A continuación presentamos nuestra selección de mejores películas de 2012. Puedes consultar nuestras críticas de los estrenos semanales en la sección cine.
La gran película francesa de 2011 (que encabezó listas y listas como ésta) es la mejor película estrenada en España en 2012. Un prodigio de creatividad, sensibilidad y libertad expresiva, rodada con una simple cámara de fotos y toneladas de talento. Utilizando diversos mecanismos de distanciamiento y abriendo botellas de oxígeno dramático, Valérie Donzelli es capaz de transformar un argumento proclive al exceso sentimental(oide) en una conmovedora historia de amor: la lucha de dos soldados, Roméo y Juliette, no preparados para “la guerra que se ha declarado”.
Por fin le salen grietas a las esteticistas construcciones de Wes Anderson. Por fin aparecen goteras en su rígido formalismo. Y por ellas se cuela la personal poesía del director americano, su exacerbado romanticismo, angustia “peterpanesca” y nostalgia pop. Con ecos de Salinger y retórica de relato de aventuras a lo Enid Blyton, ‘Moonrise Kingdom’ es una película sobre adultos infantiles y niños maduros, sobre el enfrentamiento entre dos formas de ver el mundo -la romántica y la cínica, la soñadora y la desencantada- y una evocadora mirada, teñida de color mostaza y humor amargo, a las emociones vividas por el primer amor. Como ejemplo, el baile en la playa escuchando ‘Le Temps de l’Amour’ de Françoise Hardy: uno de los grandes momentos de cine de 2012.
La vuelta a la ficción de Terence Davies (‘Voces distantes’, ‘El largo día acaba’) no ha podido ser mejor. El director británico ha rodado la película más elegante de este año. Una combinación, como pocas veces se consigue, entre forma y contenido, entre estética y narración. Un melodrama de arrebatadora belleza e inagotables lecturas, filmado como una herida abierta por donde pasa el tiempo –una evocadora mirada al pasado, la posguerra en Londres- y se desangra su protagonista: una conmovedora Rachel Weisz en el mejor papel de su carrera. Una película que solo por su maravilloso prólogo y epílogo ya merece la pena.
El blockbuster de 2012. En un año con títulos tan notables como ‘Los vengadores’, ‘El caballero oscuro: La leyenda renace’ o ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, la última de James Bond destaca como ejemplo del mejor cine comercial del momento. Una atractiva y muy estilosa mirada al pasado del personaje y la saga que se convierte en un alegato a favor de lo viejo que guardamos en almacenes abandonados, que se palpa en diálogos y gadgets recuperados pero que se siente de verdad cuando el héroe, cual ‘Ciudadano Kane’ de Orson Welles, se enfrenta a su Rosebud particular adentrándose en refugios escondidos de su pasado.
Si hay una película capaz de traducir a imágenes el estado de ánimo que se está instalando en las sociedades contemporáneas, esa es ‘Take Shelter’. La segunda película de Jeff Nichols tras ‘Shotgun Stories’ (2007) es una brillante metáfora sobre la inquietud post-crisis económica que anida y se desarrolla en el interior de todos nosotros. Un enigmático relato de ecos apocalípticos que juega con la ambigüedad de su personaje central (un notable Michael Shannon) e interpreta en clave alegórica y subjetiva la angustia derivada de la posible llegada del fin de los tiempos.
Otra muestra más del descomunal talento del guionista Aaron Sorkin (que actualmente triunfa con la serie ‘The Newsroom’) y del gran momento profesional, como actor y productor, que vive Brad Pitt (repasar sus últimas películas da vértigo, y ver las que están por llegar es para marearse del todo). Bennett Miller (‘Truman Capote’) se rinde a la evidencia y se pone humildemente al servicio del guión y de los intérpretes. Y es que ‘Moneyball’ no es otra película más sobre béisbol, ni otra historia más sobre David contra Goliat. ‘Moneyball’ habla de ese argumento universal que es la irrupción de lo nuevo en lo viejo, de esos pioneros que “acaban heridos por ser los primeros en derribar el muro”.
La peli indie del año. Sean Durkin debuta en la dirección con esta evocadora, hipnótica y brumosa película. Un drama rural que reflexiona sobre las tensiones derivadas del choque entre dos formas de entender la vida -la conservadora de clase media y la alternativa y contracultural-, constantemente “apuñalado” por turbadores flashbacks que describen el aterrador proceso de inmersión de la protagonista (una fascinante Elizabeth Olsen, hermana pequeña de las célebres gemelas) en una secta de ecos mansonianos. La crónica de un fracaso: no es país para hippies.
“Estados Unidos no es un país, es un puto negocio”. Brad Pitt mata (suavemente) con las armas, pero también con las palabras. El neo-noir según Andrew Dominik es un choque a toda velocidad -en un paisaje urbano post apocalipsis financiero y mientras suena el ‘Killing Me Softly with His Song’ de Roberta Flack- entre el cine político de los 70 y el thriller estilizado de Scorsese, Tarantino y los hermanos Coen. ‘The Man Comes Around’ (Johnny Cash) y ‘Heroin’ (The Velvet Underground) completan la banda sonora del fracaso del sistema, de los restos del naufragio económico que te “mata suavemente” con una última bala escupida en la barra de un bar: “stop bullshitting me AND PAY ME MY FUCKING MONEY!”.
Película de culto instantáneo. Después de revitalizar el género negro con la estimulante ‘Brick’ (2006), Rian Johnson se adentra en el género de la ciencia ficción –subdivisión: viajes en el tiempo- partiendo de un elaborado guión que se interesa más por el perfilado de los personajes, la creación de atmósferas, la coherencia narrativa y la construcción de discursos, y menos por la exhibición de alta tecnología al servicio de la acción más aparatosa. Como los trabucos que utilizan los loopers, el director abre un agujero en el interior del alma humana para mirar dentro y ver sus contradicciones: la tensión entre lo que somos y lo que seremos.
Qué buen director es Alexander Payne. Un cineasta de corte clasicote, incluso pasado de moda, que no necesita hacer filigranas estilísticas ni engolar la voz para hablar de temas importantes. En ‘Los descendientes’ Payne reflexiona sobre las complicaciones de las relaciones de pareja, las complejidades de los vínculos paterno-filiales y los problemas éticos en la defensa de un territorio virgen contra los ataques de la especulación inmobiliaria. Y lo hace sin aspavientos ni trascendentalismos, con la misma naturalidad con la que sus personajes se acomodan en un sofá a relajarse, viendo la tele y comiendo helado después de una de las semanas más intensas de sus vidas.
Si en ‘Hunger’ Steve McQueen utilizaba el cuerpo encarcelado de Michael Fassbender como instrumento político, en ‘Shame’ realiza la operación contraria: un cuerpo en libertad convertido en cárcel de quien lo habita. Más allá de la polémica por las dimensiones del miembro del actor (el suyo es, sin duda, el desnudo masculino de la temporada), el cuerpo de Fassbender es el gran protagonista de la película. Un cuerpo de un yonqui del sexo que busca acallar su angustia existencial a base de explotarlo, de exprimir hasta la última gota de placer que le pueda proporcionar. El protagonista utiliza el clímax sexual como combustible vital de la misma manera que su hermana (una conmovedora Carey Mulligan) necesita el amor como carburante asistencial.
A pesar de lo irritante que resulta en muchos aspectos (esa calculada afectación y extravagancia “autoral”, ese prólogo como versión barata de Lynch o esa pretendidamente ocurrente y graciosa conversación entre limusinas), está claro que la vuelta al cine de Léos Carax ha sido la propuesta más singular, valiente y radical de este año. Una película que solo por su refinada cinefilia (de Étienne Jules Marey a Georges Franju), el erótico baile con los dobles virtuales, la canción de Kylie Minogue compuesta por Neil Hannon o las andanzas del fascinante personaje de Monsieur Merde, merece aparecer en esta lista.
Dicen que cuando el dinero entra por la puerta, la creatividad salta por la ventana, y el cántabro no rompe la regla. Después de su ambicioso, enrevesado e irregular debut con ‘Los Cronocrímenes’, Vigalondo ha hecho suyo el mantra del «simple is better» pariendo un filme digno de entrar en el top de los bajos presupuestos mejor aprovechados de la historia. Porque lo valiente no es hacer una película llamada ‘Extraterrestre’ en cuyo metraje no aparece un puñetero alienígena, hay decenas de ejemplos de buen cine que no enseña nada. ‘Encuentros en la tercera fase’ de Spielberg, sin desviarse demasiado de la temática. No, lo valiente es atreverse a contar una historia casi totalmente encapsulada en un apartamento del centro de Madrid y conseguir que el espectador no sienta claustrofobia.
‘Argo’ esconde un alegato en favor de Hollywood tomando como excusa una operación real de la CIA, desclasificada hace unos pocos años, para intentar sacar de Irán a unos rehenes después del asalto que sufrió la embajada estadounidense en 1980. Un material jugoso que Affleck utiliza para montar un filme de suspense capaz de mantenerte sufriendo y en tensión la mayor parte de su metraje recurriendo a viejos trucos del género como llamadas que parece que no llegan, aviones que nunca despegan o retratos delatores hechos pedazos que se completan al borde de la frontera.
El filme usa la travesía de Pi en compañía del famoso tigre para desmontar al espectador hasta dejarlo desnudo frente a su propio yo. Un trabajo de precisión como sólo sabe hacer el camaleónico Ang Lee, que una vez más se deja poseer por la visión de un director foráneo para atrapar la cultura local en la que transcurre su historia (la India en esta ocasión) con la misma maestría que ya demostró con títulos como ‘La tormenta de hielo’, ‘Tigre y Dragón’, ‘Sentido y Sensibilidad’ o ‘Brokeback Mountain’. Lo contrario que Woody Allen en sus aventuras europeas, vamos.
A pesar de lo complejo de esta película que ganó la Concha de Oro en San Sebastián y de las múltiples aristas que presenta, con parodia o dramático homenaje a la familia de clase media -según se mire- incluido, lo que de verdad interesa a François Ozon es la mezcla de realidad y ficción dentro de la película, y las dificultades de un autor por concluir su obra con dignidad, sin que resulte “un vodevil barato”. En un momento del guión uno de los personajes plantea tres o cuatro finales posibles para su historia: los más o menos esperables. Ozon consigue darles una vuelta de última hora culminando de manera magistral una las mejores películas que se han hecho sobre manipulación y creación, de infinitas lecturas.
Ay, Christopher Nolan. El constructor de blockbusters más pedante de la actualidad. Sí. Pero también el más capacitado para atornillar al espectador en la butaca y cautivarle durante casi tres horas. Ni ‘Los vengadores’ ni ‘The Amazing Spider-Man’. ‘El caballero oscuro: La leyenda renace’ es la película de superhéroes del año. Un espectáculo mayúsculo (los que la puedan ver en Imax, que no se lo piensen) capaz de combinar la acción más sofisticada con la más fértil (y dickensiana) exuberancia dramática, la aventura épica más trepidante con un punzante (y ambiguo) discurso socio-político.
Lo que realmente brilla en esta adaptación es la capacidad narrativa de Fincher. Como ya demostró en ‘La red social’ (2010), su talento para muscular el relato y dotarlo de ritmo es asombroso. Solo por ver cómo resuelve en imágenes toda la investigación que a Larsson le ocupa más de la mitad de la novela merece la pena pagar una entrada. El chiste “¿para qué voy a leer el libro si puedo ver la película?” nunca ha sido más verdad.
Por culpa de un trailer que destripaba casi toda la película muchos creímos que ‘Grupo 7’ sería una especie de ‘Los hombres de Paco’ ambientada en la Sevilla pre Expo’92. Otra fantasmada policiaca con más vergüenza que intriga destinada a mostrarnos lo bien que funcionan las fuerzas de seguridad del Estado. ¿Qué esperar cuando Mario Casas ocupa gran parte del cartel que promociona el filme? Pues gran error. Y es que Alberto Rodríguez, director que merecería más reconocimiento después de títulos como ‘After’ o ‘7 vírgenes’, firma un thriller sucio y amoral que cuenta el lado oscuro de la operación levantada para limpiar de ladrones, yonkis y prostitutas las calles del centro de la capital andaluza. ¿Harán los Goya que un reestreno levante sus cifras de taquilla? Deberían.
Al pobre Pablo Berger le han hecho un Amenábar en toda regla. Y es que como ya le ocurrió a éste, si ‘Los otros’ hubiera llegado a la cartelera unos meses antes que ‘El sexto sentido’ hoy la película sería recordada como la primera del cine moderno que puso al fantasma como protagonista de la historia. Qué distinto sería todo si la calidad y no la velocidad fuera la responsable de hacernos ganar o perder una carrera. Después de la declaración de amor al cine clásico de Hazanivicius, el factor sorpresa del cine mudo en el siglo XXI está perdido, ese mismo factor sorpresa por el que la propuesta del francés podía permitirse el lujo de apelar a las emociones más básicas y facilonas de esta Blancanieves tan racial como oscura que ahora necesita de un esfuerzo extra por parte del espectador para olvidarse del experimento y meterse sin complejos en una historia que de cuento para niños tiene poco. Y es que en el metraje de esta película nada, a excepción de algunas sobreactuaciones de la Verdú, sobra. Quizás los menos amigos del folklore como tal sufran alguna convulsión ante tanto Sur concentrado en la pantalla. Nada comparado a la extraña sensación de salir del cine entendiendo por qué los muertos lloran.