El nombre del primer disco largo del joven John Newman (23 años) lleva a error: parece una recopilación de versiones favoritas editada por un triunfito. Pero no, el artista, que lleva componiendo desde los 14 y co-produce todas sus composiciones, en general en compañía de su hombre de confianza Anthony Whiting, quien participara en 2005 en tres temas del debut de M.I.A., lo que ha querido es ser honesto con aquellos a los que debe un favor o dos. En la parte más aburrida, en el libreto de su álbum incluye un texto de agradecimiento para los seres queridos que le han apoyado, destacando la función de su madre. En la más divertida, se incluye un croquis con decenas de nombres que han significado algo para él. Y hay nombres tan obvios como sus amigos Rudimental -quienes confiaban a su voz dos de sus mayores hits, ‘Feel the Love’ y ‘Not Givin’ In’-, Outkast, Marvin Gaye, Aretha Franklin, Massive Attack, Adele, Al Green, Ray Charles o Ike & Tina Turner; pero también más sorprendentes o bastante graciosos como Fine Young Cannibals, Roni Size, Daft Punk o Morcheeba.
No hay que ser un lince para entender por qué ‘Tribute’ ha llegado a ser número 1 en Reino Unido en su semana de salida. Más que revisitar el soul como un Eli «Paperboy» Reed o una Sharon Jones, John Newman ha creado un álbum que parece un popurrí de los géneros musicales de moda. Vale, esto no es el disco de Avicii: ciertamente nunca se pierde de vista la base soul, el género con más protagonismo de su croquis, pero sí hay concesiones al dubstep, al dance de los 90, al drum’n bass y a la balada, de manera que por ejemplo ‘Easy’ podría haber sido cantada tanto por el Robbie Williams rompebragas de 1998 como por el de ahora; mientras que ‘Running’ podría haber sido un sencillo de Chase & Status o de Hooverphonic.
En el disco encontramos temas que ya han sido un enorme éxito en las listas de las islas, como ‘Love Me Again‘, y otros con toda la pinta de serlo en el futuro, como la contagiosa ‘Try’, preparadísimos para arrasar en un escenario tipo el Maravillas del FIB. Sin embargo, el álbum se termina resintiendo de cierto abuso del histrionismo, produciendo temas algo recargados que, a medida que avanza el tracklist, van dejando cada vez más indiferente. Como por miedo a que sus letras demasiado sencillas sobre «una mala ruptura» -como si hubiera una buena- se quedaran cortas, las canciones se llenan de cuerdas desgarradas (la London Metropolitan Orchestra aparece en ocho de las once composiciones, nada menos), coros femeninos desgarrados y su propia voz desgarrada, haciendo que el álbum resulte demasiado intenso y pretencioso. ¿Quizá como consecuencia de autoproducirte siendo tan joven?
Calificación: 6,1/10
Lo mejor: ‘Love Me Again’, ‘Try’, ‘Cheating’, ‘Easy’
Te gustará si: quieres ser un post-adolescente británico
Escúchalo: Deezer