El último capítulo de la quinta temporada de ‘Física o Química’ ha tenido el mal gusto de incluir una canción coral hórrida en su metraje, mostrando por enésima vez en quién se fijan a la hora de hacer los guiones (además de haber copiado este año a ‘Gossip Girl’ y haber puesto un Chuck Bass de pacotilla, claro). Por tener, han tenido hasta una mención a ese ídolo popular que es Camilo Sesto. Enternecedor. En un capítulo de lo más sosaina, que no suscita ningún interés con respecto a lo que será la sexta temporada, tan sólo hemos visto despedidas en lo que parece ser el aviso de que ya está aquí la segunda generación de ‘FoQ’ para relevar a la primera. A pesar de ello, tiene toda la pinta de que la primera seguirá volviendo recurrentemente a la serie, si no es de manera fija, sí de forma esporádica.
Hagamos un poco de memoria: la serie de adolescentes de Antena 3, poco a poco se ha ido imponiendo con fuerza en la parrilla televisiva, con una base de fans más o menos fiel, que sigue la producción temporada a temporada. Lejos quedan ya, sin embargo, los primeros capítulos y los 20% de share, pero un más que aceptable 15% (en los tiempos que corren) asegura la continuidad de ‘FoQ’ un tiempo más.
Quedará por ver, no obstante, si los capítulos finalmente dan la talla. Con unos actores que cada vez tienen a sus personajes más quemados, y sin cambios relevantes a la vista, las tramas se van tornando más rocambolescas, para dar salida a situaciones cada vez más lacrimógenas y moralizantes. Quizá el responsable de los constantes bajones de ‘Física o Química’ haya sido precisamente ese intento de viraje hacia una serie más enfocada a los adultos. Que desde hace ya varias temporadas los chicos no hagan botellones, no se pongan hasta el culo y cada vez sean más remilgados y mojigatos, no ayuda nada a un producto que va dirigido a un público objetivo que se encuentra más cercano a los 16 que a los 30 años (sin contar a los que la ven como guilty pleasure).
Las incursiones en la vida del profesorado, cada vez más frecuentes y recurrentes, no terminan de resultar. La cadena parece más preocupada en mantener a la audiencia por encima de los 25, un público objetivamente más jugoso para el elenco de anunciantes -no hay más que ver los últimos cortes publicitarios, con coches y todo-, que al de los 25 para abajo, que si bien es consumista por naturaleza, no goza de tantas posibilidades como el anterior. Es por eso que la serie va tornándose cada vez más una serie sobre adultos que sobre jovenzuelos con las hormonas a flor de piel. Y es por eso por lo que el público, paulatinamente, va abandonando a cada temporada. Los responsables parecen no haberse dado cuenta de que lo que no queremos es precisamente eso: adultos que deciden vivir como un trío o sobre personas con hijos que su arrejuntan y se separan cada dos por tres; sino que nos atrae mucho más una serie sobre adolescentes descerebrados. Precisamente porque a estas edades, echamos mucho de menos aquella época de nuestras vidas.