En 1999, cuando ver series no molaba (solo si decías que veías ‘Los Soprano’), un semidesconocido guionista que había trabajado a la sombra de Ben Stiller y Larry Sanders creó junto a Paul Feig (‘Arrested Development’, ‘The Office’) una de las grandes ficciones de instituto jamás realizadas: ‘Freaks & Geeks’. Una serie de culto, cancelada antes de tiempo, cuyo título en España creó algo de confusión: el freak aquí no era tanto el raro (el friqui) como el pasota, el fumeta, el inadaptado.
¿Cómo hubiera sido la vida de una freak y un geek quince años después? ‘Love’, la nueva serie de Judd Apatow para Netflix, es una posible respuesta. La freak es Mickey, una treintañera desastrada, politoxicómana y emocionalmente inestable, que conduce un coche destartalado y parece no haberse hecho nunca la cama. Este personaje, interpretado por Gillian Jacobs (conocida por la serie ‘Community’), se ha convertido en un icono de esa nueva comedia romántica que protagonizan mujeres capaces de meterles dos bofetadas a las burbujeantes Manic Pixie Dream Girl del cine indie. Son las llamadas Manic Pixie Jerk Girls, personajes femeninos que no parecen fantasías de la mente melancólico-calenturienta de un hipster hetero. Creadoras como Lena Dunham, cómicas como Amy Schumer o Kristen Wiig y series como ‘Crazy Ex-girlfriend’ o ‘You’re the Worst’ son una buena muestra de esta tendencia.
La paradoja es que detrás de muchos de estos pilares en los que se sustenta la renovación feminista de la comedia romántica está un señor que durante mucho tiempo fue acusado de sexista, de realizar comedias peterpanescas machirulas con personajes femeninos esquemáticos y poco matizados. La pregunta era: ¿no habían visto a Lindsay, la protagonista de ‘Freaks & Geeks’? Esta vez a Apatow le acusan de haber creado en ‘Love’ una pareja completamente inverosímil: la guapa freak y el feo geek (Paul Rust, co-creador de la serie). Ahora, la pregunta es: ¿de verdad han visto la serie y se han dado cuanta de cómo se desarrolla esa relación?
Lo cierto es que ‘Love’ no es una serie que vaya a hacer historia. Carece, por un lado, de la arrolladora personalidad de ‘Girls‘ y por otro, Jacobs, del talento cómico de las mencionadas Schumer o Wiig. Sin embargo, es una comedia romántica notable. Es tan divertida, gamberra, generacional y melancólica como las mejores películas de Apatow. Pero con una salvedad: dura cinco horas (diez episodios de treinta minutos). Ese tiempo les sirve a sus creadores para tres cosas: profundizar en la psicología de los personajes como pocas veces hemos visto en este tipo de propuestas, desarrollar ideas y líneas argumentales que de otra manera no sería posible (un ejemplo es la noche de fiesta con Andy Dick en el fantástico episodio 6) y detenerse en ofrecer un retrato de la ciudad de Los Angeles y sus habitantes. Razones más que suficientes para destacar entre las decenas de ficciones similares. No por casualidad, la segunda temporada ya está confirmada. 7,5.