Liberados ya del revuelo que causó su álbum debut, White Lies llegan a su tercer trabajo, ‘Big TV’, un álbum conceptual “sobre una muchacha que abandona los suburbios para vivir en la gran ciudad”. Lo que empezó como una broma entre amigos se ha terminado convirtiendo en el leitmotiv de un disco que explora la superficialidad del “anhelo por el éxito en los tiempos modernos”, simbolizada aquí por la idea de un “gran televisor” como los que tiene la gente en sus apartamentos “por muy pequeños que sean”.
Detrás de este concepto se encuentra el disco más consistente de la carrera de White Lies. Tras la decepción comercial que supuso ‘Ritual’, en ‘Big TV’ la banda londinense ha escogido el camino difícil, el de la reinvención, y lo hace en un disco en el que la sombra de Joy Division se desvanece para dar lugar a un sonido muchísimo más luminoso y de clarísimo impulso comercial. White Lies, de hecho, no esconden su propósito: con ‘Big TV’ admiten querer evolucionar hacia el éxito de manera definitiva. No es de extrañar, pues, que haya sido Ed Buller el encargado de producir el disco: él es quien se encargó de dar brillo al primer trabajo del grupo, ‘To Lose My Life’, aquel que lograra el número 1 en Reino Unido durante el invierno de 2009.
‘Big TV’ es top 4 en este país en su primera semana, pero con canciones como las que incluye sería una gran decepción que durara en listas menos semanas que el anterior. Por supuesto sin abandonar la grandilocuencia llenaestadios que les ha popularizado, y con un excelente trabajo a la producción que lo hace sonar a medio camino entre los ochenta y el siglo veintiuno, de este disco sorprende ante todo la habilidad del grupo por los ganchos melódicos, en especial su talento para escribir estribillos tan eufóricos como memorables y fácilmente distinguibles. Va a ser difícil escoger favoritas entre grandes canciones como ‘Big TV’, ‘There Goes Our Love Again’, ‘Tricky to Love’ o ‘First Time Caller’, pero para los asistentes a sus conciertos reconocerlas no va a suponer ningún problema.
A la luminosidad del disco contribuye también la notable presencia de los teclados, como los de ‘Be Your Man’ o los de ‘Getting Even’, que no suenan lúgubres sino todo lo contrario, en ocasiones incluso un poco A-ha; sin embargo y como comenta The Guardian, el vocalista del grupo Harry McVeigh “sigue sonando como si tuviera una unidad de reverberación en lugar de una garganta”, lo cual, de algún modo, nos recuerda que este es un disco de White Lies y, por lo tanto, continúa habiendo en él cierto elemento de oscuridad o de evocadora melancolía en sus melodías. Cuando experimentan con los sintetizadores en el par de piezas ambientales que hay en el disco ese es exactamente el tipo de emoción que provocan en el oyente. ¿Querrá el público general sentir lo mismo?
Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Big TV’, ‘There Goes Our Love Again’, ‘Tricky to Love’
Te gustará si te gusta: U2, A-ha, Coldplay, Interpol
Escúchalo: Deezer