Olivia Rodrigo despierta todo el fervor adolescente posible

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Olivia Rodrigo despierta todo el fervor adolescente posible

Es el estreno de Olivia Rodrigo en Barcelona y ofrece un concierto divertido y bastante completo, bien repleto de intensidad, hitazos y con momentos rockeros que no desentonarían en un Rock Fest. Pero primero hay que llegar y entrar al Palau Sant Jordi: siempre se me olvida lo pesado que es. Escucho a Remi Wolf desde la cola, y eso que he salido de casa a una hora prudencial. Al parecer las puertas se han abierto tarde. Cuando entro, Remi está cantando ‘Valerie’. A ojo de buen cubero, diría que el 80% del público son chicas menores de 18 años, incluso de 15.Y todo ese fervor adolescente es palpable. Remi no parece asustada y se lo pasa bien por el escenario: corre, bota, agarra y persigue a su guitarrista, le echa entusiasmo… pero se acaba en nada.

El escenario es relativamente pequeño comparado con otros montajes de macroconciertos. Eso sí, no faltan las pasarelas para acercarse al público. Hay un griterío ensordecedor: acaban de aparecer proyectadas las letras de ‘Guts’ en el escenario. Suena ‘Girls and Boys’ de Blur. Más griterío: se acaban de caer las letras. Se apagan las velas, el griterío llega a lo máximo. Aún no son las 20.30 y ya vemos a Olivia en la pantalla, corriendo por los pasillos del camerino del Sant Jordi. Puntualísima. Y se materializa.

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El arranque con ‘Bad Idea Right?’ no puede ser más demoledor. El estruendo es ensordecedor: hay que ver cómo devuelve toda la marea de gente cada “bad idea, right?” a Rodrigo, que emana toda su energía de mejor amiga del instituto, esa que es bastante payasa, en el buen sentido. La escenografía es bastante sencilla (aunque eso no va a ser todo el rato así): apenas tiene la banda, completamente femenina y muy rockera, la pantalla y el carisma de Rodrigo, que muchas veces grita más que canta. Aun así, se hace difícil de escuchar su voz por encima de toda la audiencia. Juro que en mi vida he escuchado a un público cantarse tanto y tan alto todas las canciones.

Olivia, como buena estrella de pop-rock esta década, se deja querer, corretea por las pasarelas para que las primeras filas la puedan mirar bien e interpela al público con frecuencia: “Quiero que gritéis, que bailéis”. Pero su intensidad no es solo a base de guitarrazos, sino de temazos. Porque pronto cae ‘Vampire’ y hay que ser muy cínico para que no se te pongan los pelos de punta viendo a todo el Palau cantándola y a Olivia ahí, quieta, agarrada al micro. Olivia deja que cantemos versos enteros en ‘Traitor’. Las bailarinas, que habían asomado tímidamente en ‘Vampires’ se materializan. Las proyecciones de sus sombras son preciosas. Un momento muy delicado entre tanto grito.

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Pero para momento sublime ‘Drivers License’, con Olivia al piano, y las luces rojas y la gente cantando lo de “Red lights, stop signs”, y yo me emociono. Una maravilla. El arranque a lo The Cure de ‘Pretty Isn’t Pretty’ muestra las bailarinas con espejos; quizás el número más espectacular hasta el momento, pero en breve va a ser superado. Olivia baila, pero poco: ella es más de saltos y carreras que de coreografías.

Rodrigo presenta a la banda, que está bastante integrada en el show. En este segmento del concierto la cosa va subiendo en espectacularidad. El apogeo es cuando aparece una luna en cuarto creciente y estrellas. Y Olivia se sube a la luna, se eleva y nos saluda desde las alturas en ‘Logical’, mientras da toda la vuelta por la pista del Palau. Ahí arriba, nos pide gritar todo lo que podamos. Me quedo sorda. Sigue en la luna con ‘Enough for You’. Gritos de “¡Olivia! ¡Olivia!”. Los decibelios en el Palau deben superar el de varios aviones despegando, llegadas a este punto. Hay más baladones, como ‘Lazy’, uno de los pocos momentos donde la voz de Olivia se impone al público. Ella se tumba sobre una pasarela en forma de círculo, mientras la rodean las bailarinas y crea otro momento de gran belleza. No es solo tu amiga la payasa: también es la que sabe ser emotiva (y mucho) cuando toca.

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Enseguida vuelve a la jarana y los baños de masas. Olivia nos hace cantar el ‘Cumpleaños feliz’ para una fan llamada Martina a la que, a tenor de las imágenes, está a punto de que le dé un síncope. Es el momento de hacer al público protagonista: enfoca a los fans en gradas, que se vuelven bastante locos. Se coge la guitarra y arranca un segmento más animado tras tanta intensidad con ‘So American’ y recupera el espíritu del principio. Sigue con el rollo de celebrar a los fans, recoger regalos de las primeras filas… Esto a mí, como señora mayor, me fastidia un poco, porque creo que rompe el ritmo del concierto, pero las fans realmente lo disfrutan. Además a continuación toca ‘Happier’, que es mi preferida de ‘Sour’, así que se lo perdono. Es un número bonito y sencillo, en el que Rodrigo aparece sentada sola con una de las guitarristas en un extremo delantero de la pasarela. Sigue ahí sentada para ‘Favorite Crime’. Hay mucha locura con el estribillo, creo que las voces del público suben varias octavas y decibelios, lo que parecía difícil. Pero el récord de cantar del público es en otra balada, ‘Deja vu’, donde vuelven a salir las bailarinas. Es impresionante ver a todo el Palau devolviendo los “deja vus”. Da igual cuánto grite Olivia: nosotras gritamos más.

¡Fuego! ¡Guitarras! ¡La banda toma el control! Un numerito de exhibición bastante jeviorro para abrir ‘Brutal’, mientras Olivia luce un corpiño rojo satén. Y la traca con ‘All American Bitch’, con rockerismos, carreras y griterío cuando el público reconoce el riff. Ni lunas, ni bailarinas: en este segmento más “bitch” ella es la protagonista de nuevo. Y el grito que pide (y devuelven) es lo más atronador que he oído nunca en un concierto.

Para pedir que vuelva Olivia, el público entona “lololos” a ritmo de ‘Seven Nation Army’, su canción favorita, tal como ha explicado en un momento del set. Rodrigo regresa con ‘Good 4 U’.También regresan las bailarinas para ‘Get Him Back!’. Olivia canta con megáfono, hay confeti y entusiasmo desatado hasta que se marcha y deja a la banda tocando. Ha sido un concierto bastante generoso de duración (100 minutos) y de entrega. Imagino que sería el primero de muchas de las niñas que abarrotan el Sant Jordi y no imagino un primer concierto más feliz y completo que este.

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