Finalizada esta edición de Primavera Sound, la llamada «Edición de las Estrellas» (y lo cierto es que su cartel estaba lleno de ellas), el festival ha vuelto a batir sus propios récords, a consolidarse un poco más como referente internacional del sector y a dejarnos exhaustos y razonablemente satisfechos. La táctica del festival de ofrecer cantidades ingentes de opciones musicales de una calidad que rara vez baja del notable es prácticamente infalible si conoces los trucos para adaptar los hándicaps y ventajas del festival a tus gustos y filosofía de disfrute. En cualquier caso, creemos sano y necesario hacer un pequeño balance de lo bueno y lo malo vivido en esta edición, así como de cosas que, de cara a una próxima edición (que ya se ha confirmado se celebrará entre los días 31 de mayo y 4 de junio de 2017), podrían mejorar.
Los servicios mejoran cada año y la selección artística, también
En cuanto a logística y servicios, el festival mejora cada año. El escenario Beach Club es, según los que han podido disfrutarlo, una maravilla para vivir el festival a un horario diferente y en una actitud mucho más relajada de lo habitual. También cabe destacar la creciente oferta de Primavera a la Ciutat, con muchos más conciertos gratuitos y de bandas cada vez más conocidas (Robert Forster, Cass McCombs, Julien Baker o Andy Shauf figuraban en su oferta), que permiten abrir el festival a la ciudad y a gente que, por razones presupuestarias, no puede permitirse acceder al Parc del Fòrum. Dentro de este recinto, también mejoran notablemente la cantidad y calidad de aseos (cada vez hay más aseos VIP, que se agradecen mucho) y más zonas de comida diseminadas por el festival. También se agradece que, al fin, se hayan dejado de zarandajas e inventos varios para cobrar en las barras. Definitivamente, el pago efectivo o con tarjeta hace todo más fluido, y se nota una buena dotación de personal al que, eso sí, le lleva al menos un día entrar en harina (la diferencia de atención del jueves al viernes fue palpable). Será perfecto cuando la cobertura móvil alcance también los escenarios más alejados, este año llamados Heineken y H&M, conocidos jocosa y popularmente por los asistentes como Mordor.
En el plano artístico, lo vivido por el equipo de JENESAISPOP en los tres días principales de festival en el Parc del Fòrum vuelve a ser muy positivo. Con el espectacular (más en lo musical que en lo escenográfico) concierto de PJ Harvey en lo más alto de un podio que podrían completar The Last Shadow Puppets y LCD Soundsystem, nos hemos deleitado con fantásticos conciertos de Tame Impala (pese a su raro/memorable parón en ‘Eventually’), Kamasi Washington, Deerhunter, Vince Staples, Robert Forster o Animal Collective, sobre todo, y Beach House, Brian Wilson, Savages, Air, Sigur Rós, Ben Watt o Beirut, en menor medida. Y, por supuesto, el festival volvió a brindarnos una oferta tan amplia y variada como para permitirnos presenciar grandes shows de bandas menos habituales y/o populares como los de Boredoms, Julia Holter, Ty Segall & The Muggers, Chairlift, Selda Bağcan, Savages o Los Chichos, cada uno de su padre y de su madre pero capaces de emocionarnos y sorprendernos. Esta es la esencia de este festival y por esto no queremos perdérnoslo nunca.
La polémica del sonido en Radiohead
Sabemos que mucha gente no estará de acuerdo en ver en esta lista personal un concierto como el de Radiohead, pero, sinceramente y para nuestra -enorme- tristeza, nos defraudó. Y pienso que merece una explicación profunda. Personalmente, he tenido la suerte de ver en directo a Radiohead muchas veces y en muy diversos escenarios, y jamás me había encontrado con un concierto de la banda británica así. Es tan sencillo como esto: el sonido era prístino y la banda ejecutó a la perfección, pero el volumen era tan escaso que no era perceptible si no estabas alineado de la torre de sonido hacia adelante. Como ejemplo, decir que en mi zona, poco más atrás de esa torre, tuvimos que mandar callar a unos italianos que gritaban como hienas durante ‘Daydreaming’ e, incluso en un silencio casi sepulcral, resultaba apenas audible la música. Hasta ese punto llegaba la cosa. Atendiendo a las explicaciones ofrecidas en el Foro de Primavera Sound por su director, Gabi Ruiz, «Radiohead es una banda a la que le gusta tocar a ese volumen. Ellos llegan y toman el control de absolutamente todo por lo que para bien o para mal el mérito del show les pertenece a ellos. Nosotros en este caso también somos meros espectadores».
No pongo en duda lo que asevera Ruiz pero me pregunto, dejando claro que mi punto de vista es el de un mero espectador sin fundamentos técnicos: ¿nadie de la organización puede verificar que la segunda línea del sistema de refuerzo de sonido está funcionando y que el volumen llega a todo el recinto? Sé que estoy en un festival masivo, y precisamente por eso, sé que no siempre me pitarán los oídos o me retumbarán los bajos en las tripas como si estuviera en una sala de 2.000 personas. Pero, precisamente por eso, ¿acaso no era este el concierto que debía oírse prácticamente en todo el Parc y no solo en la zona reservada para entradas VIP, invitados y los fans madrugadores. Máxime cuando, en días anteriores y posteriores presenciamos conciertos como el de LCD Soundsystem y PJ Harvey en ese mismo escenario que gozaron de un volumen no espectacular pero sí adecuado. El mismo escenario H&M, situado enfrente, gozó de más y mejor sonido (la calidad sonora de Tame Impala hasta el parón fue inmaculada, de hecho). Me marché del concierto de Radiohead al de Tortoise triste, no para hacerme el guay y contarlo en la barra del bar o en un foro (barra de bar virtual).
Un recinto, dos festivales
Análogamente a esto, antes citaba lo de los fans acérrimos de los grandes nombres del festival. La concentración de los artistas que mayor número de fans atrae en la gran explanada, con los dos mayores escenarios enfrentados, prácticamente polariza el festival en dos eventos diferentes: uno, congregado en lo que fue el núcleo original del festival en el Parc, vendría a ser el Primavera Sound de toda la vida; otro, concentrado en esa explanada, con artistas de campanillas que, no nos engañemos, atraen al grueso del público. La sucesión de esos grandes nombres alternados entre ambos escenarios constituyen ya un certamen en sí mismo, del que uno puede perfectamente no moverse desde las 18:00h hasta las 3:00h. Es estupendo que exista es posibilidad, cierto, pero, ¿qué pasa con la parte del público que es capaz, y quiere, disfrutar tanto de un pequeño set de DJ en el Beach Club o de un grupo de folclore africano en el Ray Ban para, después, ver a un grupo masivo? Creo que ese era el espíritu original del Poble Espanyol, que logró captar tantos adeptos y que, en aras de un legítimo crecimiento, podría estar llegando a perderse, si no se logra que la experiencia sólo sea buena para la mitad (o menos) de las 40.000 personas que se acercaron a ver a Radiohead.
¿Por qué no contribuir a una nueva clase alta del pop estatal?
Por último, una reflexión sobre el estado del pop rock estatal y su influencia en este certamen: es muy cierto que, pese a la polémica generada hace cuatro ediciones a raíz de un artículo del periodista Jordi Bianciotto que afeaba la escasa presencia de artistas catalanes, la organización parece haber tomado nota de ello, incluyendo hasta 50 bandas radicadas u originarias de Cataluña. Y es muy cierto que, a través de los eventos de Primavera a la Ciutat y Primavera als Barris, se ha dado la oportunidad de actuar a muchas bandas locales que, de otro modo, no habrían tenido cabida.
Sin embargo, si nos ceñimos al Parc del Fórum, salvo la excepción de Manel, que abrieron el escenario H&M el sábado, el resto de grupos y artistas catalanes y españoles se han visto relegados a un papel poco menos que secundario. Los nombre más populares, como Sr. Chinarro y El Último Vecino, se concentraron en la jornada inaugural y gratuita del miércoles, mientras que Joana Serrat, Autumn Comets, Aliment o Alberto Montero se conformaban con abrir escenarios de medio o pequeño tamaños. Quizá sea pronto para que C.Tangana o PXXR GVNG se suban a un escenario Ray Ban o Primavera en horario estrella, pero ¿qué hay de bandas del calado de Extraperlo, Triángulo de Amor Bizarro, La Bien Querida, El Guincho, Fernando Alfaro y/o Chucho, Joaquín Pascual, Zahara (¿por qué no?), The New Raemon, Suicide Of Western Culture (actuaron en Les Bases el jueves, pero esto es otra cosa), Nueva Vulcano o Francisco Nixon, que han presentado fabulosos discos en los últimos meses? Es evidente, lícito y hasta necesario para su sostenibilidad que Primavera Sound se nutra cada vez más de un público foráneo que busca una doble oferta turístico-cultural al visitar el festival y la ciudad. Un festival es, sobre todo, un negocio. Pero, precisamente por eso, Primavera Sound no solo podría ser un gran altavoz para la difusión de bandas estatales entre un potencial público extranjero, sino que, siendo el festival musical más importante a nivel nacional, sería fundamental que contribuyera a ofrecer alternativas a la escena, a evitar que únicamente grupos como Los Planetas, Love Of Lesbian, Lori Meyers o Supersubmarina copen los cabezas de cartel. Porque, de otro modo, el actual modelo de festival podría llevar al límite la burbuja de la que tanto tiempo se lleva hablando.
Fotografía de Dani Cantó para Primavera Sound.