la religión. Para todo tipo de artistas, esta no ha sido sino una manera de aumentar exponencialmente su capacidad de salir en los medios, de tener cierta repercusión, aunque a menudo les ha provocado malas pasadas. Hace bien poco, por ejemplo, Javier Krahe era juzgado en nuestro país por un corto que muchos considerarán de dudoso gusto, pero de indudable valor artístico, ‘Como cocinar a un Cristo’. Y la Fresh Gallery sufría un ataque después de inaugurar una exposición de Bruce LaBruce que retrataba a personajes célebres con imaginería católica y un alto contenido erótico.

Pero lo que sucede en nuestro país -que de laico y aconfesional tiene bien poco- no es más que la punta del iceberg. Sonado fue el caso de John Lennon al declarar que The Beatles eran «más famosos que Jesucristo», palabras de las que se tuvo que retractar a causa de la polémica y de los numerosos grupos cristianos que decidieron boicotear al grupo. O a Sinead O’Connor partiendo en dos una fotografía del Papa en plena actuación en directo. O por supuesto a Madonna, cuyo anuncio para Pepsi fue cancelado en 1989 tras la cólera católica que suscitó a posteriori el vídeo de ‘Like A Prayer’, canción que sonaba en el comercial televisivo. Ni siquiera es algo que pueda circunscribirse únicamente a la religión cristiana: ahí están las amenazas de grupos radicales a los dibujantes de las caricaturas de Mahoma que aparecieron en el periódico danés Jyllands-Posten.

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Es por eso por lo que a nadie sorprende que el (ahora) célebre grupo de punk Pussy Riot decidiese llevar a cabo una de sus performances precisamente en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, y más teniendo en cuenta que lo que intentaban poner de relevancia era la estrecha colaboración entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el gobierno de Putin, a quien Cirilo I de Moscú, Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, apoya de facto. ¿Por qué es esto peligroso? Porque la religión tiene la poco sana costumbre de adoctrinar a los fieles, pudiendo incluso influir en su voto. Es por eso que, después de que varias integrantes de la performance fuesen arrestadas y condenadas a dos años de prisión, ya hay organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch que han mostrado su repulsa por la condena, así como personalidades del pop internacional y celebridades rusas de la talla de Garry Kasparov, que fue detenido en el momento en el que se dirigía a la lectura de la sentencia.

Porque la sentencia es absolutamente injusta. Sin conocer los detalles del derecho y la jurisprudencia en Rusia, el vídeo y la performance de las Pussy Riots no incitan en ningún momento ni a la violencia ni al odio contra una determinada creencia religiosa. Las jóvenes, sin embargo, sí utilizan este determinado escenario como estrategia mediática para movilizar a la opinión y a los medios de comunicación internacionales. Probablemente incluso ellas mismas supiesen y buscasen este devenir de los acontecimientos, porque a diario en las noticias sobre la cuestión no vemos otra cosa que lo que ellas mismas denuncian en sus canciones: clientelismo, represión, censura… pero esta vez retransmitido por todas las cadenas de televisión del mundo, impreso en todos los periódicos, en negro sobre blanco. Es por eso que han llegado a sacar un single el mismo día en el que se pronunciaba su sentencia, porque así consiguen que sus actos tengan mayor difusión y repercusión.

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Y lo que es más, estas chicas se han convertido prácticamente en prisioneras políticas y de conciencia, teniendo en cuenta sus ideologías contrarias a Putin y que algunas forman parte de grupos de apoyo LGTB en Rusia. No es ningún secreto que este país es uno de los que más discriminación mantiene contra los homosexuales, y en su capital, se han prohibido las marchas del Orgullo Gay por espacio, ni más ni menos, que de cien años. La Iglesia Ortodoxa Rusa, por su parte, se ha limitado a pedir a las autoridades que «mostraran clemencia con las condenadas dentro del marco de la ley, con la esperanza de que se abstendrán de repetir actos blasfemos». Irónico, cuanto menos, para una institución que venera la figura de Jesucristo: alguien que por la historia contada en la Biblia, no solo fue considerado un provocador y un radical contra el statu quo y el poder reinante, sino que además fue condenado por ello.

Fotografía: Por Denis Bochkarev [CC-BY-SA-3.0]

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