¿’Begin Again’ es ‘Once’ (2007) con estrellas de Hollywood y producida por Judd Apatow? Puede ser. El director John Carney no repite estribillo, aunque sí melodía. Pero es tan pegadiza, conmovedora y luminosa que no importa volver a escucharla. Una y otra vez.

Al personaje de Gretta (una encantadora Keira Knightley con pantalones de pinza a lo Diane Keaton en ‘Annie Hall’) le gustan las canciones desnudas, tan delgadas como ella. Sentimentales pero austeras. Sencillas pero conmovedoras. A ‘Begin Again’ le ocurre igual. Cuanta más grasa melodramática y más crítica fofa a la industria musical, peor (casi todo lo que tiene que ver con el personaje interpretado por Adam Levine). Cuanta más sencillez estilística, ligereza narrativa y romanticismo liviano, mejor.

La sutileza e inteligencia dramática que revelan los flashbacks del comienzo de la historia, la emotividad que desprenden los paseos por Nueva York de la pareja protagonista unida y separada del mundo por unos auriculares, la materialización de los arreglos que suenan en la cabeza de Mark Ruffalo la primera vez que escucha cantar -muy bien, por cierto- a Keira, la energía que transmite la grabación de las canciones en diferentes zonas de la ciudad… Es en esos momentos, ligera de equipaje melodramático, cuando la película se eleva, cuando vuela como Ruffalo en su Jaguar.

‘Begin Again’ es una de esas películas para salir del cine silbando mientras pedaleas en la bici (no en Madrid) y te comes un cucurucho de helado. Una perfecta playlist veraniega, compuesta en su mayoría por Gregg Alexander (New Radicals), que lleva cosida en cada uno de sus fotogramas la palabra “charm”. ¿Cómo hubiera sido esta película si Scarlett Johansson no hubiera rechazado el papel? 8’5.