Mientras algunos aún luchaban este lunes contra la resaca post-Primavera Sound, otros tantos se quedaban sin habla al ver el avance de la portada de julio del Vanity Fair estadounidense en la que el anteriormente conocido como Bruce Jenner se mostraba al mundo como lo que siempre había anhelado ser: una mujer. El ganador de la medalla de oro en decatlón en las Olimpiadas de Montreal de 1976 no sólo es el padrastro de la frívola familia Kardashian, sino que durante décadas también ha simbolizado (contra su voluntad) el papel del macho alfa con una aparentemente familia ejemplar, la figura del héroe nacional apestado de dinero, éxitos y visibilidad mediática.
La instantánea a cargo de Annie Leibovitz (aún habrá que esperar unas semanas para ver las 22 páginas de la sesión completa y la entrevista a cargo del ganador del Pulitzer Buzz Bissinger) no solamente se ha hecho viral en tiempo récord, sino que también se postula a convertirse en una de las imágenes más icónicas que este año vamos a poder ver. Y aquí ni el photoshop ni demás estupideces entran en el debate: Bruce Jenner ha decidido renacer como Caitlyn Jenner y, ya de paso, resquebrajar un sinfín de tabúes que deberían ayudar a normalizar a ese colectivo transexual que históricamente, por mucho avance que haya habido en las últimas décadas, ha vivido en el mayor de los ostracismos sociales.
Jenner ha tenido las agallas de dar este trascendental paso a los 65 años, y encima propone unos interesantes interrogantes que rompen de raíz los cánones preestablecidos de la identidad y la orientación sexual. Sin ir más lejos, el pasado abril en el especial que la ABC le dedicó en el programa ‘20/20’ el todavía Bruce (aún no había decidido que iba a llamarse Caitlyn ni pedía por entonces a la periodista Diane Sawyer que usara el pronombre femenino) afirmaba ante la cámara que se sentía mujer y seguían gustándole las mujeres. ¿Acaso ha habido una figura pública, aunque sólo sea una, que haya afirmado algo semejante? Ni gay, ni lesbiana: Caitlyn quiere prescindir de cualquier etiqueta que la asocie con una orientación sexual determinada.
Más allá de eso, y a la espera de que lo revele en las páginas de Vanity Fair o el docu-reality en el que este verano podremos ver paso a paso su transformación, Caitlyn no se ha pronunciado de momento acerca de si volverá a pasar por el quirófano próximamente para someterse a una CRS, lo que viene siendo una cirugía de reasignación de sexo. Contra lo que la mayoría puede llegar a pensar, ser transexual no significa necesariamente estar operado de CRS. Y ni siquiera desear hacerlo. Todas las trans comparten el proceso de hormonación que suaviza y feminiza sus cuerpos, pero sólo una parte sigue su viaje hasta el cambio de sexo, una operación que conlleva la disección del pene y los testículos y la construcción de una neovagina. Así que está por confirmar qué decidirá nuestra protagonista al respecto.
Independientemente de los frutos económicos que consiga (de momento su cartera se ha visto aún más holgada gracias al especial de la ABC, el interesantísimo doble capítulo de visión obligada de ‘Keeping Up The Kardashians’ en el que revela a toda su familia su intención de transformarse, el reportaje de Vanity Fair y el docureality a estrenarse), la historia de Caitlyn va mucho más allá de cualquier morbo mediáticamente televisado. Ha nacido una estrella, un icono pop transexual muy necesario en los tiempos que vivimos y una figura que abandera como pocas la libertad de decidir y vivir la vida que uno quiere. Su potentísimo mensaje no ha hecho más que empezar, así que no queda otra que darle la bienvenida a un mundo que esperamos que la reciba igual de bien que su propia familia.