La música de Los Ganglios me recuerda a la famosa ilustración de Miriam Elia en la que una madre y su hijo contemplan una pintura de arte contemporáneo, el segundo asegura que la podría haber pintado él y la primera le contesta «pero no lo has hecho». Y me recuerda a esta ilustración porque la música de Los Ganglios parece una tontería, una cosa que podría hacer cualquiera, pero no lo es, en primer lugar, porque hay que ser muy inteligente para hacer música tan cachonda y, en segundo, porque es puro arte contemporáneo, hasta el punto que sus canciones solo están completas, o eso parece, con sus vídeos, que el grupo extremeño diseña tirando de una hemeroteca delirante o directamente grabándose a sí mismo.
Pero Xoxé Tétano y compañía siempre han demostrado interés musical más allá del «meme» de turno como puede ser el desternillante vídeo de ‘Infocreación’ y su cuarto disco, ‘Segunda escucha’, que el grupo ha sacado adelante, como el anterior, gracias al micromecenazgo (y superando con creces la cifra original), es tan divertido como siempre pero más variado, mejor producido y con muchos más recovecos musicales que descubrir. Solo hay que atender al trío de temas que abre el disco, el bonito ‘GVR’, de hermosos ecos africanos; ‘Vivencias propias’, que no es una copia de Extremoduro; y ‘Fortunata y Jacinta’, un curioso número de pop acústico con sintetizadores sobre una novela antigua que nadie quiere leer.
El resto del álbum es igual de sorprendente. La tecnopop ‘S.A.N.Z.’ sitúa a Los Ganglios en 1991, en la tienda Ultra-Records de Barcelona dispuestos a comprar el primer disco de Alejandro Sanz, mientras ‘Ojos comunes’, que va… ¿de humos? es una especie de calipso electrónico con mucho encanto y ‘Pierrot’ un mambo lento de gran musicalidad. Posiblemente la mejor canción del disco, ‘Subatómico’, que describe átomos que «parecen frutas del bosque», lo sea no tanto por su curiosa letra como por la sensibilidad de sus vientos metal, sus guitarras y melodías de sintetizador. ¿A que vamos a tener aquí más que un grupo de broma?
El post-punk electrónico de ‘Los arquitectos’ y el rock de ‘Un poco de cero’ proporcionan variedad al conjunto, pero son canciones menores, mientras el hip hop de ‘Ceguera de rap’ es tan poco interesante como su letra sobre ciegos que «llevan gafas por coquetería» porque «no todos los ciegos van vendiendo lotería». Pero son poca cosa en comparación con los buenos momentos que da el disco desde su inicio con ‘GVR’ hasta su final con el post-punk proletario de ‘Galletas y cereales’, que se vuelve disco en el estribillo, en el que se describe un momento de euforia post-consumismo en una tienda de primera mano en liquidación. Otra de esas canciones para entender a Los Ganglios incluida en su disco más completo hasta la fecha.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘GVR’, ‘Fortunata y Jacinta’, ‘S.A.N.Z’, ‘Ojos comunes’, ‘Subatómico’
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