Elisa Pérez se ha convertido en una cara muy conocida para los aficionados a la música independiente, sobre todo los de Madrid. Su papel como batería en proyectos tan sólidos como Rusos Blancos y Cosmen Adelaida, además de su llamativa estética con esa fantástica melena pelirroja rizada, la han convertido en una de las músicas más carismáticas de la escena. Lo que no sabíamos hasta hace unos meses es que también componía sus propias canciones, ni tampoco que estarían tan alejadas, al menos formalmente, de la música de aquellas bandas.
Bajo el nombre de Caliza (explica que lo eligió en homenaje a su abuelo, que tenía un horno de cal), Elisa confiesa que era una profana en tecnología y que, por pura necesidad, comenzó a trastear con GarageBand para registrar sus propias ideas musicales. De forma que su acabado de pop electrónico parco y árido, parece una mezcla de circunstancia e intención. Cajas y bombos duros y marciales, distorsionados y muy kraut, sirven de base para sintetizadores austeros, que remiten a la electrónica primigenia de Kraftwerk o Cabaret Voltaire, un colchón de espinas para unas melodías con enorme gancho pero de esencia sencilla y algo oscura, onda Décima Víctima.
Pese a su bonita voz envuelta en reverb, que modula de lo dulce a lo seco, Caliza canta unas letras cargadas de inquina y desazón, de rencor y tristeza. Desde la inicial ‘Apuesta’, inspirada en el malestar inevitable de la noche de Fin de Año, con latigazos tan dolorosos como «todo nace muerto, la muerte también termina», hasta la postrera ‘Viaje astral’, que cierra el álbum con un «No hay nada que hacer en el futuro, en el final», Pérez desata sus anhelos y reproches hacia la ciudad donde vive (en la preciosa ‘Madrid’ -personalmente, ahora que vivo lejos de esta ciudad, escuchar esta canción me llena de ternura y melancolía-), su estación menos favorita (en la infecciosa ‘Verano no’), una relación extinta (demoledora, ‘Alarma’), un episodio desagradable (desarmante ‘Ojalá’) o una que nace de forma fútil (la muy early-New Order ‘Tope Industrial’). Aunque bien es verdad que la cara B es incluso más oscura e incómoda (‘Misterio’ es particularmente inquietante) que la A, lo más valioso de ‘Medianoche / Mediodía’ es que la idea de Caliza queda impresa en cada segundo, en cada rincón (esto incluye el fabuloso artwork de la edición vinilo, diseñado por ella misma) de este debut que confiamos solo sea el primer paso en solitario de una personalidad artística llena de claroscuros, magnética en su halo de misterio.
Caliza ejercerá de telonera en la presentación de su nuevo disco que Doble Pletina harán este sábado 11 de junio, en la sala Siroco de Madrid.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Madrid’, ‘Apuesta’, ‘Tope industrial’, ‘Verano no’
Te gustará si te gustan: Kraftwerk y Décima Víctima
Escúchalo: Spotify; Bandcamp
Cómpralo: Discos Walden