La semana pasada se publicaba al fin ‘Anónimo‘, el debut largo de Lorena Álvarez tras la edición limitada de ‘La Cinta’. Lorena nos atendía en esos días llana y risueña, aunque algo ensimismada, en un bar de Chueca. No conoce JENESAISPOP más que de oídas y no le gusta musicalmente ningún compañero de Sones. Evidentemente alejada del «mundo moderno» y de las modas, se molesta cuando en el bar nos ponen un house un tanto lounge e interrumpe la entrevista para pedir que quiten «esa música tan fea». El 19 de diciembre podréis comprobar, con toda seguridad, su total espontaneidad en el Teatro Lara de Madrid.
¿Desde hace cuánto tiempo llevas componiendo este disco? Algunas canciones ya salieron en ‘La cinta’ y las llevas tocando unos meses…
Hace como tres años. Yo siempre he tocado. Muy mal (risas), sólo me sé cuatro acordes, pero con letra, unos tres años.
¿Cuáles son las canciones más antiguas?
‘Novias’, me parece.
Pues empezaste fuerte con grandes declaraciones, una canción intensa…
Tenía un amigo, Alberto Acinas, con el que hicimos un proyecto llamado «Las Canciones Gemelas». Cada uno tenía que hacer una canción sobre un tema que se nos ocurriera. El primer tema eran los celos y la verdad es que quedó mejor la mía (risas).
¿Cómo catalogarías lo que haces? ¿Como jotas?
No son jotas. Mira, la prueba de que no son jotas es que fui a ver a Concha de Trasmontes, una señora que llevaba mucho tiempo cantando canciones muy antiguas, y a la que me llevó una amiga a ver al pueblo de al lado. Fue muy emocionante, para mí fue como ir a ver a Beyoncé. Mi amiga le hizo escuchar mis canciones y me decía: «son muy guapas», pero me dijo que faltaban partes. Me preguntaba por partes que deberían estar en una jota. Yo le decía: «¡No, si es que son inventadas!». La gente dice que son jotas porque hay mucho desconocimiento sobre lo tradicional.
Pero el ritmo se puede asemejar…
Pero no tiene las mismas partes.
¿Cómo lo llamarías tú?
Tradicional sexy (se ríe).
Es lo que pone en alguno de los instrumentos cuando os vi en directo…
No me gustan las catalogaciones. Es que es una tontería. Catalogar es digerirlo demasiado. Parece que hay que dar todo catalogado para que se pueda consumir. No quiero decir que me sienta fuera de eso, pero hay mucha manía de catalogar todo. Además, muchas veces las catalogaciones se hacen sin demasiado conocimiento. Un amigo me lo decía: «te pones un gorro y ya te dicen: «¿dónde vas, Michael Jackson?»».
¿Esta música «tradicional» te gusta desde siempre o te has ido encontrando con ella según te hacías mayor, como tanta gente?
Siempre me ha gustado. Siempre la he vivido en mi pueblo, pero ponerme a investigarla y a estudiarla es algo de ahora. Ahora estoy profundizando más, leyendo cosas, escuchando más cosas, estudiando…
¿Y ha tenido que ver algún familiar?
No, la verdad es que no. Mi familia no canta, aunque era el sueño de mi padre tener un grupo. Ha sido más influyente el ambiente de mi pueblo, las historias que cuentan. Hasta hace unos años, la vida no había cambiado para nada, era casi medieval, y desde hace un tiempo ha cambiado mucho. De pequeña yo escuchaba historias de cómo era caminar por la noche a otro pueblo, cuando no había luz, no había coches. Esto es algo que sobreexcita mucho tu imaginación.
Todo el mundo tiene un recuerdo muy bonito de su pueblo, las verbenas…
Yo he vivido allí hasta los 16 años, cuando me fui, pero a veces voy y paso allí temporadas. A veces tienes también un recuerdo de algo que no has vivido. Mi familia se reúne y de lo único que hablan es de cómo era todo antes. Las verbenas que tú dices, me encantan, es la música que más me gusta, casi. Me gustan mucho las verbenas porque reconfortan los corazones de la gente. Esa gente que trabaja en el campo esos días no trabajan, están contentos…
¿De adolescente tampoco tuviste una reacción más rockera?
No, contra las verbenas, no. Con 12 ó 13 años sí me pasaba los inviernos yo sola en casa mientras nevaba y era un puto rollo, la verdad (risas). Me gustó mucho irme, pero me encanta volver. He vivido en muchos sitios, en muchos países y tener un sitio sagrado para volver, me reconforta. Está bien para digerir todo lo que te pasa.
¿Y ahora vives en Barcelona?
No, no vivo en ningún lado, no tengo casa.
Eso es guay, igual pega para el tipo de música popular que haces…
No, no es nada guay. Aprovecho para decir que si alguien me alquila una habitación (risas).
¿En cualquier ciudad?
Sí, sí. (risas) Estuve cinco meses sin casa, quedándome en casas de gente, pero como pinto necesito mis cosas… y es un rollo. Mis amigos deben de estar hartos de mí. Pero al final me he dicho a mí misma: «deja de quejarte y voy a disfrutarlo». El tiempo que esté aquí voy a estar todo el rato tocando. Antes vivía en Berlín, llevo allí dos años, sigo teniendo una habitación muy grande porque los alquileres son muy baratos, y espero volver, la verdad. Para trabajar se está genial, tengo una habitación gigante, un estudio con todo…
¿Cuándo te diste cuenta de que tenías canciones que podían gustar tanto a la gente?
Nunca me he dado cuenta. Empecé porque siempre he tocado, improvisando con amigos… Siempre he tenido instrumentos en casa, pero soy autodidacta y no sé tocar ni nada. De repente me di cuenta de que me gustaba mucho el proceso de grabar las canciones. Siempre pinto y termino rápido, y quería hacer algo que se alargara en el tiempo, me compré el micrófono y tengo unas cuatro mierdas ahí para grabar que no valen para nada, pero bueno. Es como pintar, ir poniendo cosas, ir quitando cosas. Y según las grababa se las pasé a amigos, y se empezó a propagar. Pasaron dos cosas. Primero, había un concurso de maquetas, el de Autoplacer. Me presenté y lo gané increíblemente. (risas) Y luego vino lo de los sellos, y bueno, todavía estoy alucinando.
¿Qué tal te sientes en Sones? ¿Conoces a los otros grupos?
No conocía absolutamente nada y son todos majísimos. Musicalmente no me gusta mucho ninguno, pero son todos majísimos (risas). Lo que me gusta de Sones es que me gustan ellos como personas, y los quiero muchísimo. Me gusta cómo estamos trabajando juntos. Me respetan porque yo hay cosas que no quiero hacer. Y todas las ideas que se me ocurren les parece bien. Y me gusta que tienen cosas muy variadas como sello.
En principios estabas en Discoteca Océano… ¿qué pasó?
Discoteca Océano me propuso sacar un disco pero no nos entendimos muy bien. Yo quiero ir muy despacio aunque todo vaya demasiado rápido. Me agobio mucho cuando las cosas van muy rápido y no nos acabamos de entender bien. Yo si voy a trabajar con alguien, quiero entendernos bien.
En tus mismos conciertos comentas cosas como «esto está desafinadísimo». ¿Crees que el futuro es la profesionalización o crees que le quitaría encanto a tus canciones?
Ostras, pues no sé, no lo he pensado. No sé si haré otro disco… (se ríe)
¿Pero por ejemplo ves que has mejorado desde que empezaste?
He mejorado, me ha mejorado la voz. Tocar sigo tocando igual de mal. Bueno, me he aprendido alguna nota nueva… Espero evolucionar pero no en profesionalización sino en evolución personal.
¿Sones ha respetado el sonido del disco tal y como se lo has pasado?
El disco lo grabé en un estudio, de Rafael Martínez del Pozo, y estuve muy a gusto porque al principio no estaba convencida. Todas las canciones de ‘La cinta’ las grabé por pistas en mi casa, todas las cosas. No me convencía ir a un estudio porque esto lo veía como algo que hago yo sola y no sabía si con otra persona iba a salir bien. Pero pensé que era una oportunidad. Un amigo siempre pintaba con seis colores y cuando llegó a 20 dijo: «joder, esto es mucho mejor». Al principio no me apetecía pero me dije: «¿cuándo en mi vida voy a poder ir yo a un estudio a grabar?». Además, es un estudio que ha construido él, donde se filtran ruidos de animales, no está insonorizado. Va en la línea de lo que yo hago.
Sí, hay un perro ladrando en el disco. Y abren unas ovejas…
Las ovejas las grabé yo misma. Fue muy fácil. Mi tío decía «beeee» y en cuanto vas ya balan, porque se piensan que las vas a dar de comer. Al final no lo hice, pero quería crear un ambiente en todo el disco para que fuera todo un viaje a mi pueblo, con más animales entre una canción y otra, pero al final no lo hemos metido, por unas cosas y otras. Las ovejas también estaban fuera, pero decidí que el disco no salía sin las ovejas de mi tío. Entonces las mandé en el último minuto en un e-mail, mal grabadas con un mp3, pero al masterizarlo quedó bien.
¿Crees que el disco es alegre o triste?
Todas son tristes, no son por qué a la gente le hacen gracia.
Las melodías son más bien alegres…
También pasa al revés. ‘La boda’ debería ser alegre y lo era, pero no sé por qué quedó tan triste.
No es tan alegre, lo de «que me caso, que no me caso», es una disyunción un poco angustiosa, no es como «me tomo un té, no me lo tomo»… Igual buscabas un contraste entre melodías y letras alegres y tristes…
(risas) No lo he buscado pero sí, me gusta mucho. Me gusta mucho la rumba, las cumbias sonideras… y en esa música las melodías son alegres, pero la letra es triste y eso me encanta.
¿Qué sueles escuchar, por ejemplo qué traías encima?
Venía escuchando ahora mismo Los Travilis, que es un grupo de gitanos. La rumba es mi música favorita. Los Chichos, los Chunguitos… Tengo cosas distintas. No soy nada fan de nadie ni melómana de ningún estilo en concreto. Mira. Tengo un disco de Bambino, tengo Golpes Bajos (el vídeo de ‘Cena recalentada’ me encanta), tengo el mío que no lo escucho nunca…
¿Por?
Estuve tanto tiempo grabándolo que llega un momento en el que pierdes la noción de todo…
¿Para la canción ‘Sin título’ no fuiste capaz de encontrar un título en estos meses? Es de las más chulas…
No sabía cómo titularla. No sé, es desde hace dos años.
¿Cuál sería la más nueva?
La más nueva es la de ‘Alba’, la primera del disco. Y la anterior, ‘Centro de atención’.
Va más allá de un artista esta canción. En todo grupo de amigos que haya alguien con una personalidad fuerte…
Sí, uno o varios, sobre todo si tus amigos son artistas y músicos, más todavía (risas).
¿Dejaste las canciones más largas al final del tracklist por alguna razón?
No, le di muchas vueltas al tracklist. No estaba nada segura. Le pedí ayuda a gente, al final Alfons de mi discográfica me hizo uno por su cuenta y a partir del de él hice otro parecido. Yo había puesto «una rápida, una lenta» y Alfons me dijo de poner las más alegres al principio y me gustó mucho esa idea.
Y la más alegre incluye ‘Manuel’, que es una conquista frustrada…
(risas) Sí, es que ahí todavía no sabía lo que iba a pasar. No me lo ligué, pero ahí estaba yo todavía contenta…
¿De qué canción estás más orgullosa?
De una nueva que he hecho, ‘El esqueleto’.
¿Tienes muchas nuevas?
No, es que aún no he tenido tiempo, porque he estado con el disco, de viaje, tocando… He hecho algunas sin terminar del todo, y algunas viejas que quizás no están mal las recuperaré. Tengo por ahí algunas cosas.
¿Qué esperas de los próximos meses?
(risas) Encontrar novio… Encontrar novio entre mis fans. Tocar mucho, espero… La verdad es que estoy muy contenta, porque creo que he encontrado mi camino y quiero seguir con él. Y no sé… (piensa)
En el fondo te tiene que gustar la vida errante…
Sí, la sedentaria me produce ansiedad…
Pero ahora parece que buscas la calma, y te aburrirás de nuevo…
Puede ser… pero para la calma tengo que casarme y claro… como no… Por eso quiero encontrar novio, para asentarme. (risas)
¿Cómo surgió el bolo del Centro Asturiano? A mí me pareció la bomba… y con comida y bebida gratis…
Yo quería hacer la presentación ahí. Me dijeron de hacer algo en Madrid y quería que fuera ahí porque iba a veces. Antes era una sidrería, con barriles de sidra, no sé por qué lo han cambiado para ponerlo más moderno. Yo lo quise hacer ahí sabiendo que no se puede cobrar entrada. Hablamos con ellos y les pareció bien. Lo que no sabíamos es que iba a ir tanta gente. Siempre ofrecen un pequeño cátering a un precio moderado e hicimos algo pensando que irían 20 personas o 50. Nos decían: «¿cómo habéis conseguido que venga gente, por las redes sociales?» (risas) Había gente mayor, muy distinta. Me gusta mucho que venga gente mayor, el otro día salieron a bailar unas señoras en un concierto en Galicia y me hizo mucha ilusión.
¿Te gustan las redes sociales? No te pegan mucho por lo que veo…
No mucho, no. El Facebook me lo he hecho hace más o menos poco. Me parece una puta mierda, las odio, la verdad. Está bien, porque puedes anunciar los conciertos y así la gente se entera. Pero parece que hoy en día es necesario. No sé, me agobia mucho mantener eso, me da mucha pereza. La página que hemos hecho ahora la lleva Sones, bueno, a veces pongo cosas. No me gusta… Veo que le quita mucho tiempo a la gente, y la gente está subiendo cosas para que la gente diga «me gusta». El otro día leí en el Facebook de alguien, igual es de algún escritor: «el Twitter te hace creer que eres una celebridad, Instagram que eres un buen fotógrafo, Facebook que tienes amigos. El despertar va a ser muy duro». Eso es lo único que he leído en el Facebook que me haya gustado (risas).