Para bien o para mal, depende de quién te cuente la historia, Carlos Jean ha dejado huella en la industria musical española. Productor, compositor, cantante, Dj y mecenas, largo ha sido el camino recorrido por este artista desde que en 1998 publicara en Subterfuge el mítico ‘No Blood’ junto a Najwa Nimri. Entonces era algo así como una promesa del indie electrónico patrio. Hoy, dueño de su propio sello, apuesta por un modelo de negocio distinto al de la tradicional discográfica. Su último trabajo ha sido componer la banda sonora de ‘Combustión’, la película de Daniel Calparsoro en la que Álex González, Adriana Ugarte y Alberto Ammann juegan a las carreras ilegales de coches. De este disco, de su futuro, de las bondades del dubstep y de la muerte del pop nos habla en esta entrevista.
Con ‘Combustión’ ya son cuatro las películas de Daniel Calparsoro a las que has puesto música. ¿Es el único director del que te fías o es el único que te llama?
Bueno, hice también la música para ‘Una de zombies’, dirigida por Miguel Ángel Lamata, pero sí, sobre todo he trabajado para Daniel. Me gusta porque es un director valiente y arriesgado que nunca se va a lo establecido. Es un tío al que le gusta experimentar y por eso para mí siempre es un premio colaborar con él. Aunque como en todo tampoco te voy a negar que estos trabajos, además de porque nos gusta lo que hacemos cada uno, llegan porque nos conocemos.
¿Y cómo compones, trabajas con el guión o esperas a que Daniel te entregue imágenes montadas?
Lo primero siempre es el guión, aunque yo sobre todo me espero a ver cuál es el color que domina la película. Es algo que me obsesiona porque lo veo fundamental para conseguir que la estética de la imagen y la de la música estén en la misma línea.
¿Esta película de qué color es?
Sobre todo azul, aunque debo decir que esta vez más que el color me he dejado llevar por las texturas. Daniel ha grabado mucho en la oscuridad y eso se ha reflejado en mi música, que transmite riesgo y cierta frialdad.
Desde que se publicó este disco has remarcado en todas las entrevistas que ésta es una banda sonora narrativa y progresiva, no una colección de canciones puestas al tuntún para rellenar minutos de película. ¿Cuál es la diferencia?
Para mí era importante que todos los cortes del álbum estuvieran unidos en tonalidad y armonía para que transmitieran un sensación de coherencia. Por eso lo primero que hice fue crear las bases y a partir de ahí ya añadir elementos para componer canciones que, aunque sueltas suenen diferente, en conjunto se adapten a esa columna vertebral narrativa.
¿Crees que esas canciones funcionan igual sin acompañarse de las imágenes para las que fueron creadas?
Sí, desde el principio quise que éste fuera el nuevo disco de Carlos Jean, no la banda sonora de ‘Combustión’, y para conseguirlo hemos tenido incluso que cambiar el orden de algunas canciones que, de aparecer como aparecen en la película, harían menos agradable la escucha.
En 1998, cuando publicaste junto a Najwa ‘No Blood’, tu estilo tiraba hacia la electrónica con toques de trip hop. Ahora, en ‘Combustión’, te descubres experimentando con el dubstep y sonidos más bakalas. ¿Lo tuyo es una progresión lógica o es una obsesión por adaptarte a los gustos musicales de cada momento?
Toda mi vida, desde el ‘No Blood’, he estado jugando con distintos estilos porque a mí de la música lo que me gusta es su eclecticismo. Por eso nunca hago nada pensando en los gustos masivos, sino sólo en divertirme. Por ejemplo ahora me lo paso genial con el dubstep, pero también grabando con Electric Nana, que tiene una sugerencia en la voz que me recuerda mucho a la Najwa de aquellos años aunque con un toque más comercial… No sé, para mí lo de ser fiel a un estilo es como decir que un libro siempre es mejor que su adaptación cinematográfica. Los estilos están para experimentar con ellos, para tocarlos, y lo bonito es tener la capacidad de poder vivir todos ellos. Yo es que además soy muy culo inquieto y por eso es complicado que haga dos discos exactamente iguales.
En cualquier caso no me negarás que los gustos en España han cambiado mucho en los últimos años. Nunca pensé que figuras como David Guetta o Calvin Harris y estilos como el dance pudieran comer terreno al pop fácilón de grupos como El canto del loco, por poner un ejemplo.
Yo lo que creo es que la gente se ha aburrido de ello, normal cuando tienes al pop español sonando exactamente igual durante 25 años. El problema es que el pop en nuestro país no ha sabido adaptarse a la pegada que tiene el dance como sí lo ha hecho el pop internacional, y eso es algo que me preocupa.
¿Por eso has trabajado con gente tan distinta a lo largo de tu carrera, para sacarles de este estancamiento sonoro del que hablas?
Yo tengo un objetivo en la vida, que es hacer mucha música y conocer a muchos artistas, así que para mí tener la oportunidad de trabajar lo mismo con Najwa que con Shakira, Fangoria, Bebe, Miguel Bosé, Marta Sánchez, OBK, Merche o Raphael es todo un privilegio. Cuando produces te metes dentro de esos artistas y lo que haces es abrir tu mente más con cada disco. Yo no necesito trabajar más con grupos independientes que defienden su estilo con tanta pasión que nunca van a dejarse guiar. Eso ya lo he vivido treinta mil veces. Ahora lo que quiero es saciar mi hambre de conocimientos y sentir que el estómago se me encoge con la música. Reconozco que me lo he pasado muy bien produciendo a todos esos artistas porque hay cosas en las que no crees hasta que no las pruebas. De hecho invito a todo el mundo a que pruebe experiencias que pongan a prueba sus prejuicios. Es maravilloso.
¿Alguna vez has rechazado una oferta de trabajo o siempre te pueden esas ganas de probar algo nuevo?
He rechazado alguna, pero me gusta más trabajar que decir que no, y eso es lo que me mantiene con este espíritu después de 18 años en la profesión. Cuando tenía 22 años Miguel Bosé me contrató para producirle un disco y me dijo antes de empezar “Tú eres el jefe, Carlos. Cuando terminemos de grabar si no me gusta el resultado lo seré yo y te lo diré, pero hasta entonces tú eres el que manda y el que tiene toda la responsabilidad para conseguir que esto salga bien”. Aquella frase marcó mucho mi forma de trabajar, y desde entonces, cuando alguien me llama y no me gusta hago lo posible para que sí lo haga.
Comenzaste tu carrera en un sello pequeño como Subterfuge, luego te pasaste a EMI y ahora has abandonado la multinacional para montar Muwom, una discográfica propia que además vendes diciendo que buscáis talentos para unirlos a marcas. ¿Por qué tanto cambio y a qué te refieres con esto de unir talentos a marcas?
Es más sencillo de lo que parece. Tanto con Subterfuge como con EMI tengo una relación maravillosa, pero lo que pasa es que especialmente esta última no supo entender mi idea de modelo de negocio. Una idea que llegó cuando comprobé que todo el mundo conocía un single que había publicado llamado ‘Mr. Dabada‘ porque aparecía en anuncios y en películas, pero no tanto al artista que lo había creado. Las marcas me habían comido, pero yo, en lugar de unirme al discurso que reinaba en 2004 de que la piratería iba a acabar con la industria, entendí que aquella simbiosis con las marcas podía ser una solución. Al fin y al cabo ellas necesitaban nuestra música para conectar con la gente y nosotros a ellas para mantener vivos nuestros proyectos.
¿No te daba miedo ser visto como un vendido?
Hay gente que intentó atacarme entonces diciendo eso, pero te voy a confesar una cosa: yo nunca he tenido tanta libertad en una discográfica como la que tengo ahora trabajando junto a determinadas marcas. En las discográficas siempre hay gente dispuesta a decirte cómo tienes que hacer las cosas en plan “tienes que bajar esa caja” o “subir la guitarra”, mientras que una marca, como cliente que es, sólo te dice me gusta o no me gusta, pero no entra en tu trabajo como músico de una manera tan específica. ¿Que nos hemos olvidado del espíritu de Woodstock y de la revolución de rock? Pues igual sí, pero es que han pasado ya muchos años. Desde luego que a mí este formato con el que trabajo ahora me parece maravilloso, aunque hay que saber manejarlo bien porque no todo el mundo sirve. A muchos artistas hay que educarlos para poder vivir dentro de este nuevo negocio.
¿Crees que en la industria de la música se ve con buenos ojos esta simbiosis de músico y marca comercial?
Sí, tanto que incluso algunas discográficas se han lanzado a cubrirlo demasiado rápido sin tener una experiencia previa. A nosotros nos ha costado cuatro años levantar Muwom y ganarnos una reputación, mientras que hay discográficas tradicionales que se creen que por tener un catálogo inmenso pueden hacer creatividades. Pero no, antes hay que aprender y para eso, más que catálogo, hace falta mucha humildad.
No sé si con esta mentalidad de empresario asociado a marcas te gustaría que fuese verdad aquel bulo surgido hace años que te atribuía la autoría de la sintonía del Partido Popular.
Pues no lo sé, prefiero mantener la política a años luz de mi vida porque es algo que me desagrada, no tanto el hecho de hablar de ella como de saber que lo que están haciendo los políticos no deja de ser un reflejo de nosotros como sociedad. Es una situación bastante preocupante. Me gustaría construir un futuro distinto, un mundo en el que la gente triunfe por cómo hace de bien las cosas y no por ser quién es, y ese ideal es lo contrario a nuestra realidad actual.
Bueno, yo me refería más a que cualquiera se sentiría orgulloso de ser el autor de una melodía que la gente tararea e identifica tanto con una marca, aunque esa marca sea el Partido Popular.
Aun así seguiría sintiéndome más orgulloso de que una canción pequeña como ‘Dead For You’ haya logrado algo similar. Bueno, de eso y de ser el Dj del Atlético de Madrid.