«He puesto mi corazón en el nuevo EP, espero que le guste a alguien. Quería que las canciones fuesen una proclama contra el acoso, y quizá que ayuden a alguien a creer en sí mismo, a no tener miedo, a no rendirse y a saber que hay alguien ahí fuera que se preocupa por ellos y que les está buscando. Así que es como las palabras de un ángel para protegerles contra la gente desagradable, los tiempos oscuros y las propias dudas».
Tal que así presentaba Burial ‘Rival Dealer’, un nuevo EP de tres canciones y treinta minutos de duración que llega prácticamente un año después de publicar ‘Truant / Rough Sleeper’. Desde que en 2007 el álter ego de William Bevan obligase a la prensa musical (y con ella, a medio mundo) a caer rendida en los brazos del dubstep, el músico británico no ha parado de editar… EPs. Parece como si siguiera tomando conciencia de lo que supuso su segundo LP, y todavía no hubiera conseguido distanciarse lo suficiente como para probar con uno nuevo.
Hay en el trabajo de Burial una clarísima evolución musical, pese a que haya partes que se mantienen estáticas. Si ‘Untrue’ era el disco ideal para escuchar después de haber salido, ‘Rival Dealer’ no escapa al intento de convertirse en un disco conceptual. Así es como el músico parece dispuesto a demostrar que el estilo musical que domina también es capaz de provocar emociones y de contar una historia: todo lo que hay que hacer es investigar, rascar un poco en la superficie y descubrir que el álbum tiene más texto que el 90% de las canciones que suenan a diario en la radiofórmula, compuestas de ripios y refritos.
‘Rival Dealer’ se abre prácticamente con una frase lapidaria: «es sobre sexualidad, sobre quién eres en realidad». A partir de ahí, multitud de referencias y samplers salpican el minutaje del EP, que comienza con una caótica canción homónima en la que se suceden diez minutos de capas de sonido, que van desde lo claramente bailable a lo más tenebroso pasando por lo onírico, pero terminando por ahogar al oyente en una oscuridad absoluta, incluso new-age mediante. Esta da paso a ‘Hiders’ y ‘Come Down To Us’, dos cortes insólitamente más luminosos y por momentos casi celestiales -«las palabras de un ángel», recordad-, con contrapuntos orientales próximos a Dead Can Dance, y en los que los mensajes de autoaceptación se reproducen, convirtiéndose en canciones más accesibles, amables y optimistas. Todo esto justo antes de la traca final: una parte del discurso de Lana Wachowski al recoger el premio a la visibilidad de la Human Rights Campaign.
Culmina así un EP excepcional, lleno de simbología y de recursos emotivos sobre el que medios como Fact Magazine han tardado bien poco en especular, buscando coincidencias e insinuando la posibilidad de que Bevan esté hablando -nada más y nada menos- que de sí mismo.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Come Down To Us’
Te gustará si te gusta: la colaboración entre Burial y Massive Attack.
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