‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’: bombonas, chichones y fist-fucking

-

- Publicidad -

‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’: bombonas, chichones y fist-fucking

mortadelo-y-filemonNi Scorsese ni Tarantino, el director más ultraviolento de los últimos tiempos es… Javier Fesser. Y no es broma. A ver quién es capaz de hacer una película para todos los públicos donde aparezcan más huesos descoyuntados, cuerpos quemados, politraumatismos craneoencefálicos y brutales fistings anales (hacerte «el aquello»). Ese es uno de los aspectos más sorprendentes de esta nueva adaptación de los tebeos de Ibáñez: su amplificación –tridimensionalidad, movimiento, sonido y luz- provoca estupefacción. En papel no se da uno tanta cuenta pero… ¡mira que son salvajes los gags de Mortadelo y Filemón! ¡Y mira que es oscuro, miserable y deprimente todo el ambiente que los rodea! Ni Rasca y Pica. Ni Torrente.

Porque si algo distingue esta impecable versión animada del universo creado por Ibáñez es su extraordinaria fidelidad al original, la enorme capacidad que demuestra Fesser para capturar el ritmo, los detalles y el espíritu de las viñetas de las historietas de Bruguera (Rompetechos también tiene un papel destacado en la película). Esa mezcla de parodia cañí y absurda locura, de la chapuza como discurso existencial, está traducida perfectamente a imágenes en movimiento. La única diferencia destacable es que aquí el verdadero protagonista no es Mortadelo, sino Filemón Pi. El director vuelca toda su atención y cariño en la habitual víctima de la “crueldad” de Ibáñez. Y es un acierto. Con ese cambio de punto de vista se incrementa la potencia satírica y humana de la película. ¿Acaso no somos todos un poco Filemón: envidiosos, listillos, ilusos, chapuceros, fracasados…?

- Publicidad -

‘Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo’ es puro slapstick, una comedia de acción desenfrenada, fabulosamente animada (no tiene nada que envidiar, y de hecho recuerda mucho, a ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio 3D’), que tiene momentos brillantes y tronchantes (la persecución en sidecar) y otros algo repetitivos (los intentos por atrapar a ese Joker porteño y turuleta que es Jimmy “el Cachondo”). Aquí radica el mayor problema de la película: que algunas veces funciona por acumulación. Son tantos los gags por minuto, y algunos tan parecidos, que pueden terminar cansando al espectador, transformando su carcajada inicial en simple sonrisilla final. 7.

Lo más visto

No te pierdas