Ingredientes:
3 huevos
1 yogur de limón
2 tarritos de yogur con azúcar
3 tarritos de yogur con harina
1 tarrito de yogur con aceite de oliva
1 sobrecito de levadura
1 tableta de chocolate sin leche
Un poco de margarina
La batidora
Un bol para horno un poco hondo
El horno
Coged un cacharro para poder batir los ingredientes y echad el yogur de limón. El tarrito no lo tiréis, lo vamos a usar para medir las cantidades de lo demás, así nos libramos de las básculas y del «a ojo». Añadid el azúcar, la harina, el aceite de oliva y la levadura. Con la batidora lo batís todo, que no queden grumos y todo bien mezcladito. Aparte, sobre una tabla de madera (no vaya a ser que ralléis la encimera) cortad en trocitos diminutos unas cinco o seis onzas de chocolate, y lo añadís a la masa anterior. Removed un poco con una cuchara para que se mezcle todo. Y acto seguido poned el horno a funcionar para que se vaya calentando (por favor chic@s acordaos de sacar las sartenes y cacerolas antes que es muy peligroso), a unos 170º apróximadamente.
Ahora, cogéis el bol que vais a usar para el horno y restregáis, así con las manos limpias, un poco de margarina y después espolvoreáis un poquitín de harina. Esto es para que no se pegue mucho, porque no nos engañemos, nos vamos a tirar un poco de los pelos cuando lo tengamos que desmoldar. De todas formas, si tenéis un bol de esos preparados para tartas que se separan en partes pues mejor, más fácil. Echad la masa del bizcocho al molde y al horno. Ahora tenéis que tener paciencia y dedicaros a hacer otras cosas durante la próxima media hora porque si abrís el horno para ver qué tal va, corréis el riesgo de que la masa se baje. Mirad cada cierto tiempo por el cristalito del horno para ver si se tuesta demasiado la parte de arriba, y en ese caso bajad un poco la temperatura. Ya veréis cómo eso sube, sube… Mola mucho.
Mientras preparamos la cobertura del bizcocho. Deshacemos el chocolate al baño maría y removemos hasta que esté líquido. Quedará un poco espeso pero así es más fácil extenderlo luego.
Cuando hayan pasado treinta o treinta y cinco minutos, abrid el horno y pinchad en el centro del bizcocho con un tenedor, por ejemplo, para ver si está cocinado por dentro. Ya sabéis, si sale limpio es que ya está listo.
Ayudaos de un cuchillo (de esos para untar, sin sierra) para separar el bizcocho del bol, con mucho cuidado para que no se os parta. Coged el chocolate y cubridlo por arriba y por los bordes con una espátula de esas para tartas. Si no, con el cuchillo también podéis hacerlo. Y a dejarlo enfriar. El choco se quedará duro y dará muy buena presentación. Si queréis echar nata para decorar os aconsejo que lo hagáis cuando ya esté frío del todo porque si no, se os va a escurrir todo, lo digo por experiencia propia, que vaya desastre he liado por impaciente.
Intento que las fotos reflejen lo mejor de la receta pero lamentablemente la cámara y la luz no me quieren acompañar. Parece una tarta, pero no lo es. Así que si no os gusta la imagen, no le hagáis mucho caso, simplemente intentad hacerlo que ya veréis que rico está, y para la hora del té, ¡ideal!