Una aproximación leve a la británica Laura Mvula puede dar una falsa impresión. Podemos confundirla con un relevo de Emeli Sandé, una fantástica intérprete y compositora con mucho ojo para integrar el pop contemporáneo con la música negra. Mvula sí es una intérprete prodigiosa, pero como demuestra su debut ‘Sing To The Moon’, el pop (o al menos la inmediatez que suele caracterizar la música popular) no es exactamente lo suyo. Ya en el EP con el que se presentó a finales de 2012 mostraba que en sus canciones tienen un peso fundamental los cuidadísimos arreglos instrumentales, una personal mezcla en la que confluyen la pureza del soul, el R&B primigenio y el jazz de los 70, que nos lleva a pensar que la etiqueta pop se le queda muy chica a la de Birmingham y, con el mayor de los respetos, que sus capacidades son más elevadas: a quien de verdad recuerda su manera libre de entender la música es a la inigualable Nina Simone.
Por eso, si uno espera encontrar réplicas de la ya calificada «gospeldelia» de ‘Green Garden‘ en el resto de pistas de su álbum de debut no tendrá suerte. Quizá pueda quedar satisfecho con la explosiva agilidad del canto pseudo espiritual que es ‘That’s Alright’, o con la rítmica ‘Flying Without You’. El resto de ‘Sing To The Moon’ es una colección de delicadas piezas de orfebrería orquestal en las que Mvula demuestra una pericia compositiva impropia de sus apenas 25 años (pese a que aún trabajaba como secretaria cuando firmó su contrato con RCA, es graduada en composición por el conservatorio de su Birmingham natal), más propia de la genialidad de los hermanos Gershwin que del catálogo de la Motown. Su música está llena de destellos teatrales y cinematográficos que, aunque su voz esté cerca de la de Billie Holliday o Roberta Flack, hacen pensar en el trabajo que hicieron los jazzmen Oliver Lake y Corky Hale en ‘Debut’ de Björk.
Con ese punto de partida, el debut de Laura Mvula no es de fácil digestión y, por ello, resulta toda una experiencia para la que no convienen prisas. Se trata de un trabajo rico y cuidado que requiere no una sino muchas atentas escuchas para disfrutar de sus múltiples recovecos. Unas veces quedaremos prendados de las preciosas armonías vocales con las que arranca ‘Like The Morning Dew’, otras de la sublime quietud de ‘Is There Anybody Out There?’, otras de las subidas y bajadas de ‘Make Me Lovely’, otras de la franqueza de ‘Father, Father’, otras de la preciosa arpa en ‘Can’t Live With The World On Your Shoulders’… Casi cada segundo de este álbum puede resultarnos sorprendente en función de nuestra atención al escucharlo, o incluso nuestro estado de ánimo.
De hecho, puede llegar a devastarnos anímicamente si no estamos en disposición de escucharla cantar unas letras rotundamente tristes sobre el dolor del rechazo (‘That’s Alright’) y la soledad, o sobre la perseverancia como única salida en un mal momento (en la preciosa ‘She’). Afortunadamente, también puede resultar salvadora como en el corte que da título al disco, quizá con un punto autobiográfico, en el que canta a la luna para que las estrellas brillen y la guíen al otro lado de la oscuridad. ¿Cursi? Puede que sí, pero también poderoso. Aunque pueda pecar de monocorde y complejo de más, ‘Sing To The Moon’ posee una riqueza poco común en nuestros tiempos (quizá guarde cierta semejanza con el gran ‘The ArchAndroid‘ de Janelle Monáe) y revela a una intérprete y, sobre todo, compositora con un futuro aún impensable por delante.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Green Garden’, ‘Sing To The Moon’, ‘Father, Father’, ‘Is There Anybody Out There?’
Te gustará si te gusta: Janelle Monáe, Nina Simone, las obras de Gershwin
Escúchalo: Deezer