Tras la experiencia de comienzos de año en Barcelona, Sony traía el pasado viernes su festival de un día a la capital. Con un cartel que podía haber formado parte de un FIB, con The National y The Kooks como primeros espadas, el éxito de asistencia estaba casi asegurado, como así fue cuando ambas bandas pisaban el escenario del Barclaycard Center. La temática de la noche de Halloween, como era de esperar, también tuvo su protagonismo tanto en parte del público como en cuanto a algunos de los artistas (aunque en este caso de una manera más sutil, con alguna máscara como la de Luke de The Kooks).
Un pequeño traspiés por parte de la organización a la hora del acceso al recinto impidió que viéramos tanto a Jack Knife (ganadores del concurso ‘El cartel no está cerrado, falta tu banda’) como a Belako, pero sí logramos llegar a tiempo para juzgar si el revuelo que The Orwells están causando tras su actuación en el show de David Letterman está justificado. Mario Cuomo y sus jóvenes compañeros de andanzas venían a presentar ‘Disgraceland’ en lo que está siendo un año clave en la carrera de la banda. Ya se ha podido ver en diversos vídeos que la actitud del grupo es precisamente una falta total de actitud -el pasotismo por bandera- sobre todo por parte de Cuomo, quien estaba sobre el escenario como si estuviera esperando al ascensor para subir a su casa. Pese a ello, el público pareció disfrutar de la actuación, especialmente con los temas más conocidos, como ‘Who Needs You’.
Con Grises sobre las tablas sucedió todo lo contrario: el grupo tenía todas las ganas del mundo de agradar y convencer a los allí presentes. Ya había un buen número de personas congregadas (desde el comienzo de las actuaciones la asistencia fue aumentando hasta llegar al llenazo con las últimas bandas en salir, como comentábamos al comienzo de la crónica) y aunque por momentos se mostraron un poco indiferentes ante los bailables ritmos de los vascos, éstos no dejaron de darlo todo con canciones como ‘Plástico Eléctrico’, ‘Wendy’ o especialmente ‘Animal’, una de las que mejor sonaron y más gustaron.
Como ya os contamos en la crítica de ‘Aelita’, su último trabajo, el universo sonoro de Mando Diao ha sufrido importantes cambios, con la electrónica como pivote sobre el que ahora gira su música. Pudimos comprobar en el Barclaycard Center, así como en vídeos de actuaciones recientes, que la banda liderada por Gustaf Norén y Björn Dixgard también ha sufrido cambios estéticos. Por el aspecto de los suecos y del atrezzo del escenario, parecía que venían del futuro a vendernos lejía con el blanco dominando en escena. Sabiéndose juzgados por su cambio (y no siempre positivamente), el propio Norén soltó “fuck the haters, we just wanna make love” nada más salir, defendiendo su propuesta con uñas y dientes. Sonaron clásicos hits como ‘Down In The Past’, ‘Gloria’ o ‘Dance With Somebody’, que fue cuando la gente respondió de verdad, porque lo cierto es que la respuesta fue bastante tibia con los nuevos temas. Con la idea de congraciarse con el público español, interpretaron ‘Sweet Wet Dreams’ invitando a Zahara al escenario y cantándola íntegramente en castellano. La intención era buena, pero no caló demasiado por desgracia. Cosas así tal vez les sirvan de lección para el camino que tomar a partir de ahora.
Sustituyendo a The Zombie Kids y antes del plato fuerte de la noche, llegaban Cycle, quienes están a punto de publicar un tercer LP tras ‘Weak On The Rocks’ (2005) y ‘Sleepwalkers’ (2009). La banda madrileña sigue tan vigente como cuando dieron el petardazo hace casi diez años y en la noche del viernes dejaron buena impronta con sus ritmos electrónicos y glam en temas que ya son clásicos, como ‘Confusion’ o ‘Mechanical’.
Aunque parece que ya no son el grupo que causaba sensación allá por el 2006, cuando ‘Inside In/Inside Out’, su primer álbum, salió a la calle, la recepción que tuvieron The Kooks en el Mad Live! no pudo ser mejor: aún causan furor adolescente y parece que ‘Listen‘, su nuevo trabajo, está siendo mejor recibido entre los fans de lo que parecía. El directo de los londinenses fue impecable, de lo más profesional, interpretando clásicos y novedades con la mayor fidelidad posible respecto a los álbumes de origen. Canciones como ‘See The World’, ‘Ooh La’ o ‘Always Where I Need To Be’ sonaron junto a temas nuevos como ‘Around Town’, dejando claro que aunque se hayan quedado atrás en cuanto a vigencia e innovación en su sonido en comparación con Arctic Monkeys (con quienes en su momento estaban pujando por ser la banda más popular), The Kooks aún siguen moviendo masas y no hay por qué menospreciarlos.
Hablábamos de profesionalidad al mencionar a The Kooks por el contraste con lo que cerraría la noche. Tal vez tanta pulcritud por parte de los de Pritchard & cía. pudo gustar, pero no llegó a calar tanto como el arrollador directo de The National. Evidentemente, la banda de Cincinnati puede ser todo lo profesional que quiera, pero su actitud e implicación en los conciertos hace que nos creamos más lo que están haciendo ahí arriba. Por ello, la evidente borrachera que llevaba Matt Berninger podría interpretarse como algo negativo, como falta de profesionalidad, pero el efecto entre el público fue todo lo contrario: cuantas más locuras hacía el frontman, más locos se volvían los presentes. Empezó calmado, pero no tardó en perder los estribos, tirando vasos llenos por el escenario, maltratando el micro y haciendo básicamente lo que le venía en gana, eso sí, sin dejar de cantar y emocionar. Con su amigo y colaborador Sufjan Stevens como invitado a los coros, The National se sabían protagonistas y por ello prepararon para cerrar el Mad Live! un repertorio de aúpa, con grandes temas de su discografía reciente, a destacar ‘Sea Of Love’, ‘Graceless’, ‘Bloodbuzz Ohio’, ‘Mistaken For Strangers’ o ‘Ada’. Sorprendía ver a un público eminentemente adolescente totalmente entregado en una fiesta constante y sabiéndose la letra de las canciones al dedillo, ya que los autores de ‘Trouble Will Find Me‘ no son precisamente la alegría de la huerta líricamente hablando. Especialmente memorables fueron ‘Mr. November’ y ‘Terrible Love’, cuando Berninger se bajó al foso y subió a las gradas a cantar, con las masas enloquecidas siguiéndole hacia donde fuera, además del entrañable final con ‘Vanderlyle Crybaby Geeks’, con la banda tocando sin amplificar e invitando a cantar al público, lo que supuso la guinda del pastel de un evento que, dado el éxito de asistencia, tiene toda la pinta de volver a celebrarse.