Como se venía anunciando, Madonna fue la estrella invitada en la ya célebre sección (el protagonizado por Adele ha sido el vídeo más viral del año) del late-night de James Corden, Carpool Karaoke. En ella, la Ciccone batió todos los récords de attentionwhorismo habidos y por haber. Aquello del twerk que vimos en el avance y que provocó arcadas a algún que otro presentador televisivo, fue sólo un breve adelanto de lo que Madge y Corden nos tenían reservados.
En su paseo por la ciudad de Nueva York, en la que Madonna hacía de guía de Corden, la artista estuvo bastante accesible (obviamente, sabe que mucha gente verá este vídeo) y mostró su peculiar sentido del humor, gastando bromas sobre la mansedumbre del presentador como conductor, metiéndose con su camisa de franela (“muy Seattle en los 90”, le dijo), casi siempre con un rictus serio. Aunque, de vez en cuando, incluso llegó a sonreír.
Mientras el presentador la entrevistaba muy someramente, sonaba una selección de temas históricos de la cantante (debió rechazar temas ajenos, algo bastante común en la sección), para su particular lucimiento vocal e interpretativo: ‘Vogue’ (en la que hizo gala de una flexibilidad física envidiable), ‘Bitch I’m Madonna’ (la canción suya que más gusta a sus hijos y con la que hizo twerk), ‘Papa Don’t Preach’, ’Don’t Cry For Me Argentina’ (con la que sacó alguna lagrimilla al presentador), ‘Express Yourself’, ‘Ray of Light’ o ‘Music’, con la que no dudó en bajar la ventanilla del coche y sacar las piernas y el torso por la ventana, saludando a los viandantes. La diva, diveando.
En cuanto a la entrevista en sí, ofreció algunas respuestas llamativas, en línea con su inclinación por llamar la atención de todo el show: confesó que cuando se baja del escenario y llega a casa es una persona muy recta (“soy Julie Andrews”, dijo con bastante gracia), casi una monja “de no ser porque me han excomulgado tres veces”; también que su tipo de hombre es cualquiera que tenga un sentido del humor similar al suyo, si no “moriremos en la orilla”. Aunque su declaración estrella fue que una vez se enrolló con Michael Jackson, un beso en el que por supuesto ella tomó la iniciativa y para el que se ayudó de una copa de Chardonnay, “que hace milagros”.