Inauguramos una nueva sección en la que de vez en cuando recordaremos temas que cumplan 10, 20, 30… años. A finales de febrero de 1998 Mecano lanzaban como single ‘El club de los humildes’, logrando el número 1 en España en marzo y sosteniéndolo durante 2 semanas. Era el primer single de ‘Ana José Nacho’, un disco nombrado en orden alfabético, mitad recopilatorio mitad no, que suponía el regreso de Mecano tras haberse disuelto al término de la gira ‘Aidalai’ (1991/1992). El recopilatorio, número 1 en España durante 5 semanas, ha cumplido 20 años justo este viernes 23 de marzo. La historia de su single principal fue todo un «vamos a contar mentiras»: ni fue un «club», pues el grupo estaba ya tocado en sus diferencias irreconciliables, ni fue desde luego «humilde», pues el ego de los hermanos Cano ni siquiera a día de hoy ha sabido dar un paso atrás para limar sus asperezas.
En las entrevistas promocionales de la época, las trolas volaron sin ningún tipo de sonrojo. José María hablaba de «siete canciones nuevas» («creo que es el número justo, porque tres más ya son un disco nuevo») cuando a la postre se ha sabido que el grupo tiró a saco de descartes de ‘Aidalai’; y peor aún, afirmaba: «no veo razón de justificarme, porque como grupo nunca nos hemos dicho adiós», cuando poco después él mismo dejaría perpleja a Ana Torroja afirmando sin avisar a nadie en público que el grupo se había terminado («salí llorando de allí», ha dicho ella hace poco), y poniendo sobre la mesa que Mecano sí se habían separado en 1992 y que esta reunión fue un «fake» que ni Milli Vanilli.
Ese aroma a «fake» se percibe muy claramente en un videoclip que por alguna razón el sello no ha borrado de Youtube, quizá desafiando a Mecano para que por favor ni esto ni ‘Stereosexual’ conformen su epitafio definitivo. ‘El club de los humildes’ sí es una canción escrita expresamente para este disco por Nacho Cano y se nota, pues no habla de otra cosa que no sea él mismo y Mecano en los 90. El problema es que, 20 años después, su letra conciliadora (“ya te necesito alrededor”) suena falsa e impostada. Dejando al margen el polémico «dame dos hostias y hazme ver que estar aquí es un milagro que se puede compartir» -que podemos situar como un precedente de ‘Me gusta que me pegues’ de Los Punsetes en los tiempos en que se permitía radiar sentencias políticamente incorrectas-, el vídeo va buscando una reunión de Mecano de manera tan forzada que a día de hoy resulta muy incómodo de ver.
Mientras la producción de la canción tiene su gracia merced a esa suerte de morse que aparece cíclicamente de fondo y a esa guitarra que busca sentenciar donde la melodía, justísima, no podía hacerlo; el videoclip muestra tres mundos abiertamente separados y muy distantes, pero persiguiendo una reunión final que resulte catárquica. Se adivina a Nacho Cano ya totalmente ido, seguramente inspirando la parodia que recibiría años después en Muchachada Nuí; José María Cano es el señor de camisa metida por dentro del pantalón que alguna vez se quiso ocultar en un disfraz neorromántico; y Ana Torroja se ha convertido para siempre en la parodia de Cruz y Raya que se había avistado en el remix de ‘Dalai Lama’ en el último aliento de los verdaderos Mecano.
Su reunión en los minutos finales no es otra cosa que «el beso tirado sin amar» que la letra quiere dejar en el pasado, pero que a juzgar por la sobreactuación del grupo, completamente desprovisto de dirección de actores, es el presente, y lo que es peor, el futuro de Mecano. Todo queda tan mal que cabe preguntarse cuántas tomas fueron capaces de grabar sin matarse, puesto que ni para la portada del single (como veis, un montaje) se reunieron. Aquí José María, como riéndose de la música pop, absorto en sus óperas y pinturas (‘Luna’ también está este mes de 20º aniversario, «casualmente»), pretende resultar deliberadamente cómico en su entrega inexplicable a una especie de ‘Saturday Night’ de Whighfield (¿no había un coreógrafo a mano en Ariola?), pero es que Nacho no deja ver sus ojos en los 4 minutos de videoclip, cuando es el autor del tema. Aparece o con los ojos cerrados (meditando o más bien pensando en sus cosas, en su mundo), de espaldas o, por supuesto, protegido por unas gafas de sol tamaño rockstar. Como consciente de que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, cuando al final del vídeo finalmente se las quita… su mirada desaparece de plano, mientras Torroja sigue bailando a destiempo, encantada de conocerse. Ya lo decían Golpes Bajos… «No mires a los ojos de la gente, me dan miedo siempre mienten».