Cuando pudimos escuchar ‘Rumble’, el primer adelanto de este disco, no pudimos esconder nuestra sorpresa ante la nueva dirección por la que había optado Kelis. No por desacertada: en un momento en el que el EDM está en todos lados, lo más razonable, o lo más fácil, habría sido tirar una vez más de sus amigos DJs y hacer un disco con canciones de baile con muchas posibilidades de escalar en las listas de éxitos. Pero en el fondo, todos sabemos que habría sido una decepción.
Kelis se lanzó a la piscina del eurodance antes que nadie. ‘Flesh Tone’ supuso un cambio de dirección que llegó antes de que David Guetta, los Benassi y compañía alcanzasen sus cotas más altas de popularidad. ¿Qué sentido tendría ahora volver a hacer lo mismo? La opción de llamar a David Sitek de TV On The Radio para producirle el disco, aunque inesperada, es desde luego, la mejor. Tras explorar el r&b actual e incluso adelantado a su época -con Neptunes y sin ellos-, intentar cosas marcianas con mejor o peor resultado, y conseguir un éxito de la magnitud de ‘Milkshake’, Kelis puede vivir de las rentas sin preocuparse de hacer lo que el público demande.
Aún hay cosas en este disco, que a pesar de que los resultados sean excelentes, se escapan a nuestra comprensión y evidencian una vez más, que la artista ha hecho lo que le apetecía y le ha venido en gana. La principal es haber titulado el álbum ‘Food’, con las constantes referencias a la comida en canciones como ‘Jerk Ribs’, ‘Breakfast’ o ‘Cobbler’. Casi un disco conceptual alrededor de los alimentos, con la única explicación lógica de que Kelis se ha metido a chef, se ha graduado como cocinera especializada en salsas, ha escrito un libro de cocina y ha lanzado su línea de salsas en octubre del año pasado.
Pero lo que nos importa es el efecto musical. Y el resultado es impecable. Con mayor o menor influencia, el disco está lleno de referencias al funk y al soul clásico. Los vientos en ‘Rumble’, ‘Hooch’ y ‘Cobbler’ nos traen ecos de la mejor época de Isaac Hayes, Stevie Wonder, Deniece Williams y Gil Scott-Heron. Incluso el aire a spaghetti western de la tremenda ‘Change’ huele a la música negra de los años 70 y a Morricone a partes iguales con coros masculinos, vientos y guitarras que la hacen irresistible.
Existe una excepción con nombre, esa versión de ‘Bless The Telephone’ a dúo con el propio Sitek que se convierte en una especie de tema de Simon & Garfunkel bastante alejado del sonido del resto del disco, pero que no desentona en absoluto y que en realidad marca bastante bien el tono temático de este trabajo. Porque a pesar de todas las referencias culinarias, este es un disco de amor, de luz, de esperanza, de ilusión. La misma que cabe esperar al escuchar la voz de tu amado por teléfono que tan bien describe el tema original de Labi Siffre.
‘Food’ es uno de esos trabajos que terminan por definir la carrera de una artista, lo que se suele llamar un disco de madurez. Un trabajo disfrutable de principio a fin, no sólo apto para aquellos amantes de los sonidos de la música negra clásica, sino por la solidez de sus melodías, de la música en general. Existiendo múltiples posibilidades para su dirección artística, unas más obvias que otras, que la artista haya optado por publicar un trabajo con este aire de clásico, es un movimiento que merece un aplauso y, aunque sea muy pronto para decirlo, aparecer en todas las listas de lo mejor del año.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Change’, ‘Cobbler’, ‘Bless The Telephone’, ‘Rumble’, ‘Dreamer’
Te gustará si te gusta: el funk y el soul de los 70
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