El montaje más cabrón, ahora en ‘Quién quiere casarse con mi madre’

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El montaje más cabrón, ahora en ‘Quién quiere casarse con mi madre’

Quien-quiereCuatro da la vuelta a uno de sus realities estrella -tan exitoso entre la muchachada que incluso hasta es reconocido por sus iniciales imposibles- enlazando el final de la última temporada de ‘Quién quiere casarse con mi hijo‘ con el arranque de ‘Quién quiere casarse con mi madre’. Y lo hace incluso reciclando a alguno de sus protagonistas del pasado, en concreto al pijo tan guapo como pesado Gabi y a su madre, un híbrido entre Paula Vázquez y Cecilia Roth, con la que abiertamente parece querer copular para grima de incluso la liberada audiencia que se supone a esta cadena desde sus inicios.

Son bienvenidos pero no eran necesarios. Podíamos haber temido que la subida en la edad media de las protagonistas y, por extensión de los candidatos (aunque hay excepciones) diera lugar a un formato algo tedioso para el público habitual del programa, bastante joven; o todavía peor, menos atractivo para el target comercial que buscan los anunciantes. Pero apostar por los guionistas de ‘QQCCMH’ y sus editores es ir a lo seguro y de nuevo asistimos a un cásting hilarante hasta la lágrima de lo puro realista que resulta, eso sí, con un montaje que no pierde un viaje para destacar lo peor de cada uno.

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Pensar en este programa como en un reflejo de la sociedad puede por momentos resultar deprimente, y el retrato de ella, rocambolesco, así que sólo cabe seguir entendiendo todo esto como una sitcom mucho más ácida que ‘Modern Family’, y a la que sus protagonistas se prestan voluntariamente sólo porque saben que no les queda otra que reírse de sí mismos -y muchos lo hacen, desde luego-. Algo así como el humor de quien ya no tiene nada que perder ante la vida de ‘Las chicas de oro’ o de anti-heroínas como ‘Roseanne’, con un puntito incómodo a lo Todd Solondz. Eso cuando lo que han visto nuestros ojos se puede clasificar de alguna manera, porque los pretendientes que ha tenido que valorar la policía motera, desde el taxista casi jubilado bailando a Scatman John, solo, en un triste garaje propio de ‘Tesis’; o el «vikingo de Gredos» (sic) han superado realmente nuestras expectativas.

El resto de protagonistas no han deslucido: a los ya conocidos pijos se suman dos pijas más -madre e hija-, ellas más en búsqueda de una buena cartera llena de tarjetas de crédito; una «artista» y su hijo también «artista» y pinta de stalker a la caza de un hombre «desextrovertido»; y una suerte de Karina con hijo gay, de momento con más ojo para detectar galanes con lados ocultos y siniestros -¿por qué será?- que atuendos adecuados para sus quince minutos de gloria.

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Pero lo mejor no será el debate sobre el regreso de las corbatas (?), sino, como siempre, toda la retahíla de postproducción detrás de la que se adivinan horas de trabajo para añadir bien de músicas de ‘Expediente X’ o incluso ‘Drácula’, efectos en blanco y negro para personajes pasados de moda, o contraposiciones delirantes entre un cangrejo moviéndose y una concursante diciendo «hola»; o entre un cowboy pasado de rosca y una Luján Argüelles que de tanto reírse de todo parecía que estaba relinchando. La verdad, todo está tan manipulado que al final los personajes parecen demasiado buenos para ser verdad, ¿pero qué más da, si todo es mentira? Está claro que el malvado programa, en cuanto a modo de hacer tele se refiere, ya ha hecho historia.

Calificación: 8/10
Destacamos: ¡el montaje!
Te gustará si: no necesitas que los protagonistas de un reality tengan edad de salir en ‘Gandía Shore’
Predictor: no parece que vaya a perder mucha audiencia con respecto al formato original.

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