‘20.000 días en la Tierra’: autorretrato de Nick Cave más allá del rockumental

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‘20.000 días en la Tierra’: autorretrato de Nick Cave más allá del rockumental

caveEjemplo de tortura psicológica: que te abran los párpados como en ‘La naranja mecánica’ y te obliguen a ver un rockumental sobre un cantante o banda que no te interesa lo más mínimo. Y es que la gran mayoría de este subgénero es así: hagiografías audiovisuales para fans irredentos, karaokes disfrazados con harapos de documental.

Pero, de vez en cuando, hay excepciones. ‘20.000 días en la Tierra’ es una de ellas, y de las buenas. Da igual que no sepas quién es Nick Cave o que no te guste o que te caiga mal o que te dé igual: la película de Iain Forsyth y Jane Pollard, a medio camino entre la ficción y el documental, contiene suficientes elementos para disfrutar de ella sin tener que ser fan de Cave (si lo eres, mucho mejor, claro).

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¿Cuáles? Hay, por ejemplo, una gran ambición estética (la forma de retratar Brighton o las secuencias en el interior del coche son fantásticas), energía narrativa (atención al montaje final) y potencia lírica (atención al montaje donde explica qué ocurrió cuando vio por primera vez a Susie, su segunda esposa). Hay un buen puñado de impagables anécdotas que van desde lo escatológico -espectadores meando en el escenario durante un concierto- a lo emocional: Cave y el barbudo Warren Ellis recordando lo que supuso para ellos ver actuar a Nina Simone.

Hay confesiones de diván de psicoanalista que funcionan como apunte biográfico y vehículo de redención. Hay diálogos interiores narrados en forma de conversación íntima: con el actor Ray Winstone, el músico Blixa Bargeld y Kylie Minogue, con quien grabó la popular ‘Where The Wild Roses Grow’, su momento mainstream de los noventa. Hay mucho de egolatría (más que un retrato es un autorretrato), algo de fetichismo (ese bizarro Museum of Important Shit) y un poco de friquismo (Cave comiendo pizza y viendo con sus hijos pequeños la ultraviolenta ‘El precio del poder (Scarface)’).

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Pero sobre todo lo que hay es un conjunto de brillantes reflexiones sobre el proceso creativo, sobre la lucha diaria contra la falta de inspiración, que luego se materializa en unas fabulosas secuencias con Cave y su banda ensayando en el estudio para la gira de ‘Push the Sky Away‘. Momentos intensos y emotivos capaces de levantar dos palmos de la butaca hasta al espectador menos receptivo. 8,5.

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